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Accidentes laborales, fiscales y vientos

 

Por Braulio Alvarez

 

Una de las últimas modas observadas en la clase política gobernante/dominante es la de designar un fiscal específico cada vez que una situación desagradable atrae la atención de los medios de atraer la atención de los ciudadanos: la droga, los asesinatos de mujeres, la quema de montes, las muertes en la carretera, la cohechosa especulación urbanística... ¿Quién se acuerda ya de la fiscalía anti-corrupción?

Lo que en realidad pretende la clase política gobernante/dominante es alejar de sí cualquier responsabilidad mediante persona, institución, ong o fiscal interpuesto. Como se sabe, no se trata de resolver los problemas, sino de sobrevivir a los problemas.

Porque si los señores y señoras fiscales cumplieran con la misión que la ley les asigna, entonces...

En Asturias, tenemos una Fiscal Coordinadora de Siniestralidad Laboral del Princinpado, doña Esperanza González Abella, y, además, un Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales, sin olvidar a la Inspección de Trabajo, todo lo cual no impide que, según las cifras que ellos mismos nos facilitan, haya habido en 2006 en Asturias 19.520 accidentes que causaron 31 muertes. No son cifras definitivas, ¿por que cuántos accidentes se camuflan bajo otros epígrafes y a cuántos accidentados se les obliga a seguir yendo al centro de trabajo, aunque sea con el brazo escayolado?

¿Cuántos procedimientos penales inició y cuántos empresarios, directivos y encargados consiguió que fueran procesados y condenados? Mucho me temo que estaríamos hablando de un cero coma por ciento despreciable. Claro es que también los citados, a imagen y semejanza de sus superiores, intentarán alejar la responsabilidad acudiendo, en este caso, a la manida "falta de medios" y a frases hechas como "la complejidad de la subcontratación" o la de los organigramas de las grandes empresas.

Un ejemplo: en días pasados, se anunciaron y produjeron en Asturias vientos que superaron los cien kilómetros por hora. Pues bien, yo he visto a las grúas de la construcción trabajando y a los operarios por las alturas como un día cualquiera; he visto a un equipo de hombres reparando una junta de un viaducto de la autovía del Cantábrico con un carril balizado por conos y hasta he visto como pintaban una fachada colgados de una cuerda unos acróbatas del cotidiano circo de la supervivencia.

Todos los telediarios y todas las radios anunciaron los vientos, pero ni Protección Civil ni fiscales ni inspectores ni nadie dijo una palabra sobre qué tipos de trabajos no se podían efectuar o sí se podían efectuar en esas condiciones atmosféricas. Es el desdén.