EL PELIGRO DEL MILITARISMO ESPAÑOL Y LA NECESIDAD
DE SU MUERTE.
El
Directorio representa un peligro para el mundo. Las
naciones de régimen democrático, que son
hoy las rectoras de la humanidad, deben fijar su atención
en el actual gobierno de España, anacronismo
absurdo y peligroso.
Las
naciones de la América llamada latina sufren
la influencia de este gobierno ilegal. Desde que existe
el Directorio, algunos presidentes tiránicos
de repúblicas sudamericanas ven una justificación
de su conducta en este gobierno militarista de España,
a la que llaman "la madre patria".
Alfonso
XIII ha ido como un monarca de la Edad Media a leer
ante el Papa un discurso en el que no reconoce otros
españoles que los católicos, haciendo
abstracción de los que viven aparte de tal creencia
religiosa, como si los protestantes o los racionalistas
no tuviesen derecho a vivir.
Gracias
al gobierno del Directorio, el jesuitismo se está
apoderando de España. Alfonso XIII durante
su permanencia en Roma invitó al general de la
Compañía de Jesús a que visitase
lo que él llama "mi nación".
Creo que por primera vez, desde los tiempos de San Ignacio
de Loyola, el general de los jesuitas ha viajado oficialmente
por España, y en el momento que escribo estas
líneas aún está en ella, recibiendo
toda clase de homenajes como una especie de "Rey
Negro" que se considera en el fondo de su pensamiento,
el verdadero rey de la nación. Alfonso XIII ha
pronunciado un discurso más en la Universidad
que los jesuitas tienen en Deusto. La Compañía
de Jesús aprovecha esta racha de influencia que
le proporciona el Directorio y pretende que Miguelito
le conceda el privilegio de la enseñanza de la
religión en las universidades, medio seguro de
tenerlas bajo su influencia.
Ser
protestante o tener otras ideas religiosas que las católicas
es en España algo vergonzoso que hay que mantener
oculto. Los templos no católicos sólo
pueden existir en el interior de los edificios, sin
tener signos exteriores sobre la calle, disimulándose
como si fuesen lugares de perdición.
La
persistencia del Directorio militar en el Gobierno y
de Alfonso XIII en el trono de España representan
un peligro para la paz del mundo. Alfonso XIII está
a sueldo de la casa Krupp y de todas las casas alemanas
que quieran darle una buena propina.
He
dicho en otro capítulo que el rey de España
es accionista de la Compañía de Navegación
Transmediterránea. Tiene tres mil acciones liberadas
que le regalaron a cambio de que apoyase con su influencia
a la citada compañía. Esta es la que
hace con sus vapores el servicio de tropas y el transporte
para la guerra de Marruecos. De ello resulta que el
rey tiene un interés financiero en que dure la
guerra. Mientras más se prolongue, la Compañía
Transmediterránea hará negocios mayores
y él podrá cobrar mayores dividendos.
La
Transmediterránea poseía unos astilleros
importantes en el puerto de Valencia y los ha vendido
recientemente a la casa alemana de Krupp. Los accionistas
de dicha Compañía de navegación
con motivo de tal venta se dividieron en dos grupos.
Uno estaba compuesto de accionistas de ideas liberales,
partidarios de los aliados. Dicho grupo se resistía
a vender los astilleros a Krupp por ser una casa alemana,
adivinando la finalidad que perseguía al querer
realizar dicha compra. Pero el rey, con sus tres mil
acciones, que están representadas por uno de
los cortesanos, se decidió a favor de la venta,
y esta fue acordada por enorme mayoría. Desde
hace meses, los importantes astilleros de Valencia pertenecen
a la casa Krupp.
Además, la misma casa Krupp acaba de comprar
valiosas fundiciones de hierro en Barcelona y va a adquirir
otros establecimientos en Tarragona para hacer instalaciones
marítimas y grandes talleres. Todo bajo la protección
y el apoyo oculto de Alfonso XIII.
No
hay más que examinar un mapa de la costa mediterránea
de España, Barcelona, Tarragona, Valencia, todo
es ya de Krupp a estas horas, y se dice que el movimiento
de expansión alemana va a continuar bajo el protectorado
de Primo de Rivera y Alfonso XIII, instalándose
nuevos establecimientos de Krupp en Málaga y
también en Algeciras, junto a Gibraltar. Francia
e Inglaterra dirán qué les parece esto.
Los
establecimientos Zeppelín va a instalarse igualmente
en Sevilla. Con el pretexto de intentar una comunicación
aérea entre España y la América
del Sur, creará Alemania en el corazón
de la península un centro productor de máquinas
volantes de guerra.
