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Recuerdo y homenaje a Vicente Blasco Ibáñez.
                                                



El pasado 28 de Enero se cumplía el septuagésimo quinto aniversario de la muerte de Vicente Blasco Ibáñez. El culturetismo oficial consideró conveniente que dicha efemérides pasara desapercibida, envuelta en el manto de un tan premeditado como discreto silencio. No hablar, no reeditar, no reponer sus obras en los estantes de las bibliotecas públicas, menguar las referencias en los libros de texto... Son los nuevos métodos, las nuevas formas de la vieja censura que hoy se reviste con ropajes "democráticos" y se desenvuelve con las tácticas jesuíticas del "nunca de frente"; un jesuitismo que Blasco Ibáñez tan rudamente combatió.

En la madrugada de aquel veintiocho de Enero del año 1928 fallecía el gran novelista en su villa de la Costa Azul francesa, la renombrada "Fontana Rosa" del pueblo de Menton, donde se había exiliado voluntariamente hacía varios años. Las complicaciones que siguieron a una gripe mal curada terminaron con su vida un día antes de que cumpliera los sesenta y un años. Allí estaba su segunda mujer, la chilena Elena Ortúzar, con la que se había casado después de enviudar de María Blasco. Alertados por los médicos, acababan de llegar de España los tres hijos de Blasco Ibáñez: Mario, Sigfredo y Libertad, junto con el marido de ésta, Fernando Llorca.

En Menton, la ceremonia civil del entierro paralizó la vida de la ciudad. Altas representaciones del gobierno francés; el prefecto del departamento de los Alpes Marítimos; el general Frey, en nombre del Comité de la Legión de Honor, que impuso una condecoración póstuma; toda la ciudad con su alcalde al frente; diversas delegaciones venidas de su Valencia natal con su último alcalde constitucional, y algunas personalidades del exilio español en Francia. La continua avalancha de telegramas de condolencia enviados desde todos los rincones del mundo colapsaron durante días la estafeta mentonesa.

A las diez de la mañana del martes se formó el cortejo fúnebre. El cuerpo sin vida de Blasco Ibáñez estaba envuelto en una señera bordada en seda. El féretro, que contenía unos puñados de tierra española, fue sacado a hombros de su hijo Sigfredo, Eduardo Ortega y Gasset, el periodista Jiménez, Joaquín Belda, Sanchís, Leone y Carlos Esplá. Una compañía del regimiento de cazadores alpinos, al mando del comandante Gart, rindió los honores militares. Cuando la comitiva llegó al cementerio comunal, situado en una colina desde la que se divisa el mar, las personalidades presentes pronunciaron sentidos discursos antes de la inhumación del cadáver.

En Valencia, a la dictadura de Primo de Rivera no le quedó otro remedio que autorizar todos los actos de homenaje y demostraciones de cariño que el pueblo le quiso tributar. Frente a la casa natal de Vicente Blasco Ibáñez, en la calle Flor de Mayo, confluían auténticos ríos humanos y los ramos de flores allí depositados cubrían toda la fachada. El día treinta y uno, se formó una manifestación de más de ochenta mil personas que cubrió el trayecto de ida y vuelta entre la Casa de la Democracia Republicana y la natal de Blasco Ibáñez. Presidía el cortejo el nieto del escritor, Mario Llorca, el ex diputado y director de "El Pueblo", Azzati, otros ex diputados y ex concejales, y directivos republicanos.


"Yo soy un hombre de acción , que he hecho en mi vida algo más que libros."

No alcanzó a vivir Blasco para ver el fin de la dictadura primorriverista, la posterior caída de la monarquía y la instauración de su ansiada República. ¡Lástima! Pero el pueblo sí se acordó de él. Y un gobierno de derechas, pero republicano, devolvió con todos los honores sus restos a la ciudad que le había visto nacer.

A bordo del acorazado "Jaime I", al que escoltaban los destructores de la Armada "Churruca" y "Alcalá Galiano", acompañados por el crucero francés "Lorraine", los restos de Blasco Ibáñez atravesaron el Mediterráneo con rumbo a Valencia.

