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Entre Repúblicas
El viaje a Rusia de un cenetista.


¡A Rusia!

Por Jesús Ibáñez.


La Felguera, Langreo, Asturias, España… Centro Obrero La Justicia. Pleno del Regional de la CNT.

Soy Secretario General del Sindicato de la Construcción de Asturias. El Sindicato pertenece a la CNT… Asisto al pleno.

Orden del día:
“Envío de una delegación de la CNT a Rusia, al Congreso Constitutivo de la Internacional Sindical Roja.
Liquidación del terrorismo como arma de lucha de la CNT.”

Acuerdo:
“Si el Nacional rechaza la delegación a Rusia, el delegado del Regional de Asturias debe continuar viaje a Rusia en representación de este organismo.”

A la salida de León, el vagón casi vacío. La pareja de civiles de escolta mete los tricornios por la portezuela, ríe por entre el barbuquejo y se sienta:
-¡Ni el mismo Dios aguanta este frío, compadre!
-¡Qué nochecita nos ha tocado!
Yo me tiento con el codo el bolsillo de la chaqueta para cerciorarme bien de que aún llevo mi tesoro: el pasaporte hasta Berlín y el dinero para el viaje hasta Rusia… Es tanta mi alegría que quisiera poder gritar a los guardias:
-¡Aquí me tenéis! ¡Soy yo! ¡Un tal Toño de Santoña! ¡Voy a un pleno ilegal de la CNT! ¡Voy a Barcelona! ¡Y de allí, a Rusia! ¿Saben ustedes, pobres hombres, dónde está Rusia? ¡Voy a Rusia!

Una ramera se asoma al compartimento temblando de frío, y rasga una sonrisa picarona.
-¡Ah! ¡Mira mi chulillo cómo supo venise al abrigo! Los ceviles no pagáis billete, pero sus las arregláis para buscar los mejores rincones… ¡Abusón! ¡Déjame meterme debajo de tu capote! ¡Vengo helada!
El cabito levanta el ala del capote y la ramera se pega a él, mientras le acaricia y le dice obscenidades.
El cabito:
-¡Chata!
La ramera:
¡Pa eso eres mi chulo!...
El cabito le sigue las confianzas:
-¡No se cómo te atreves a entrar donde haya personas decentes!
-¡Pos si que eres mu decente tú! El otro día me dejaste la dormía sin pagar…
-¡Porque no sirves para nada!... Ni…
-¡Porque estabas galicoso! Además, ¿m’has tomao tú a mí por una francesa?

Me despiertan los chillidos histéricos de la ramera:
-¡Que te lo haga tu madre!... ¡Qué bien proteges tú a las mujeres desgraciás!... ¡En cuanto lleguemos a Venta de Baños, se lo digo al capitán!...
El cabito trata de calmar a la ramera, que va subiendo de tono. Luego termina ella:
-¡Sí, querías abusar de mí! Miralles tiene que defenderte, pero este señor es testigo…
La alusión de la ramera me causa profundo disgusto… Aparte de que el cabo no es culpable de nada, yo no quiero compromisos… Intervengo, agridulce:
-Joven, mire usted: si hay alguien culpable aquí, no es el señor cabo. Usted pidió capote… Y no se debe hurgar debajo de capotes ni sotanas, que… ¡todos somos hombres!
Y se da por rendida y yo la tuteo:
-Lo que tú tienes es hambre, chatita. Vas a cenar conmigo… ¡Tengo una tortilla en el maletín que se la come un muerto!... ¡Y qué par de botellas de vinazo!...
La ramera come con toda confianza y va entrando en calor con el vino recio…
El cabito ya está seguro y sigue la broma:
-Ahora voy a ser yo el que le va a decir al capitán que m’has cambiao por el señor…
La ramera se ha olvidado de todo y ríe a carcajadas:
-No ha nacío mi menda pa chivata. Te quería gastar una broma pesá… Pero, la verdá, rizosillo, es que ties unas cosas…

El cabo me avisa, muy amable:
-Si usted cambia de tren, señor, estamos al llegar…