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Entre Repúblicas
El viaje a Rusia de un cenetista.


¡A Rusia!
(V)

En el Congreso de la Sindical Roja.


Por Jesús Ibáñez.

 

Y el informe de “Bujarinito”, el “brazo derecho” de Lenin “en el dominio de la teoría”, tritura, muele y aplasta... ¡Y termina pidiendo, bajo palabra de honor revolucionario, garantías!

Todos los responsables del sindicalismo que asisten al Congreso cambian impresiones... ¡Pero nadie se atreve a dar garantías!...

Y la libertad de Volín y sus compañeros, y la expatriación “voluntaria”, y la “ayuda económica para unos meses” viene, pero como una limosna...


En mi intervención en el Congreso me correspondió la “Crítica del Movimiento Revolucionario Italiano”. Estruendosos aplausos de todos, menos de los italianos, cuyo jefe se atusa la perilla y sonríe...

Sesión final. Música y baile. En medio del coro, el viejo ochentón Tom Mann, “sindicalista revolucionario” inglés, mueve, con gran humor y sentido del ritmo lo único que puede mover: las posaderas... Me llama mucho la atención este “viejo revolucionario”. Y es que, hace mucho tiempo, me quedó grabado su nombre leyendo una carta de Engels a Sorge:
“Lo que más me repugna aquí, en Inglaterra, es la “respectability” (esta vanidosa pretensión) que ha ganado, profundamente, al mundo obrero.
Hasta Tom Mann, a quien considero uno de los mejores, cuenta, muy voluntariamente, que tiene que desayunar con el Lord Alcalde...”

Ha llegado el momento de la partida. Ñura llora como una niña. Me conmueve. Está visto: ¡tengo el corazón de mantequilla, especialmente, con las mujeres!

Maurín se va conmigo. Su novia aprovecha un descuido y me dice, con un cálido beso de buenos amigos:
-¡Esta noche me echo, también, al pico a Nin! Se queda aquí... Y, cómo me gusta...