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Reconstruyamos el campo de concentración de Gaza.


Por Fethi Gharbi.

http://www.legrandsoir.info


Una conferencia internacional para la reconstrucción de la franja de Gaza se abrió el lunes, 2 de marzo, en Sharm el Sheikh con la participación a más de 70 países. "La comunidad internacional" prometió cerca de 4.500 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza y la reactivación de su economía y "pidió" la supresión del bloqueo israelí que asfixia el territorio.

Resulta sorprendente el número de los países participantes y la prontitud con la que se celebró esta reunión. Porque hay que decir que mientras Gaza estaba siendo aplastaba, durante más de un mes, bajo las bombas sionistas, “la comunidad internacional” permanecía envuelta en un silencio de muerte. La tormenta ya pasó. El monstruo se ha calmado y reposa agazapado en su guarida.

A varios kilómetros del gueto de Gaza, los grandes del mundo se congratulan y distribuyen, como buenos creyentes, sus limosnas y sus advertencias. En un ambiente festivo... Como si la guerra se hubiera realmente acabado, mientras el bloqueo continua asfixiando, tranquilamente, cada vez más a una mayor cantidad de la población de desheredados. Es cierto que, machacados de este modo, los habitantes de Gaza se encuentran en una situación tan lamentable que es necesario ayudarles un poco a ponerse de pie y reconstruir de nuevo el decorado para el próximo espectáculo.

¡La Sra. Hillary Clinton "prometió" generosamente una subvención de 900 millones de dólares y a continuación defendió en su discurso en Jerusalén el derecho de Israel a defenderse! ¡Desgraciadamente, el ridículo no mata!

Todos los que esperaban un cambio en la política americana en oriente próximo han quedado bien servidos. De todas las maneras, hay que ser muy inocente para esperar cualquier cosa que venga de Sra. Clinton; ella, que apoyó la guerra lanzada por Bush en Irak así como las amenazas de guerra contra Irán; ella, que apoyó la guerra de Israel en Líbano en 2006 y su ofensiva militar en Cisjordania en 2002; ella, que está a favor de la exportación sin restricciones de bombas a fragmentación y otras municiones utilizadas contra las poblaciones civiles; ella, que defendió con firmeza la construcción del muro del apartheid israelí que cerca a los palestinos y divide sus aldeas, incomunicándolos con su trabajo, sus tierras agrícolas y sus escuelas.

¡El colmo del cinismo es que son los mismos que ofrecen ahora 900 millones de dólares para reconstruir Gaza los que ofrecieron las bombas al fósforo y las bombas al uranio (empobrecido) para destruirla!

Lo que no hay que olvidar de la masacre perpetrada en Gaza es que no constituye más que un episodio de un largo serial genocida que ha comenzado hace más de 60 años y que sólo finalizará con la depuración étnica total de la población palestina. Este acto de barbarie que las políticas y los medios de comunicación occidentales tratan de aislar, como han hecho siempre, no es más bárbaro que el de Deir Yassin o el de Jenine, etc. La lista es bien larga. Todas estas masacres se inscriben en una lógica implacable, una estrategia de depuración étnica sistemática.

Durante los años treinta del siglo veinte, el número de judíos trasladados por las organizaciones sionistas iba a alcanzar la cuarta parte de la población total de Palestina, pero estos judíos sólo poseían un 4% de la tierra. Los ideólogos sionistas siempre han considerado y han propagado la necesidad de limpiar étnicamente la población autóctona de Palestina si se quería llegar a la realización de un estado judío.

En 1926, un tal Jabotinsky, fundador del Irgún (organización paramilitar sionista que recurrió al terrorismo y provocó el éxodo de centenares de miles de habitantes autóctonos) decía: "los árabes palestinos tienen exactamente la misma psicología que nosotros. Consideran Palestina con el mismo amor instintivo y el mismo fervor que los aztecas con Méjico y cualquier sioux con su pradera..." Jabtinski apelaba también a la pureza de la sangre: "es imposible a un hombre asimilarse a un pueblo cuya sangre es diferente de la suya." "No autorizaremos cosas del tipo de los matrimonios mixtos porque la conservación de nuestra integridad es imposible de otra manera que no sea el mantenimiento de la pureza de la raza". En cuanto a Ben Gurion, que fue primer ministro israelí en 1948, su consigna preferida con respecto a los Palestinos, era "echémosles fuera".

