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La corbata y la bombilla.

Por Carmelo de Samalea.

 

Ya se sabe que la misión de los políticos, incluidos los que gobiernan, no es la de solucionar los problemas de la sociedad, sino la de tratar, simplemente, de sobrevivirlos. Por ello, los políticos, incluidos los de la oposición, no se ocupan, y yo creo que tampoco se preocupan, de debatir, elaborar alternativas y, mucho menos, legislar para que la nación avance por la senda de la libertad, de la igualdad y de la justicia.

Durante cuatro años y cien días, el gobierno de Rodríguez Zapatero tampoco se ha ocupado de solucionar los problemas del país o de evitarlos. El PP se volcó totalmente durante ese tiempo, gracias a su secretario general, el inefable Acebes, en acompañar al gobierno por la descansada senda de la insustancialidad. Claro que no otra cosa se podía esperar de tipos como ése, que a pesar de ser el ministro encargado de garantizar la seguridad del país cuando se produjeron los gravísimos atentados del 11-M, continuó en la actividad política como si no tuvieran nada que ver con él.

Durante cuatro años y cien días, ni gobierno ni oposición se preocuparon por poner control al desmadre urbanístico y al movimiento de especulación de masas con la vivienda. No les interesó saber cómo podía ser posible en nuestra época que las grandes compañías doblasen beneficios año tras año, mientras los salarios crecían al dos por ciento. O bajaban drásticamente con la contratación de mano de obra emigrante. No se avanzó un milímetro en los derechos de los trabajadores, en la mejora del salario mínimo, en la disminución de la jornada laboral, en la edad y requisitos para poder jubilarse… ¡Pero se amasaron enormes fortunas!

Agotadas todas las polémicas chorras que durante cuatro años acompañaron en los telediarios y en las portadas de los periódicos al circo de los deportes, era urgente una renovación con nuevas aportaciones.

El ministro de Industria, Miguel Sebastián, con su corbata de quita y pon, ha hecho una gran contribución al repertorio de la chorrada nacional. ¡Quitarse la corbata el ministro de Industria! Porque el señor Sebastián no puede ignorar que la corbata es el velo obligatorio de los sumisos al capitalismo fundamentalista, que es el que hay.

El capitalismo fundamentalista, y perdón por la redundancia, promociona el despilfarro y necesita una sociedad gastiza, consumista y derrochadora. El ministro, claro está, no ha querido molestar lo más mínimo a ese capitalismo fundamentalista que señorea este país como el mundo entero, pero se ha creído en la obligación de distraerse y distraernos un momento con el (pseudo) ahorro energético y por eso ha sacado la chorrada de la corbata, la de la bombilla y otras por el estilo.

Si yo fuera ministro y quisiera ahorrar energía y dar ejemplo, me quitaría la chaqueta, me arremangaría las mangas de la camisa y abriría las ventanas. Luego, cogería las corbatas del armario del ministerio y se las pondría en los güevos a los jefazos de las petroleras que operan en el país. Iría apretando y apretando el nudo hasta que bajasen el precio de los combustibles a la mitad… Pero el señor Sebastián y el gobierno me parece a mí que lo que piensan hacer es todo lo contrario: ponérnoslos de corbata.