España,
tiranizada en su vida íntima, se ve arrastrada
exteriormente a desempeñar un papel desleal y
odioso ante las naciones más afines a ella.
Hora es ya de que termine esta indigna y equívoca
situación y eso sólo puede conseguirse
echando abajo al causante de todos los males actuales,
al que representa la institución corrupta que
ha arrastrado a España a su triste situación
actual.
Alfonso
XIII debe desaparecer del suelo español. El y
algunos generales del Directorio tienen tal conciencia
de su fracaso que en estos momentos sólo piensan
en hacer dinero para asegurar su porvenir. Nunca en
la historia de España se vio tal avidez por saquear
a la nación, favoreciendo negocios particulares.
En sólo un año de gobierno militarista
se han consumado negocios inauditos. Van dadas concesiones
escandalosas a compañías de ferrocarriles.
Se ha otorgado el monopolio de los teléfonos
en toda España a una sociedad sin concurso ni
subasta, gracias a enormes propinas repartidas previamente.
Hasta se ha hecho un privilegio de la reventa de espectáculos
(teatros, cinemas y corridas de toros), confiando dicho
privilegio a un individuo por un millón de pesetas
anuales que entrega ostensiblemente a la hacienda pública
y algo más que reparte en secreto a los que le
proporcionan tan bonito negocio.
El
jugador Primo de Rivera ha suprimido el juego en los
últimos tiempos y todos saben que esta prohibición
es para preparar mejor el futuro negocio, para hacerlo
más apetecible, dando el monopolio del juego
en toda España a una empresa que entregue públicamente
una cantidad para obras benéficas y pague en
secreto otra suma mucho mayor a los que le proporcionen
dicho privilegio. Ya se habla de individuos y empresas
que se disputan este negocio. Unos mencionan al inevitable
M. Marquet, otros a una casa francesa, otros a un multimillonario
griego que tiene gran participación en Monte
Carlo.
El
rey y sus socios proceden como las gentes sin conciencia
que al verse obligadas a abandonar una casa se llevan
los clavos de las paredes. De todo quieren hacer dinero,
aprovechando la situación presente, situación
excepcional en la que no existe Parlamento que pueda
fiscalizar los actos gubernamentales y la prensa está
amordazada, publicando únicamente lo que le permite
la censura.
Agentes
que presumen de estar bien apoyados van proponiendo
monopolios a banqueros de Francia, de Inglaterra, de
los Estados Unidos, a cambio de gruesas comisiones.
Yo he tenido el honor de estorbar algunos de estos negocios
y aprovecho la ocasión para decir a los capitalistas
de todos los países:
-No aceptéis negocios con la actual tiranía
militar, ni con Alfonso XIII, el rey de las comisiones
y las acciones liberadas. Cuando España recobre
su vida legal y vuelva a vivir en pleno goce de sus
derechos, someterá a una revisión todos
los negocios de la época del Directorio y
es casi seguro que se negará a reconocerlos,
primeramente por haber sido realizados en una época
ilegal y, en segundo término, porque la mayoría
de ellos son un resultado del soborno.
La
monarquía que ha envenenado la mentalidad nacional
y reblandecido el carácter viril del español,
cuenta con la indecisión y el miedo de las clases
conservadoras.
-Si se va el rey, ¿qué pasará?
-se preguntan millares de gentes simples.
Seguramente que no pasará nada tan terrible y
absurdo como la presente guerra de Marruecos, y
España, en cambio, se colocará en una
postura de pueblo moderno, siendo mejor considerada
por las grandes naciones civilizadas, que bien lo necesita...
Después
de la última guerra han desaparecido de Europa
dieciocho reyes y las naciones no han muerto por eso.
Alfonso XIII será ahora.
Estas
gentes asustadizas, de inteligencia vacilante y miedo
pueril obran lo mismo que si al sentir arder sus vestidos
interiores no se atreviesen a moverse, por miedo al
cambio de postura. De continuar inmóviles acabarán
por arder vivas, pero cuando intenten defenderse ya
será tarde.
Gastamos
en la guerra CINCO MILLONES DE PESETAS todos los días.
¿Puede esto prolongarse? España es pobre.
La guerra europea hizo entrar en el país doce
mil millones oro, lo que produjo un bienestar pasajero
que hubiera podido prolongarse dedicando esta riqueza
inesperada a las obras de la paz. Pero la mayor parte
de tal riqueza la ha consumido una burguesía
imbécil que se dejo timar por los alemanes comprándoles
marcos, y el resto se disuelve en los derroches de una
guerra infructuosa que nadie quiere.
