asturiasemanal.es
laboral ecología cultura opinión política etcétera
   
con tacto
   

Y el BSCH, de alquiler.

Por Julio A. Suárez.


¿Qué habrá sido de aquella pareja de pipiolos? Parece que les estoy viendo. Fue hace cuatro o cinco años. Estaba yo mirando los periódicos en la cafetería y se sentaron en la mesa de al lado. El, con corbata y traje de Hipercor, y ella, muy curiosa y muy arreglada. Andarían rondando los treinta años. Hablaban, hablaba él, de comprar un piso. Por las palabras y por los razonamientos que utilizaba para convencerla, me pareció que él habría hecho económicas o empresariales. Mucho euribor y mucho TAE en cada frase.

¿Cómo les irá? No los volví a tropezar por el barrio, pero sé que compraron un piso, que se casaron y que tuvieron un hijo. ¿Qué dirá ahora aquel listillo del euribor y de la hipoteca a veinticinco o treinta años? Eso sí, que les quiten lo bailao; sobremanera a él, que se veía a las claras que le había levantado aquella moza tan galana a otro en un descuido.

Uno de los fallos más clamorosos que tuvo la banca española, a mi modo de ver, con los productos hipotecarios es que mientras obligaba a hacer un seguro de vida, ahora que la esperanza de vida es tan alta, se olvidó de exigir un seguro de cuernos, ahora que son tan cotidianos. Un grave error no haber tenido en cuenta los efectos de la madera del aire en la morosidad de los clientes, porque en cuanto aparecen los cuernos la hipoteca empieza a ser subprime.

Los hijos de los que vieron Mayo del 68 en el blanco y negro del telediario franquista, alentados y avalados por sus padres, consideraron que, como decía el innombrable, mejor que proletarios era ser propietarios, propietarios de 50 metros cuadrados en altura para lo del sabadín, sabadete…

Unos/as, no se casan; otros/as, se divorcian; algunos/as, ni se enamoran. Nada de compromisos, todo efímero, circunstancial y eventual. Menos la hipoteca. Y el banco, ése sí que no se olvida de ellos.

Hipotecadas de por vida las jóvenes generaciones españolas, que vale tanto como decir encadenadas y sometidas, nos enteramos que los bancos y las cajas viven de alquiler: ¡Carallo!

El señor Botín, dueño del BSCH gracias a que tiene el cero coma no sé cuantos de su capital, ha vendido la famosa Ciudad Financiera de Boadilla del Monte que acababa de inaugurar a bombo y platillo hace tres o cuatro años. Se la vendieron a un grupo británico llamado Propinvest en 1.900 millones de euros, pero con un contrato de alquiler por 40 años y opción de recompra. Afirman que la operación ha generado al BSCH unas plusvalías de 605 millones de euros. Cuando el señor Botín tomó la decisión de vender todos los inmuebles del banco, excepto el del Paseo de Pereda, en Santander, los demás bancos y cajas se pusieron inmediatamente a hacer lo mismo.

83 millones de euros de renta anual, incrementada cada año 1,75 veces el IPC europeo, pagará el BSCH ¿Se puede fiar uno de esta gente? ¿Quién es Propinvest? ¿Qué pasaría si se hiciera lo mismo con los edificios de los hospitales, las escuelas, los ayuntamientos, o con las instalaciones industriales? ¿O es que lo que es bueno para los banqueros no vale para los demás?