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Cajastur, Areces, Trevín, La Talá, Llanes, Beyos y Ponga.

Por Carmelo de Samalea.

 

 


Cuando todas las grandes constructoras del país están en suspensión de pagos y nadie compra un piso; en plena crisis económica y financiera mundial, cuando todos los días nos desayunamos con la quiebra de un gran banco o de una gran compañía de seguros, los tan preclaros como inmaculados e irresponsables mandamases de la Caja de Ahorros de Asturias, Cajastur, ordenan la compra de unos praos en Llanes por importe de casi ocho mil millones de pesetas ¡Por favor!

Como es natural, los políticos subprime de los diferentes partidos del arco pesebrario no han dicho ni mu. Hoy por mí y mañana por tí. Oveja de todos, se la comen los lobos. La vergüenza pasa y la manteca queda en casa.

¿Qué pachanga es esa de “Beyos y Ponga SL” y quién es ese Javier Basarte Albertos para apoquinar cuarenta y siete millones y medio de euros? ¿De dónde saca para tanto como destaca? ¿Será pariente de los otros “Albertos”, los de la gabardina?

Vicente Alvarez Areces, el alcalde hormigonero de Gijón y gran valedor de las urbanizaciones de adosados en El Rinconín y en Somió; el de la privatización y reconversión de las plazas y parques de la ciudad en garajes subterráneos… Antonio Trevín, el del Plan de Llanes y el de los convenios urbanísticos… Presidente del Principado uno y Delegado del Gobierno el otro. Seguro que no tienen nada que ver. Piloto automático.

Finca de La Talá, adquirida en 1990 por Inmobiliaria Los Llanos en 320 millones de pesetas, o sea, el 2.475% de revalorización en dieciocho años. Los de Inmobiliaria Los Llanos eran Enrique García-Poveda, José Figar y Javier Goizueta. Unos águilas de los negocios que consiguieron que el alcalde Trevín firmara unos acuerdos que permitieron que dos meses después de su compra la finca fuera recalificada.

Tres años más tarde, un paseante mexicano compró La Talá por una cantidad que, según diversas fuentes, oscilaba entre los quinientos y los setecientos millones de pesetas. Este paseante se llamaba José Antonio Pérez-Simón, oriundo del pueblo llanisco de Turanzas. Nacido en 1941, es Contador Público por la Universidad Nacional Autónoma de México, presidente o vice de Teléfonos de México y miembro de varios consejos de administración de importantes sociedades mexicanas. Preside la Fundación Juntos Actuando por la Superación AC (JAPS). Esta fundación posee una de las colecciones de arte más importantes del mundo, compuesta de unas mil piezas que van desde la pintura a los manuscritos. Una parte de esta colección se expuso hace unos años en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid bajo el título “De Cranach a Monet”. Se da la circunstancia de que Pérez-Simón era cuñado del diputado socialista por Asturias José Manuel González. El número de viviendas que se podían construir en esos terrenos pasó de 300 a 470. Pérez-Simón también había invertido en Posada de Llanes, donde tenía previsto realizar proyectos industriales y otros de mecenazgo relacionados con afectados por el síndrome de Down. Dicen que pagó de su bolsillo la construcción de la acera que va de Posada a Turanzas.

Desencuentros personales y el interminable pleito jurídico-urbanístico de La Talá propiciaron otra nueva venta. A finales de 2006 trascendió que otro astur-mexicano, Luis Nozaleda, del grupo Nozar, con la participación de la Casa Masaveu, habían comprado a Pérez-Simón La Talá en unos 33 millones de euros. Posteriormente, Desarrollos Urbanísticos Nozar-Masaveu compraron en la zona de Llanes en 2007 unos 160.000 metros cuadrados de fincas rústicas no urbanizables por un importe declarado de tres millones de euros. Por cierto, sigue sin saberse cuánto recaudó el Principado por impuestos sobre la herencia de Cristina Masaveu.

Como se sabe, Nozar ha reconocido una deuda con los bancos de 1.832 millones de euros, y la familia Nozaleda es el segundo accionista de otras empresas del sector inmobiliario en idéntica situación: Colonial y Astroc. Y con este panorama van los de Beyos y Ponga y les ponen en las manos cuarenta y siete millones de euros. Y claro, nos empezamos a enterar que estos artistas tenían un crédito hipotecario con Cajastur y etc., etc.: ¡con qué impunidad se gasta el dinero de los demás!