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Una campaña electoral basada en
el desarrollismo subfranquista


Por Julio A. Suárez


Los viejos partidos de la segunda (o tercera, depende) restauración borbónica están en plena barahúnda electoral ofreciendo más y más de lo mismo a sus votantes de siempre. Sin crítica periodística ni propuestas alternativas, también como siempre.

No quiero más autopistas, ni más aeropuertos, ni más trenes de alta velocidad, ni pantanos, ni centrales eléctricas, ni superpuertos, ni urbanizaciones, ni macro hospitales, ni parkings subterráneos... Soy de los que piensa que sobra opulencia y falta calidad de vida.

Parece que hemos olvidado, que nos han hecho olvidar, lo que en su día escribieron Meadows y el Club de Roma, Gro Harlem Brundtland y el informe de la ONU, y lo que dejaron dicho en sus libros Barry Commoner, E.F Schumacher y E.J. Mishan, sin dejar de citar a mi admirado J. K. Galbraith ni tampoco a Ramón Tamames.

Como me interesa el bienestar y no el desarrollismo, me gustaría oír las propuestas que, en otra sociedad y otro sistema político, pues en el actual es imposible, se hiciesen sobre el derecho a la apacibilidad, por ejemplo, para poder leer un libro en casa sin estar sometido a todo tipo ruidos. O sobre el cabotaje en vez de sobre la construcción de más autopistas. O sobre fórmulas de mejora integral y permanente de la sanidad y de la enseñanza. Y etc., etc., pues se sabe de sobra al otro tipo de sociedad a la que me refiero.

Resulta paradójico, por no decir que es un sarcasmo, que se pueda viajar en un tren de alta velocidad a trescientos kilómetros por hora y que haya que esperar mes y medio para que te atienda un médico especialista. O que se construya un superpuerto carbonero (el nuevo Musel) cuando hasta ellos mismos dicen que hay que disminuir las emisiones de gases invernadero. O que los incrementos permanentes de productividad convivan con jornadas de doce horas (incluidos desplazamientos). O que tengamos una cámara en cada esquina y la mayor población reclusa de nuestra historia.

Advertía Galbraith en 1958 que: “Amueblar una habitación vacía es una cosa. Seguir amontonando muebles dentro de ella hasta que los cimientos cedan, es otra completamente distinta.” La clase política actual está decidida a seguir amontonando cosas hasta que cedan los cimientos de la Tierra. Por eso, combatiré sus proyectos y daré la espalda a su propaganda.