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Varios países podrían abandonar el euro.


Por Laurent Jacque.
Le Monde Diplomatique.




En razón de esta imposibilidad de corregir los desvíos inflacionarios, el poder de compra del euro en varios países se erosiona en relación al promedio de la zona y en relación a Alemania. Por ejemplo, entre enero de 1999 y septiembre de 2008, sobre la base de costes salariales diferentes, el euro en Italia se sobrevaluó cerca de un 40% relacionado con el euro en Alemania, y España y Grecia no se encuentran muy lejos atrás.

Corregir estos desvíos acumulativos constituye una tarea difícil pues una bajada de los salarios parece políticamente explosiva. Sólo los beneficios de productividad pueden revertir la tendencia; Alemania y los Países Bajos lo han logrado. No es pues sorprendente que muchas empresas hayan optado por resolver su “problema” desplazando sus actividades (o amenazando con hacerlo) hacia los países de Europa Central y Oriental.

Por último, para complicar más la situación, la dispersión del calendario electoral (presidenciales, legislativas y municipales) en la Unión exacerba el asincronismo de los ciclos económicos nacionales en la medida en que las elecciones están precedidas generalmente por una política presupuestaria expansionista.

Ahora que el mundo se hunde en una crisis profunda, encauzar la fuerte
alza de la tasa de desocupación que podría sobrepasar rápidamente el umbral del 10% al 12% va a convertirse en el objetivo primordial. Es el caso de España donde, en el curso de los seis últimos meses, ya ha subido bruscamente al 14%.

Combatir la desocupación pasará inevitablemente por déficit fiscales masivos que abrirán brechas difíciles de colmar en el Pacto de Estabilidad y cuestionarán la estabilidad de la moneda única: los planes de recuperación hacen subir el techo del déficit al 3% y el de la deuda al 60% del PNB. Pondrán en tela de juicio la independencia del BCE. Pero, para algunas economías ya fuertemente debilitadas por las divergencias inflacionarias, eso no será suficiente y será muy tentador seguir el ejemplo de la reciente devaluación brutal de la libra esterlina. Entonces España, Grecia, Italia y Portugal (cuyas tasas de desocupación a menudo sobrepasaron el 10% en el transcurso de los diez últimos años) no podrán aceptar permanecer eternamente "subcompetitivos" por el hecho de la sobrevaloración de "su euro".

Por más "traumatizante" que sea restaurar su moneda nacional, algunos países podrían decidir abandonar el euro para recuperar su competitividad económica. En el fondo, este escenario no es sino una vuelta a las grandes crisis de cambio de las épocas pasadas de Bretton Woods entre 1944 y 1971 y del Sistema Monetario Europeo (SME) entre 1979 y 1999: es poco probable a corto plazo (aunque solo fuera porque la deuda nacional formulada en euros se volvería muy cara para financiar en una divisa restaurada de nuevo y devaluada por un país que habría dejado la zona recientemente. Sin embargo, cualquier deterioro del clima social ya frágil (como queda ilustrado por la
violencia reciente de las manifestaciones populares en Grecia), exacerbada por una aceleración brutal de la desocupación podría, en algunos países, acrecentar la tentación de esta solución extrema.