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A HC Energía (y a las eléctricas) no le preocupa contaminar.

Por Julio A. Suárez.

 

A mediados de Enero de 2008, el secretario general de Energía, Ignasi Nieto, el delegado del gobierno en Asturias, Antonio Trevín, el consejero de Industria, Graciano Torre, y el presidente de HC Energía, Manuel Menéndez, junto con otras autoridades y técnicos, inauguraban a bombo y platillo la planta de desulfuración de la térmica de Aboño.

Esa planta de desulfuración inaugurada en Aboño con tanta pompa y publicidad, según se ha podido saber ahora, solamente filtra los humos del grupo “dos” de la térmica. El grupo “uno”, de 360 Megawatios de potencia, sigue como siempre, echando al aire que respiramos miles de toneladas de dióxido de azufre.

Hace veinte años ya que la Unión Europea emitió una directiva en la que se establecían unos límites máximos para las instalaciones de más de 100 Megawatios de potencia, por lo que o se quemaban combustibles con bajo contenido en azufre, pero caros, o se instalaban plantas de desulfuración.

El anterior accionariado de Hidrocantábrico/HC Energía no prestó ninguna atención a este grave asunto. Les interesaban mucho más los tejemanejes bursátiles y la maximización de beneficios. Ha tenido que ser la nueva propietaria, la portuguesa EDP, de mayoría estatal, la que afrontase, por fin, las inversiones necesarias, tanto en Aboño como en Soto de Ribera, para mitigar esas emisiones tan dañinas para la salud y el medio ambiente.

El dióxido de azufre (SO2) producido por la combustión de carbón en las centrales térmicas es un gas venenoso y más pesado que el aire, que daña la salud humana al afectar a las mucosas y producir alergias y asma. Por reacciones fotoquímicas en aire húmedo, se acaba transformando en ácido sulfúrico, uno de los ácidos más fuertes. Es el principal causante de la lluvia ácida que tantos daños ocasiona en bosques y cultivos. Es uno de los agentes más dañinos para los monumentos históricos de piedra y mármol.

Los directivos asturianos, con la complacencia del gobierno regional, no tienen inconveniente en anunciar todos los años los espectaculares beneficios de la compañía eléctrica HC Energía. Pero ambos, directivos y gobernantes, están mucho menos dispuestos a que el público sepa las miles de toneladas de contaminación que esas térmicas echan innecesariamente sobre nosotros.

Complacencia, connivencia y ¡trapacerías!