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El sentido común dicta que solo se debe hacer el esfuerzo económico de subvencionar las rutas aéreas que traigan turistas a Asturias, no las que lleven asturianos a gastar los cuartos fuera de la región
La "conectividad aérea"

Por José Antonio Rodríguez Canal.
(3-9-2018)

 

Está en marcha una nueva ofensiva para que el Gobierno autónomo gestione mejoras en la “conectividad aérea” de Asturias, eufemismo utilizado para exigir que el erario regional subvencione a las compañías de aviación con el fin de que abaraten los precios de los viajes con destino y origen en el aeropuerto de Asturias, y también amplíen el catálogo de líneas que constituye su oferta actual en relación con el aeropuerto asturiano. Esta clase de dopaje directo a la vena económica de las aerolíneas se suele enmascarar con una envoltura de campaña de promoción turística, porque las subvenciones de este tipo están prohibidas por la Unión Europea. La simulación descrita, sin embargo, es práctica habitual en toda Europa, con los gobiernos de las regiones, e incluso algunos ayuntamientos, como pagadores.
El caso de Asturias no ha sido una excepción y los avances en la “conectividad aérea” en el periodo 2016-2019 cuestan a las arcas de la Administración del Principado 6.222.652,41 euros (IVA incluido) cantidad a la que habría que sumar la correspondiente por los 500.000 euros anuales que cobraba EasyJet hasta el primer trimestre de 2016, más los 700.000 euros ya aportados a Volotea, en conjunto, por la Fade, las cámaras de comercio asturianas y los ayuntamientos de Oviedo, Gijón y Avilés. Total, una millonada (quedan por pagar 1.091.420 euros, a percibir por Volotea, correspondientes a 2019) que solo tiene sentido desembolsar si se trata de estimular la llegada de turistas a Asturias o, desde el punto de vista del mundo de los negocios, para facilitar el enlace de la región con algún aeropuerto europeo que concentre muchas conexiones internacionales. En este aspecto está claro que las preferencias deberían apuntar a Londres-Heathrow, ParÍs-Charles de Gaulle, Amsterdam, Fráncfort y Madrid, que son, además del aeropuerto de Estambul, los más importantes de Europa, por este orden, en tráfico de pasajeros. El de Madrid, además, suma la condición de aeropuerto de capital de la nación, lo que aconseja la aplicación de incentivos económicos para que haya enlaces aéreos con Asturias con frecuencias y precios razonables. Igual que con el AVE y las autovías se facilita el acceso a Madrid, la vía aérea no tiene por qué ser discriminada. Lo que carece de sentido es subvencionar los viajes vacacionales desde Asturias, en avión, a los usuarios del aeropuerto asturiano, residan o no en Asturias, y facilitarles así el gasto fuera de la región con parte de los impuestos recaudados en Asturias. Es absurdo, como lo es, en otro orden de cosas, la complacencia por las excursiones de la ‘mareona’ del Sporting: cuanto más masivo sea el desplazamiento, mayor será el lucro cesante de la hostelería gijonesa, en particular. Y hay quien alardea de este despropósito. En fin…
Lo cierto es que el flujo turístico hacia Asturias por medio de las líneas aéreas subvencionadas es mensurable sin dificultad, se puede contar el número de turistas que llegan por esa vía a la región. La divulgación de las cifras sería elocuente, por la irrelevancia de su cuantía en proporción con el esfuerzo económico realizado, siempre que no se cuente como turistas a los pasajeros que hacen el viaje de ida y vuelta desde Asturias ni a los asturianos residentes fuera del Principado que vuelven a casa por Navidad, en Semana Santa, durante el verano o cuando les pete. En este sentido, al aludir a la conveniencia de facilitar los viajes a Asturias de los asturianos que viven allende las fronteras regionales, no por hacer más ruido, glayar más fuerte, se tiene más razón. Los residentes en los archipiélagos españoles y en Ceuta y Melilla, como toda la población isleña y de las ciudades autónomas, ya disfrutan de una generosa subvención estatal del 75% en sus pasajes. Y quienes estén avecindados en el extranjero, en Londres y su entorno, por ejemplo, no tienen más derecho que los migrantes asturianos en Girona o Ayamonte a que se le abaraten los viajes a la región de origen. Ser uno de los 2.300 asturianos censados en Gran Bretaña no tiene por qué suponer un privilegio en relación con los otros ciento trece mil y pico asturianos que dicen que hay por el mundo. El sentido común dicta que solo se debe hacer el esfuerzo económico de subvencionar las rutas aéreas que traigan turistas a Asturias, no las que lleven asturianos a gastar los cuartos fuera de la región, y las que enlacen el Principado con alguno de los grandes aeropuertos europeos, además de Madrid, para facilitar la actividad económica regional. La experiencia no permite ser optimista en cuanto a la aplicación de la racionalidad en la distribución de los limitados recursos disponibles. Ver veremos lo que hace ahora el Gobierno domiciliado en Oviedo.