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Caleao, Asturias: un pantano innecesario, pero un
negocio provechoso (II)

Por Juan Robles

 

En el informe “Población, administración y territorio en Asturias” se considera que el pantano que el gobierno asturiano quiere hacer en Caleao es de difícil justificación. Este informe fue coordinado por el geógrafo de la Universidad de Oviedo Aladino Fernández, alcalde socialista que fue del municipio de Langreo. Encargado por el Consejo Económico y Social de Asturias, se esperó un año a peditarlo para que viera la luz una vez celebradas las elecciones municipales y autonómicas.

Es sabido que el Ministerio de Medio Ambiente, siguiendo las directrices europeas, considera que en Asturias ya hay muchos embalses y no es partidario de la construcción de más. Por otra parte, hay que recordar que las mismas autoridades, presididas por Vicente Alvarez Areces, que en 1996 promovieron la declaración de ese territorio como Parque natural y en 2001 como Reserva de la biosfera, son los que ahora defienden la construcción del pantano sin haber hecho una evaluación ambiental de los daños que ocasionaría la gigantesca obra.

Esas autoridades, y las que las precedieron, no han sido capaces de solucionar en los últimos treinta años el problema del saneamiento de los pueblos de la cuenca superior del Nalón. No existen depuradoras y los vertidos se hacen directamente al río. Esta situación obliga a que la planta potabilizadora tenga que realizar tratamientos fisicoquímicos de dudosa conveniencia para la salud humana a largo plazo.

Las autoridades asturianas tampoco han facilitado los datos reales de los consumos de agua y el detalle de los mismos según su uso: domésticos, industriales y agrícolas. Las previsiones de consumo a corto, medio y largo plazo se desconocen igualmente.

Las nuevas demandas de agua estarían ligadas fundamentalmente a la creación de nuevos grupos termoeléctricos y al crecimiento de la construcción de segundas viviendas en la costa.

Queda claro que el pantano de Caleao es la obra que más les conviene a los hormigoneros y los kilovólticos, y al gobierno regional que los ampara.