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Contra el paro, horas extras.


Por Julio A. Suárez.





Un gobierno con un mínimo de sensibilidad social, no hace falta que fuera socialdemócrata, estaría dictando decretos que habilitasen fórmulas para reducir la jornada laboral y jubilar a la gente mayor, de forma que los sin trabajo pudieran encontrar ocupación.

Naturalmente, los catedráticos de economía y demás gentes de la farándula antiobrera pueden seguir con sus jornadas de cuatro horas lectivas a la semana y jubilarse a los ochenta años, si se encuentran cansados, o hacer como Fraga.

El formidable avance tecnológico de las últimas décadas posibilitó un increíble incremento de la productividad que no se ha traducido en una reducción significativa del tiempo de trabajo. La jornada laboral oficial sigue estancada en las 39/40 horas semanales y la real, en las 50. Sólo las burocracias funcionariales, la banca y algunos sectores privilegiados tienen jornadas de 35 horas semanales.

Causa estupor y es una inmoralidad que produce escándalo que, con la que está cayendo, se sigan haciendo horas extraordinarias. Los sindicatos no han sido capaces, más bien no lo han intentado, acabar con esa degeneración. Es hora de que el gobierno ordene a los Ministerios de Trabajo y de Hacienda que persigan ese fraude social y fiscal que son las horas extra.