Yo
comprendo la guerra y la muerte por defender el territorio
nacional; por mantener la integridad de la patria, pero
¿qué nos importa a nosotros Marruecos?...
Podrá importarle a Alfonso XIII que desea jugar
al Kaiser, empleando la juventud española como
si fuese una caja de soldados de plomo. Le puede importar
a la parte del ejército inconsciente o rapaz,
que necesita una guerra para adquirir ascensos o hacer
negocios, aunque perezca el país. Le puede interesar
a los fanáticos que hablan aún de la cruz,
de la media luna y quieren continuar la guerra contra
los moros, como en la Edad Media.
Mas
hay una parte del ejército que es honrada, verdaderamente
patriota, y maldice en silencio esta guerra estúpida,
inútil, sangrienta y de inciertos resultados;
guerra que es del rey y no de la nación. Existen
las madres y las esposas que lloran una lucha sin gloria
en la que han perecido más de veinticinco mil
hombres, o sea, la cuarta parte del ejército
combatiente. Existimos todos los españoles que
estamos pagando desde hace catorce años este
capricho real del eterno adolescente.
-¿Qué
pasará si se va el rey? -vuelve a repetir con
tono de balido el rebaño de los simples y los
miedosos.
Pasará que todos los españoles de buena
voluntad nos juntaremos para crear de nueva una nación
española que hace años dejó de
existir. Todos podrán colaborar en esta obra
santa: los que trabajan con sus manos, los que producen
con su cerebro, los que llevan al cinto una espada honrada
o empuñan un fusil y desean servir con sus armas
a la nación, no a una dinastía, ni a una
clase determinada; todos los españoles, en fin,
que amen a España y deseen verla gobernada por
ella misma.
Que
hable por primera vez, después de medio siglo
de silencio, la voluntad nacional. Que desaparezcan
esos hambrientos de placeres y de riquezas que van de
uniforme a todas horas, dicen vanidosamente a cada momento:
"nosotros los soldados" y no sirven para ser
soldados, pues harto lo han demostrado en una guerra
que ellos mismo provocaron y cultivaron.
La
monarquía de los Borbones fracasó completamente.
El Directorio, que es su última obra, ha
fracasado también, pero al morir se agarra al
rey con los brazos succionantes del pulpo y lo retiene
prisionero para arrastrarlo en su ruina.
Alfonso
XIII vive en la actualidad cautivo de Primo de Rivera,
su cómplice en el asesinato constitucional. El
dictador conoce bien el carácter falso del rey,
su deslealtad con los amigos, su afición a enredos
y conspiraciones. Sabe que busca el auxilio de otros
generales para hacerle caer y no oculta el concepto
que le merece por tales manejos. Como respeto la vida
interior de las familias, no me atrevo a repetir las
palabras injuriosas y soeces con que Primo de Rivera
designa muchas veces a su rey.
Alfonso
XIII evita mostrarse en público. Pasa semanas
enteras en sus posesiones reales y ni aun así
consigue verse libre de la vigilancia recelosa de Primo
de Rivera. Dos capitanes designados por el Directorio
le siguen de lejos en sus paseos, le espían o
permanecen de guardia en su antesala. La censura del
Directorio abre todas las cartas dirigidas a Alfonso
XIII. Primo de Rivera teme que se entienda con otro
general cortesano, -como se entendió con él-,
preparando un segundo golpe de estado contra el Directorio.
Según
parece, entre los generales españoles afectos
a la monarquía existen ya varios grupos que se
miran con hostilidad. Gracias a Alfonso XIII, el generalato
español es hoy un generalato al estilo de México.
Sobre sus gorras con entorchados se ve el gigantesco
sombrero a la mexicana de Pancho Villa. Pero hay que
añadir en honor de los generales mexicanos que
éstos, a lo menos, cuando se odian se hacen la
guerra y se fusilan, tranquilamente. Los Obregones de
España se tienen miedo unos a otros y únicamente
se molestan con chismes, murmuraciones e ironías
femeninas, como la de Primo de Rivera al echar de España
a su rival Cavalcanti, enviándole a estudiar
la organización de los... ejércitos balcánicos.
No
es difícil reconstruir España de una forma
moderna, tranquila y progresiva. Ante todo, que se vaya
el rey. Haremos lo que acaba de hacer Grecia. Se
constituirá un gobierno provisional compuesto
de todos los elementos no contaminados por el régimen
caído, y nación podrá expresar
su pensamiento libremente al restablecerse la vida constitucional
y recobrar todos los individuos el absoluto goce de
sus derechos.
