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Alzheimer
y demencia: el ministro Caldera y la consejera de Por Braulio Alvarez
Hablas con el ministerio de Caldera, y todo son facilidades, hasta un teléfono que, además de ser gratuito, te atienden rápida y eficazmente. Luego, empiezas a dar los primeros pasos y ya te encuentras con las trabas del clásico “vuelva usted mañana” adaptado a los nuevos tiempos. Pero limitémonos al primer y elemental paso: rellenar la instancia con la documentación correspondiente. Primer impedimento: el modelo estándar que hasta se podía bajar de internet, según información del ministerio, resulta que en Asturias no servía. Antes de seguir, una cuestión previa: ¿por qué los organismos públicos se empeñan tozudamente en pedirnos documentación que ya tienen? Al ir a rellenar la
instancia, en grandes letras, se nos avisa de la “documentación
requerida para solicitar valoración de grandes dependientes”,
que es la siguiente: ¡La pasta! Y la certeza de que para la administración todo ciudadano es un sospechoso. Una de las páginas del modelo oficial de instancia está dedicada a indagar de modo minucioso sobre la capacidad económica del solicitante. Bastaría con los datos de Hacienda o que Hacienda les dijera que dicho solicitante no llega a los mínimos establecidos para hacer la declaración. Con ser grave, y sintomático,
todo lo anterior, no es lo peor. Lo peor es que ni el ejército
de entorpecedoras sociales ni el estado mayor de la Consejería
de Malestar Social de Asturias te pueden decir cuáles son los baremos
económicos aplicables a los supuestos, y sufridos, beneficiarios
de la citada ley de promoción de la autonomía personal y
atención a las personas en situación de dependencia. Oscuridad
y confusión siempre acompañan a la arbitrariedad propia
de cualquier régimen clientelar.
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