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Entre Repúblicas
Homenaje a Blasco Ibáñez al ser condecorados
con la Legión de Honor.


Homenaje a Blasco Ibáñez.

Publicado en el diario valenciano El Pueblo.
Diciembre de 1906.
Hemeroteca Mpal. de Valencia.

 

Valencia la liberal y republicana, la que no toleró imposiciones del clericalismo, la que por encima de pasiones y odios admira todas las manifestaciones artísticas, la que venera a sus hijos predilectos y sabe hacer justicia a sus talentos, esa vistió ayer de gala y regocijose al enterarse de que el mejor pintor de sus playas y su huerta, el más ameno y exacto narrador de sus costumbres, el valenciano ilustre Blasco Ibáñez, había sido condecorado con una de las más altas distinciones que en la vecina República se otorgan.

Los admiradores de Blasco Ibáñez elogiaban a esas naciones libres que saben premiar el talento y hacer justicia a los méritos, por arriba fronteras. En todos lados se habla de ello y se recordaban las bellezas que la pluma del maestro valenciano estampó en sus obras.

Entre nuestros amigos, entre los correligionarios, entre los que formaron sus convicciones al calor de la lucha y las robustecieron llevando por enseña la republicana y por jefe a Blasco Ibáñez, entre éstos el entusiasmo era inmenso y justificado, porque la distinción del gobierno francés demuestra que no pusieron en balde sus cariños, sus respetos y su admiración.

Ni la inmunda baba de los sapos que le odian, ni la envidia de los impotentes, ni las injurias de los enemigos, llegan hasta Blasco Ibáñez: su reputación, su talento, sus obras son universales, salieron de España y llevaron por otras naciones europeas ideas y concepciones, cuadros de vida y alientos de rebeldía, gritos del arroyo y anhelos de reivindicación y de justicia. Por eso nada pudieron contra él enemigos envidiosos e impotentes.

Su fama crece, sus obras se han traducido a muchos idiomas, declarándose de texto en los liceos franceses, son leídas con avidez por los amantes de la buena literatura y elogiadas por críticos y pensadores.

Los grandes hombres, los que en esa Babel francesa, en París, figuran al frente del movimiento social europeo, los que son considerados como los campeones de la literatura, le han obsequiado y agasajado con un banquete; chillen cuanto quieran los advenedizos; graznen cuanto tengan por conveniente los alquilones de la desesperación; Blasco Ibáñez triunfó en Valencia y en España como ahora se ha consagrado su triunfo en el mundo de las letras europeas con la distinción que se le acaba de conceder.

Bien hace Valencia admirándole, respetando su nombre, enorgulleciéndose de sus triunfos. Las banderas tricolores que ayer ondeaban en los balcones de todos los centros y casinos del partido Unión Republicana de Valencia eran reveladoras del entusiasmo popular, signo de su estado de ánimo, manifestación de su cariño.

Cuando el domingo próximo los concejales del Ayuntamiento, siendo intérpretes de los sentimientos de la inmensa mayoría de la ciudad, vayan seguidos de nutrida e imponente manifestación a dar cuenta al cónsul de Francia del acuerdo de la Corporación municipal, se exteriorizarán los sentimientos del pueblo valenciano, y esas muestras de veneración y de respeto al maestro querido y al patricio ilustre.

Los pueblos son más grandes cuando mejor saben honrar a sus hijos, y Valencia no es una excepción de esta regla, máxime cuando como en este caso ocurre, la ciudad es la condecorada, ya que la hermosura de sus playas, las bellezas de su huerta y sus típicas costumbres son conocidas en el extranjero por el pincel de Sorolla y la pluma de Blasco Ibáñez.