A las once y media de la mañana del domingo treinta de Octubre de 1933, la grúa del "Jaime I" depositaba en el muelle de Poniente el féretro cubierto con la bandera nacional. En la tribuna, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, ministros, diputados y autoridades militares; Macía, presidente de la Generalidad de Cataluña, acompañado de varios consellers; autoridades municipales y otras personalidades, entre ellas, Lerroux, Gordón Ordax y Botella Asensi. Los buques de guerra comenzaron a disparar salvas de veintiún cañonazos, las tropas presentaron armas y la banda de música entonó el himno nacional.

A hombros de cuatro marinos y escoltados por dos hileras de tropas de marinería, los restos de Vicente Blasco Ibáñez fueron conducidos ante la tribuna presidencial y depositados en un armón de Artillería. Alcalá Zamora descendió de la tribuna y permaneció largo rato contemplando el féretro, formando él en solitario la primera presidencia del duelo al ponerse en marcha la comitiva. Cuarenta aviones e hidros evolucionaban a baja altura sobre la ciudad y arrojaban flores al sobrevolar el féretro. La capilla ardiente quedó instalada en la Lonja, donde permanecería una semana hasta la inhumación definitiva. Cuatrocientas mil personas, muchas de ellas llegadas de todos los rincones de España, se estima que participaron en este postrer homenaje al escritor republicano...

Consulto el callejero de las principales ciudades asturianas y veo que el nombre de Vicente Blasco Ibáñez no ha merecido rotularse en ninguna de ellas: al borrón franquista le ha seguido el "olvido" de los partidos de la segunda restauración borbónica. No importa que se trate del novelista español del siglo XX más leído en el mundo y que mayores éxitos cosechó en la industria cinematográfica. Tampoco da mucho más que haya sido uno de los grandes periodistas y el de más fama fuera de las fronteras nacionales. Y no es de mayor interés que haya sido la suya toda una vida fiel a unas ideas y a unos principios, tanto en la pobreza y la derrota, como en el triunfo y la opulencia...

No, ningún mérito parecerá suficiente al régimen actual y a su conglomerado cultural cuando se trate de una persona republicana de cepa y abolengo, que no perdió oportunidad para combatir con su pluma, con su voz y su fortuna por la causa de la libertad, de la igualdad y del progreso. Tanto en las páginas de una novela como en el papel efímero de un periódico, desde la tribuna de Las Cortes o en el mitin callejero, en los lujosos salones internacionales o en los inmundos calabozos de las prisiones militares, en la barricada callejera y en el duelo a pistola...

Vicente Blasco Ibáñez, que no se casó por la Iglesia ni bautizó a sus hijos ni quiso sacerdotes en su entierro, que siempre luchó contra esos males eternos de España llamados monarquía borbónica, militarismo, clericalismo y fanatismo religioso: "¡peligro!"

MAS COSAS DE INTERÉS SOBRE BLASCO IBÁÑEZ SE PUEDEN ENCONTRAR EN LAS SIGUIENTES WEBS:

http://www.epdlp.com/blasco.html

http://www.serconet.com/historia/blasco.htm

http://www.e-valencia.org/article.php?sid=2425

http://www.fh-augsburg.de/~harsch/hispanica/Cronologia/siglo20/Blasco/bla_intr.html

http://www.ale.uji.es/blascuen.htm

http://www.el-mundo.es/larevista/num126/textos/blasco1.html

http://www.prairienet.org/ejahiel/four_horsemen_of_the_apocalypse.htm

http://www.argyro.net/demo/cinema/Apocalyp.htm

http://www.mhsinformatica.com/rafaelpoveda/blascoibaezenazorin.htm

http://www.izqrepublicana.es/documentacion/blasco.htm

http://www.menton.com/gardens/fontana.htm

http://www.culture.fr/culture/inventai/itiinv/archixx/imgs/p56-03.htm

http://www.elhabanero.cubaweb.cu/2001/nro48_01feb/cult_1feb039.html