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El colapso de las autopistas centroeuropeas.


Por Julio A. Suárez.

 

 

Las autopistas de las áreas industriales del centro de Europa hace años que han superado con creces su capacidad para absorber el tráfico rodado. En realidad, podría decirse que las autopistas han dejado de existir. Lo que hay se parece más a las antiguas carreteras nacionales de los años sesenta, pero con un parque automovilístico de comienzos del siglo XXI.

Son los camiones los que han convertido a las autopistas en carreteras nacionales de un solo carril. Media autopista está ocupada, veinticuatro horas sobre veinticuatro, por una impresionante serpiente de gran tonelaje que, en su veloz reptar, invade también el segundo carril, haciendo valer la vieja ley del más fuerte.

Todos los gobiernos europeos, o casi, se han apuntado a la cacería del indefenso automovilista sin escatimar ni medidas ni medios. Pero no se han atrevido con el aguerrido gremio de los camioneros. Por ejemplo, causa estupor que tantos y tantos límites de velocidad, de más que dudosa justificación, sean iguales para los automóviles de hoy en día que para mastodontes articulados de más de cuarenta toneladas. Sin olvidar a los inestables furgones y furgonetas conducidos por auténticos kamikazes.

Las autopistas son las mismas que hace veinte o treinta años, salvo en algunos países atrasados, como Portugal, Grecia y España. Pero en estos últimos tiempos se han incorporado a la UE una buena porción de países de la antigua órbita soviética y se han abierto las fronteras de otros más. Con el incremento del comercio ineludiblemente viene el transporte de esas mercancías: decenas de miles de camiones polacos, lituanos, bielorrusos, checos, húngaros… han invadido las autopistas y las carreteras europeas. Es un río interminable de acero, caucho, ruido y humo que se embalsa y sube de nivel cuando encuentra la menor dificultad en su cauce. Nadie parece haber hecho una previsión y nadie apunta ninguna solución. Mientras, el tren, el transporte marítimo de cabotaje y el fluvial, languidecen. Eficiencia frente a conveniencia.