A finales de noviembre de 1947, la ONU ofreció dividir Palestina en dos estados casi iguales a nivel territorial. Los judíos no representaban más que un tercio de la población y la mayor parte de ellos habían llegado a Palestina solamente unos años antes. El rechazo categórico de los palestinos no hizo más que acentuar el apetito sionista.

Los sionistas se apoderaron del 80% de Palestina. Era un territorio en el cual un millón de palestinos vivían junto a 600.000 judíos. La idea era desarraigar a tantos palestinos como fuera posible. Entre marzo de 1948 y el final de año, se aplicó el plan a pesar de la tentativa de oposición de algunos estados árabes. Alrededor de 750.000 palestinos fueron expulsados y se destruyeron 531 aldeas y pueblos. El estado de Israel se estableció sobre más de un 80% de Palestina, transformando las aldeas palestinas en colonias judías y en parques de esparcimiento. La guerra de junio de 1967 permitió a Israel acaparar el 20% de lo que quedaba de Palestina, que después se conoció bajo el eufemismo de "territorios ocupados".

Esta nueva situación afectó a la ideología étnica del movimiento sionista. Israel se apoderó del 100% de Palestina, pero el estado incorporó un gran número de palestinos, población que a los sionistas les había costado tanto expulsar en 1948. El hecho de que se haya dejado hacer Israel en 1948, y que no se le haya condenado por la limpieza étnica que llevó a cabo, fomentó el intento de limpiar étnicamente Cisjordania y la franja de Gaza de otros 300.000 palestinos.

Pero el desarrollo de los distintos movimientos de resistencia palestinos así como el miedo vinculado a un posible desequilibrio demográfico en favor de los palestinos, ha pasado a ser desde hace más de dos décadas la obsesión de los israelíes.

Fue para hacer frente a la primera Intifada de 1987, cuando se permitió a los palestinos salir del anonimato en el cual les tuvieron durante más de 40 años los medios de comunicación occidentales, y para hacer frente a la notoriedad cada vez más grande de la OLP, con Arafat a su cabeza, los sionistas trataron de que pareciese que se comprometían con la partición y la paz. Los acuerdos de Madrid, seguidos por los acuerdos de Oslo, que llevaron a "la hoja de ruta" y a los acuerdos de Annapolis no hicieron más que reducir las tierras palestinas como una piel de sapo, extendiendo las colonias judías, elevando las muros del apartheid, asesinando a Yasser Arafat, expropiando a los palestinos del este Jerusalén....

Los palestinos se dieron cuenta, un poco tarde, de que la solución "de los dos estados" no era en realidad más que una pura mixtificación que permitió a Israel liquidar a la OLP y proseguir su política de depuración étnica.

Cegados por el racismo, los sionistas se conceden el derecho a asfixiar a todo un pueblo. Si no es una masacre, es por un bloqueo; sino por prisiones colectivas en la parte trasera del muro del apartheid.

Todas estas prácticas sólo tienen un único objetivo: empujar a los que escapan a las masacres periódicas al éxodo.

La solidaridad judeocristiana hace que occidente no pueda sino aprobar la conducta de su niño mimado. ¡Acaso no son movidas por la misma cultura colonialista y no tienen la misma visión epistemológica y religiosa!

¡Después de todo, estos indígenas no deben ciertamente valer más que los aztecas o los sioux!

Cuando la Sra. Clinton desafía a Hamas, presionándole para que reconozca al estado sionista, es como si le pidiese que firmara su propia sentencia de muerte. Es necesario carecer de discernimiento para reconocer un proyecto que consiste en borrarles de la superficie de la tierra. Todo palestino debe negar esta entidad racista, del mismo modo que niega así su propia negación.