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La impunidad de las industrias contaminantes en Gijón (II)

Por Carmelo de Samalea

 

 

Hace unas semanas, se celebraba la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias. El ex vicepresidente Al Gore acudió a recoger su premio y aprovechó para hacer campaña en pro de la ecología y contra el cambio climático. Desde las autoridades autonómicas y municipales hasta los acomodadores de la subcontrata que trabajan en el Teatro Jovellanos, todos asistieron arrobados a la conferencia y al documental: ecoalgoristas por unas horas.

Domingo 18 de Noviembre, la una y cinco minutos del mediodía. El que esto escribe viajaba en su coche por la aldea de Gijón para llevar a un familiar a su casa. Al dar una curva, observé unas nubes de humo negro desplazándose lentamente por el cielo azul con rumbo a la ciudad de Gijón. Desde una pequeña subida de la carretera pude comprobar lo que ya me imaginaba: la densa nube de contaminación procedía de las instalaciones de la antigua Ensidesa en Veriña, hoy Arcelor-Mittal.

Llamé al 112 de emergencias para anunciar/denunciar lo que estaba viendo y me atendió una voz de mujer que no se identificó. Le expliqué lo que ocurría y comprobé sorprendido que titubeaba y parecía que le costaba trabajo situar el lugar según las indicaciones que le daba: factoría de Arcelor-Mittal en Gijón, en Veriña. Cómo dudaba y parecía no comprender a qué lugar me refería, ahondé en la descripción:
-Sí, la antigua factoría de Ensidesa en Gijón, la de siempre, la que estaba situada en la parroquia de Veriña.
Alguna puntualización más y, ahora, la duda era mía: (¿habrán deslocalizado el servicio telefónico del 112 en Asturias y estaré hablando con alguien en Sudamérica?)

Entonces la voz me dijo que me iba a pasar con los bomberos de Gijón. ¿Con los bomberos? Lo rechacé y le pedí que tramitase ella el aviso que le había pasado a quién estimase oportuno, pero que no me lo endosase a mí. Entonces, me dijo que no, que tienen un protocolo que se lo impide. Esta conversación telefónica cada vez me parecía más surrealista, así que le pedí que se identificase para saber con quién hablaba. La operadora se negó y me dijo que era la coordinadora y que con eso era bastante. Volvió a insistir en pasarme con los bomberos de Gijón. Me negué y corté la llamada, llamada que estaba haciendo desde un teléfono móvil, en un coche, en medio de una calle, a un teléfono de emergencia y que creo que se estaba prolongando indebidamente por cuestiones mostrencas.

El lunes 19, leí en los periódicos regionales que a la misma hora, pero en Avilés, en las baterías de cok de Arcelor-Mittal se producía una situación similar con la emisión de una gran nube contaminante que cubrió el poblado de Llaranes. La empresa culpó de lo sucedido a la explosión de un transformador eléctrico de Hidrocantábrico situado en Albandi y muy próximo a la central térmica que la misma empresa tiene en Aboño. La explosión de este transformador también generó una densa columna de humo. Pero los periódicos no pusieron ni una palabra de lo ocurrido en la factoría de Arcelor-Mittal de Gijón.

No se trata de un hecho aislado, sino de una continua sucesión de emisiones altamente contaminantes de modo intermitente, y da igual que sean debidas a accidentes o no, pues se trata de prácticas inadmisibles. Se da la circunstancia que Arcelor-Mittal acababa de anunciar unos beneficios durante los primeros nueve meses del año que superaban en el 31 por ciento a los del año anterior, los de Hidrocantábrico aumentaban en el mismo período, un 40 por ciento.

Arcelor-Mittal se encuentra tramitando su Autorización Ambiental Integral. Grupos ecologistas han presentado alegaciones para que se instalen sistemas que minimicen las emisiones contaminantes, el ruido y se disminuya el consumo de agua.

Los gases de los hornos de cok están formados por hidrógeno, metano, etano, monóxido de carbono, dióxido de carbono, etileno, propileno, butileno, acetileno, sulfuro de hidrógeno, amoníaco, oxígeno y nitrógeno. No hace falta resaltar su peligrosidad y nocividad.

¿Serán sancionadas ambas empresas por los hechos ocurridos? ¿Será destituido algún directivo o ingeniero de las mismas por su responsabilidad en los mismos? ¿Abrirá alguna investigación el gobierno regional e informará a la opinión pública del resultado de la misma? ¿Tiene algo que decir al respecto el gobierno municipal de Gijón? Mucho me temo que, como hasta ahora, la respuesta a esas preguntas sea una ene y una o.

Habrá que contárselo a Al Gore para ver si lo incluye en la próxima edición de su famoso documental.