Ayer se vio en la Audiencia de Oviedo y ante el Tribunal
del Jurado la causa procedente de este Juzgado contra
Aurelio Menéndez, por el delito de interrupción
del culto católico en la parroquia de Bernueces
de Gijón.
Según
parece, el hecho de autos ocurrió de la siguiente
manera: celebrábase un procesión en
dicha parroquia, y a su paso, Aurelio Menéndez
no quiso descubrirse; entonces el señor cura,
separándose de la procesión, le amonestó
y le pegó en la cara, contestando a la agresión
Aurelio Menéndez y promoviéndose con
tal motivo el consiguiente alboroto.
Dado
conocimiento al Juzgado, fue detenido y procesado
Aurelio. De lo que en la instrucción del
sumario ocurrió, algo dijo, según creemos,
un semanario local. Remitida a Oviedo la causa, se
encargó de la defensa D. Melquiades Alvarez,
pero a última hora renunció, no sabemos
por qué motivo, encargándose de la defensa
el abogado de turno.
Por
fin, llegó el día de la vista, y después
de ser recusados muchos de los jurados, de no ser admitidos
varios testigos de descargo y de pronunciado el discurso
del fiscal, se vio que el defensor se mostró
conforme en un todo con la petición de aquél.
Retirado
a deliberar el Jurado, pronunció veredicto de
culpabilidad, y en su consecuencia el Tribunal de derecho
condenó a Aurelio Menéndez a cinco años
y siete meses de prisión y trescientas pesetas
de multa.
Lo
ocurrido en el juicio de ayer fue muy comentado en Gijón,
sobre todo entre la clase obrera, que no cree muy ajustada
a la razón ni a la serena justicia la manera
como se procedió.
Según
nos dicen, el acusado prorrumpió en frases de
indignación contra el defensor y el tribunal.
El público que asistió a la vista comparaba
este veredicto de culpabilidad con el reciente de inculpabilidad
recaído en una causa por homicidio; con tal motivo,
recordaban algunos las frases de un señor
magistrado que vino a Gijón el último
año: "los que roban una gallina los mandáis
a presidio y los que matan a un hombre a sus casas."
La
verdad es que entre nosotros la noción de la
justicia no alcanzó aún el desarrollo
que el progreso de los tiempos demanda.
(El
Noroeste, 12-3-1897
Biblioteca Jovellanos de Gijón)