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El PSOE siempre tiene dinero
para la Banca (amiga).



Por Carmelo de Samalea.

Ya se sabe que nuestros bancos y cajas de ahorros son muy solventes y sus gerifaltes unos ejemplos vivientes de honradez, eficacia y austeridad. Que por eso les dedicaron ese programa de exaltación personal y corporativa en TVE el sábado pasado a la hora de mayor audiencia. ¡Sí, señor!

Pero detrás tienen una historia un tanto siniestra que tratan de ocultar por la razón inversa que nos conviene ahora recordarla.

Entre finales de los años setenta del pasado siglo y mediados de los ochenta, más de la mitad de las entidades de crédito existentes en España tuvieron que ser intervenidas por el Estado. El coste del saneamiento superó los dos billones de pesetas (de la época).

A finales de 1982, estalló el escándalo de Banca Catalana, primera institución financiera de dicha comunidad autónoma. La inspección del Banco de España había detectado un agujero de 6.762 millones de pesetas, pero la auditoría de PW determinó que la profundidad exacta era de 100.000 millones. Cuando el Fondo de Garantía de Depósitos terminó su revisión, el pozo tenía 250.000 millones de pesetas de profundidad. Por allí andaban Jordi Pujol, su cuñado Francesc Cabana y su equipo: sociedades instrumentales, créditos ficticios a directivos de la patronal catalana, recompra de acciones por sociedades fiduciarias creadas ad-hoc, retirada y cancelación cuentas minutos antes de la intervención, etc., etc.

Según cuentan Díaz Herrera y Durán en su libro Los secretos del Poder, el gobierno de Felipe González le “regaló” Banca Catalana al Vizcaya: con la información facilitada por Carlos Solchaga y José Aureliano Recio, el presidente del Vizcaya (Pedro de Toledo) colocó los 161.000 millones de pesetas prestados por el Banco de España y el Fondo de Garantía de Depósitos para sanear el banco en una emisión especial de obligaciones del Estado, al 18 por ciento.” Con los intereses se hizo la reconversión de Banca Catalana sin que al Banco Vizcaya le costase un duro.

Como se sabe, Pedro de Toledo mantenía excelentes relaciones con los ministros Solchaga y Aranzadi, de los cuales había sido jefe cuando trabajaban para el servicio de estudios del Banco Vizcaya.

En 1989, la banca española obtuvo unos beneficios de 449.562 millones de pesetas, cantidad nunca antes alcanzada. Solamente la banca de Irlanda y la de Gran Bretaña superaron los resultados de la española en el período 1987-1992.