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¡Sobre todo, no cambien nada! (I)
Es el método de empleo de la bomba de hidrógeno política, no hay ninguna necesidad de ir a buscar los componentes químicos en un oculto recoveco de Internet, todos están ahí, expuestos ante nuestros ojos, basta con observarlos y con esperar su reacción. Pequeña receta de química explosiva: 1) la trágica desorientación de los responsables; 2) la (notable) perseverancia en la obscenidad de los hombres de las finanzas, incluso en los subsuelos del fracaso; 3) el estado de rabia que afecta a una parte creciente de la población; 4) la ceguera, por retraso o simple incapacidad, de la casi totalidad de los mediadores, gobernantes, políticos y sindicalistas, incapaces de entender lo que verdaderamente se juega en esta situación, que no se trata de la retirada de una reforma, o incluso de una política, sino una nueva situación de una amplitud similar a la que tuvo lugar al salir de la segunda guerra mundial. Dirigentes en la niebla. Del lado de las finanzas, la salvación, en un primer momento, pareció pasar por endosarles los bancos de negocios en vía de hundimiento a los bancos comerciales: Bear Stearns pasó a JP Morgan Chase, Merrill Lynch por Bank of América, Morgan Stanley preveía la fusión con Wachovia, y después pasó a una alianza con Mitsubichi UFJ Financial Group [Nota 1. Corrijo aquí la primera versión errónea de este texto que mencionaba una fusión firme con Wachovia. Esta fusión se abandonó en el momento en que la Reserva Federal concedió el estatuto de banco de depósitos a los bancos de inversión supervivientes (Goldman Sachs y Morgan Stanley) para permitirles tener acceso a facilidades de refinanciación que su anterior estatuto les prohibía. Mis gracias a Paul Jorion que me hizo notar que la fusión Wachovia no se había producido. 13 de febrero de 2009.] Se comprende sin pena la razón: ¡para todos estos bancos de inversión siniestrados, incapaces de refinanciarse en los mercados, donde ya nadie quiere oír hablar de ellos, ni el resto del mundo tampoco, de nada vale encontrarles sentados sobre la montaña de oro de los depósitos! Y esa es la explicación que dan los propios interesados: los depósitos son admirables colchones de liquidez que permiten ingresar más fácilmente algunos cambalaches especulativos. Así que los depositantes estarán “encantados” de saber que sus haberes monetarios tienen ahora la vocación de amortiguar las pérdidas del mercado y salvar a los operadores de la crisis de liquidez. La crisis de 1929,
aunque no lo parezca, terminó por producir algunos efectos de aprendizaje,
y, en particular, lo que llevó a la estricta separación
bancaria de las actividades de mercado y las actividades de préstamo
comercial (Glass Steagall Act), para evitar que los sinsabores
de las primeras contaminaran a los segundos y extendiesen sus efectos
en toda la economía mediante el canal del crédito.
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