asturiasemanal.es
laboral ecología cultura opinión política etcétera
  inicio
con tacto
   

A Garzón se le fue un general de la memoria.

Por Samuel Zapico.

 

 

Pareciera que lo trajeron los reyes, porque en el mismo Boletín Oficial del Estado del cinco de enero de 1977 se publicaban los dos reales decretos. En uno, se suprimía el famoso Tribunal de Orden Público del franquismo; en el otro, se creaba la Audiencia Nacional. A buen entendedor…

Treinta y un años después de la creación de este tribunal especial, el magistrado Baltasar Garzón, titular del Juzgado de Instrucción nº 5 de dicha Audiencia Nacional, firmó su famoso auto de los generales difuntos.

Lo mejor ha sido el revuelo que se ha formado. Y como este país no tiene un pase, pues hemos acabado quevedianamente donde siempre y como siempre.

Pero me ha llamado la atención que entre los generales difuntos no apareciera el nombre de Antonio Aranda Mata. Ya saben, el coronel Aranda que se sublevó en Oviedo, el que mandó el Ejército de Galicia durante la guerra y el que entró en Valencia y fue Capitán General de la misma al finalizar la lucha.

Ya, ya, ya. Sí, que era aliadófilo y que fue arrestado por Franco por sospechar que conspiraba contra él. También se dijo que había sido masón y republicano y partidario de don Juan… Gente de su conveniencia siempre hubo.

¿Pero por qué el que aprobó la condena a pena de muerte del rector de la Universidad de Oviedo, Leopoldo Alas Argüelles, y las de tantos y tantos otros y otras no estaba en la lista de generales difuntos de Garzón?

¿Acaso Su Señoría tendría en cuenta para excluirlo que Su Majestad, en 1976, le había ascendido a teniente general? Porque Su Majestad ha dicho en público que no admite ni permite que nadie en su presencia hable mal del Generalísimo. No sé si me explico.