Durante
dos o tres meses se hablará con libertad, se
discutirá serenamente aleccionados por esa pesadilla
que estamos sufriendo, y será organizado un plebiscito
nacional en el que votarán todos los ciudadanos
la forma definitiva del gobierno español. Si
la inmensa mayoría del país se decide
por la monarquía, así será, aunque,
indudablemente, la tal monarquía tendría
que ser con un rey más limpio y probo que el
actual.
Digo
esto como muestra de imparcialidad y de respeto a la
opinión española; pero sé bien
que la hipótesis de que la forma monárquica
fuera triunfante en un plebiscito después de
lo que está ocurriendo en el presente, es como
hablar de la probable salida del sol a media noche.
Alfonso XIII, el autor del desastre de Annual, del telegrama
"Olé los hombres", se ha encargado
de demostrar hasta a los más tardos de inteligencia,
lo que cuesta a un pueblo tener por rey a un Borbón.
Si
dicho plebiscito proclama la República, tendremos
una república verdaderamente nacional en la que
se podrán desenvolver todas las aspiraciones
de los españoles, las cuales, aunque parezcan
contradictorias, estarán guiadas por el común
deseo del bien de la patria.
La República es la paz, es la escuela, es el
respeto y la libertad de todas las opiniones, es el
ejército verdaderamente nacional al servicio
de la ley, sin aventuras y sin robos, con el militar
conociendo bien su oficio; un ejército como los
de Francia, de Suiza, de los Estados Unidos; ejércitos
de república que han cumplido mejor sus deberes
profesionales que el organizado corruptoramente por
la monarquía española.
Dentro
de la República, vivirán como adversarios
corteses y tolerantes los españoles que hoy se
hacen una guerra civil sin entrañas, justamente
indignados por los atropellos y los crímenes
de que han sido objeto. Las masas obreras, perseguidas
brutalmente como bandas de animales feroces, se mostrarán
iguales a las de otros países, defendiendo sus
derechos pacífica y razonadamente dentro de un
régimen de libertad, bajo una ley igual para
todos. Las clases capitalistas no verán su dinero
derrochado por la guerra ni tendrán que dar propinas
corruptoras para emprender negocios de pública
utilidad. El capital y el trabajo vivirán como
en los grandes países civilizados. En ninguno
de ellos se ha encontrado todavía la solución
para sus antagonistas seculares, pero los conflictos
económicos se van resolviendo en una forma culta
y no por el asesinato, como lo ha venido haciendo la
monarquía española. Los partidarios de
la vida autonómica regional no tendrán
que apelar a un separatismo que resultaría inútil
y pernicioso para ellos mismos. Podrán vivir
una existencia propia, como la viven los estados autónomos
dentro de las república federales de Suiza y
los Estados Unidos de América.
Mas
para que resulte posible estas transformación
nacional es preciso que primeramente desaparezca el
rey. Mientras exista dentro de España debe considerarse
grotesco todo intento de gobierno nacional y de plebiscito.
Es un enredador, un intrigante, un biznieto de Fernando
VII, que esparce en torno de su persona una acción
corrosiva, semejante a la tinta que segregan ciertos
moluscos...
Además,
sería un bien para él y una tranquilidad
para los nuevos gobernantes el verle lejos de España.
Alfonso
XIII debe ser procesado al recobrar la nación
su vida normal. Es de justicia. Veinticinco mil
cadáveres de españoles, cuyos huesos blanquean
sobre la tierra de Africa, lo exigen con la voz silenciosa
del más allá.
Y
los procesos de los reyes, cuando éstos no se
alejan previamente, acaban a veces de un modo trágico.
De esto saben algo la Inglaterra de Cronwell y la Francia
de la Convención.
Noviembre,
1924
V. Blasco Ibáñez
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Este
folleto, que se conserva en la Hemeroteca Municipal
de Madrid, fue editado por "Comité Central
Pí y Margall Pro-República Española",
domiciliado en el nº 110 de la calle Lerdo, en
México D.F. Los emigrantes españoles que
integraban la dirección de dicho Comité
eran los siguientes:
Presidente,
Lic. Manuel Jiménez.
Vicepresidente, Dr. F. Rodríguez Turiello.
Secretario general, Luis Alva.
Tesorero, C. Islas Allende.
Esa
edición vio la luz el día ocho de Febrero
de 1925, día de la Constitución Mexicana.
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