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¡Sobre todo, no cambien nada! (I)


Por Frédéric Lordon.

Es el método de empleo de la bomba de hidrógeno política, no hay ninguna necesidad de ir a buscar los componentes químicos en un oculto recoveco de Internet, todos están ahí, expuestos ante nuestros ojos, basta con observarlos y con esperar su reacción. Pequeña receta de química explosiva: 1) la trágica desorientación de los responsables; 2) la (notable) perseverancia en la obscenidad de los hombres de las finanzas, incluso en los subsuelos del fracaso; 3) el estado de rabia que afecta a una parte creciente de la población; 4) la ceguera, por retraso o simple incapacidad, de la casi totalidad de los mediadores, gobernantes, políticos y sindicalistas, incapaces de entender lo que verdaderamente se juega en esta situación, que no se trata de la retirada de una reforma, o incluso de una política, sino una nueva situación de una amplitud similar a la que tuvo lugar al salir de la segunda guerra mundial.

Dirigentes en la niebla.


A pesar de lo que se dice, los dirigentes dirigen porque son de una clarividencia superior a la media. Hay, por supuesto, mitos en espera de urgentes revisiones. Porque, en todos los escalones del poder, tanto político como financiero, no hay más que desasosiego y desorientación. La suma de las revocaciones y destituciones disfrazadas como correcciones de trayectoria traiciona un estado de confusión estratégico que, sin preguntarse siquiera sobre la legitimidad de los dirigentes para dirigirla, debe provocar algunas inquietudes.

Del lado de las finanzas, la salvación, en un primer momento, pareció pasar por endosarles los bancos de negocios en vía de hundimiento a los bancos comerciales: Bear Stearns pasó a JP Morgan Chase, Merrill Lynch por Bank of América, Morgan Stanley preveía la fusión con Wachovia, y después pasó a una alianza con Mitsubichi UFJ Financial Group [Nota 1. Corrijo aquí la primera versión errónea de este texto que mencionaba una fusión firme con Wachovia. Esta fusión se abandonó en el momento en que la Reserva Federal concedió el estatuto de banco de depósitos a los bancos de inversión supervivientes (Goldman Sachs y Morgan Stanley) para permitirles tener acceso a facilidades de refinanciación que su anterior estatuto les prohibía. Mis gracias a Paul Jorion que me hizo notar que la fusión Wachovia no se había producido. 13 de febrero de 2009.] Se comprende sin pena la razón: ¡para todos estos bancos de inversión siniestrados, incapaces de refinanciarse en los mercados, donde ya nadie quiere oír hablar de ellos, ni el resto del mundo tampoco, de nada vale encontrarles sentados sobre la montaña de oro de los depósitos! Y esa es la explicación que dan los propios interesados: los depósitos son admirables colchones de liquidez que permiten ingresar más fácilmente algunos cambalaches especulativos. Así que los depositantes estarán “encantados” de saber que sus haberes monetarios tienen ahora la vocación de amortiguar las pérdidas del mercado y salvar a los operadores de la crisis de liquidez.

La crisis de 1929, aunque no lo parezca, terminó por producir algunos efectos de aprendizaje, y, en particular, lo que llevó a la estricta separación bancaria de las actividades de mercado y las actividades de préstamo comercial (Glass Steagall Act), para evitar que los sinsabores de las primeras contaminaran a los segundos y extendiesen sus efectos en toda la economía mediante el canal del crédito.

Ahora bien, no sólo la Glass Steagall Act fue juzgada rigurosa por los ultraboys de la desregulación, sino que fue alegremente derogada por el equipo Clinton, pero, lejos de que la crisis financiera haya conducido a volver de nuevo a ella lo más rápidamente posible, todo el movimiento presente de reestructuración bancaria profundiza un poco más en una tendencia cuyos daños están probados desde hace mucho tiempo; y esto por no decir nada de la constitución de verdaderos mastodontes bancarios - se piensa en el nuevo J. P. Morgan Chase Bear Stearns Washington Mutual, el último cerrará la puerta -, verdaderos hogares de riesgo sistémico ambulantes, que con su tamaño gigantesco suscriben desde ahora el dicho de "too big to fail" y tener el rescate público garantizado en la próxima ocasión.

Más vale tarde que nunca; el ingenio acaba, sin embargo, por llegar a los banqueros. Es necesario decir que la consolidación bancaria de urgencia no tardó en revelar que se había hecho en contra de la sensatez. Los que ya se habían construido como "supermercados de las finanzas", integrando todas las actividades, de los mercados al crédito comercial, pasando por las fusiones-adquisiciones, comprendieron que ya había llegado la hora de abandonar ese modelo y comenzaron a cortarse brazos y piernas para volver de nuevo a configuraciones menos tentaculares y más controlables. Desde ese punto de vista, las "reducciones" más espectaculares son sin duda las de UBS y Citigroup, bien es verdad que son el segundo y primero respectivamente en el palmarés de las pérdidas con las subprimes. En cuanto a Bank of América, acaba de descubrir, pero un poco tarde, que con Merrill Lynch, había comprado sobre todo... pérdidas -15 mil millones de dólares en el cuarto trimestre de 2008- después de que, obviamente, los dirigentes de Merrill hubieran jurado a sus futuros compradores que las cuentas estaban limpias y claras. El Wall Street Journal le otorgó el título bien merecido de la fusión que más rápidamente se convirtió en un desastre; ¿pero qué hacer ahora cuando parece que no se puede elegir sino entre "morir completamente solo" y "morir fusionado"? Más que nunca, volverse hacia el Estado, por supuesto...