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De la Semana de 4 Días a la de 65 horas laborables.

Por Carmelo de Samalea.

 

Hace diez o doce años, la gente con conciencia social estábamos divulgado y debatiendo la propuesta de una semana laboral de cuatro días, idea lanzada en Francia por Pierre Larrouturou y su asociación Nouvel Equilibre. Se trataba de algo tan simple como trabajar menos para trabajar todos, de disponer de más tiempo libre para vivir la vida, para atender a los hijos y relacionarnos con las personas que queremos y estimamos, para nuestras aficiones e inquietudes. No hace falta insistir en la idea ni en los razonamientos: el que lo quiere ver, lo ve, y el que no, es que ese lo que quiere es que los trabajadores regresen a las condiciones laborales del siglo XIX.

Vladimir Spidla es un checo de 57 años que ha llegado a Comisario del UE para Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades. Parece mentira que siendo doctor en Historia, como dice que es, sea el responsable de la aprobación de la jornada laboral de 65 horas. También afirma Spidla, imperturbable, que quiere mantener el modelo social europeo y bla, bla, bla, para acabar diciendo que: “Nuestra última meta (la de él y su equipo) es una buena calidad de la vida para todos.” Dice este Vladimir Spidla que es muy aficionado a practicar deportes al aire libre, especialmente carreras campo a través y de fondo. Pero, para los demás, para los currantes, ¡a esos que les metan 65 horas laborables por el alma!: muy europeo, muy social y de mucha calidad de vida.

No son sólo las 65 horas semanales, lo que subyace en todo este asunto es que el patrono va a negociar, ¡qué negociar!, va a decir a cada trabajador las horas que tiene que trabajar y cómo las tiene que trabajar. Y si no está conforme, pues a la puta calle que hay otros esperando, de aquí o de fuera. Y ya están preparando la aprobación de otra directiva sobre el trabajo temporal.

Con Lionel Jospin en el poder en Francia, entró en vigor la jornada laboral de 35 horas semanales, llamada ley Robien, con la que se ligaba reducción de jornada y creación de empleo con bonificaciones en las cotizaciones a la Seguridad Social. De aquella, bastantes empresas implantaron la semana de cuatro días laborables: ¡Hasta Chirac, ya presidente, estaba de acuerdo en la reducción de la jornada! Ahora, Sarkozy se ha juntado con Berlusconi y con Gordon Brown y han dado el golpe de las 65 horas.

Y luego se extrañan de que haya ganado el “NO” en Irlanda. En Irlanda y en todos los países donde quede algo de conciencia social y trabajadores que sepan defender sus intereses.

Vladimir Spidla y su equipo: ¡Los de las 65 horas semanales!