¡Sobre
todo, no cambien nada! (II)
Por Frédéric Lordon.
De ese lado con todo,
no se puede decir que la claridad de las ideas sea mucho mayor.
El TARP (Troubled Asset Relief Program), que se convirtió
en el nombre genérico del rescate público de las finanzas
en los Estados Unidos, no habrá conocido menos de tres
definiciones sucesivas en tres meses. Concebido originalmente
(a finales de septiembre 2008) como un extenso programa de rescate de
los activos bancarios deteriorados, sólo le hizo falta unas pocas
semanas para que fuera revisado al alza, la estrategia del acantonamiento
había sido estimada muy inferior a la de la recapitalización
- las primeras inyecciones de capitales públicos comenzaron a mediados
de octubre, dicho sea de paso, con el menosprecio completo de
los usos previstos para los 700 mil millones de dólares (!) explícitamente
votados por el Congreso...
Desgraciadamente, la
recapitalización no funciona mejor que el resto, y el crédito
permanece bloqueado a pesar de los vagones de dinero público basculados
en los bancos. Es pues un nuevo viraje el que empieza a principios
de enero, cuando la administración americana, antes incluso de
la transición, prevé de nuevo la opción de una gigantesca
estructura de acantonamiento, la misma que había elaborado hacía
tres meses y luego abandonado a causa de su "evidente" ineficacia.
Esperemos con confianza el próximo tirón al freno a mano...
Finanzas: ¡icebergs a babor; no, a estribor; ¡por
todas partes!
Es una pena que los gobiernos no sepan demasiado a dónde
ir, ya que, del lado de las finanzas, lo menos que se puede decir es que
no hay que esperar una mejora espontánea. La recesión
ocupa el debate público en un punto tal que casi había terminado
por hacer pensar que la crisis financiera en realidad quedó ya
a nuestra espalda y sólo quedaba ya digerir los daños. Ahora
bien, lejos de que haya alcanzado los últimos grados de destrucción,
como se podría creer, y que no haya ruinas humeantes que observar,
la debacle financiera tiene todavía en reserva algunos
serios quebrantos. Con la regularidad de un horario de los ferrocarriles,
los convoyes de malas deudas desfilan unos detrás de otros... y
de manera no menos previsible vienen a estrellarse contra el tope. El
de los créditos inmobiliarios llamados Alt-A [Ver «Le jour
où Wall Street est devenu socialiste», Le Monde Diplomatique,
octobre 2008] promete desde cualquier momento un muy bonito montón
de chatarra, y he aquí que los primeros vagones entran en estación.
De una media histórica del cero coma, la tasa de impagos sobre
el Alt-A hipotecarios saltó en torno a 10%.
Para decir las cosas sencillamente, es exactamente la historia
de las subprimes que recomienza con la secuencia: impago de los
prestatarios iniciales - transmisión del choque a los productos
estructurados derivados - aniquilación garantizada de sus tramos
más supeditados (equity y mezzanine mezzanine) - probables pérdidas
muy importantes sobre los tramos senior, reputados, sin embargo, como
los más seguros y, por otra parte, hasta ahora anotados Triple-A.
Para un billón 300 mil millones de créditos pendientes
Alt-A, Goldman Sachs prevé pérdidas totales de 600 mil millones
de dólares... eventualmente "redondeados" a un billón
de dólares, si se incluyen las opciones ARM [las option-ARM
son préstamos inmobiliarios por los cuales el prestatario puede
elegir no pagar en los primeros años más que un tipo de
interés muy bajo (que él mismo fija eligiendo entre varias
opciones posibles)... con, obviamente, aplazamiento sobre los años
futuros de la carga de las facilidades iniciales]. La perspectiva de una
segunda vuelta mientras que las finanzas yacen aún con la cabeza
en el lavabo de las subprimes tiene mucho de una película de terror.
Esta es la razón por la que no hay que esperar tan pronto ver que
los resultados de los bancos les hagan levantar la cabeza. UBS, que no
termina nunca de lavarse, acaba de anunciar casi siete mil millones de
dólares de pérdidas de más en el cuarto trimestre
de 2008 y ya indica que el ambiente para el futuro será
un "descenso al infierno".
Y lo será tanto más cuando a consecuencia de todos los excesos
de endeudamiento bien identificados – inmobiliario subprime o Alt-A,
créditos auto, LBO, tarjetas de crédito, etc. -, se va a
añadir muy pronto los que la propia crisis económica se
encarga de producir, esencialmente en la forma de impagos de empresa.
Ahora bien, la titulización, que prendió fuego a toda el
bosque, también "se ocupó" de esta clase de deuda,
que difundió por las cuatro esquinas del universo financiero en
productos especialmente sofisticados que llaman los CDO sintéticos,
que tienen la particularidad de ser aún más sensibles a
los impagos que los CDO "ordinarios" (dónde se habían
"colocado” los créditos subprime) [para los apasionados
a la mecánica, los CDO sintéticos son vehículos cuyo
activo se abastece por primas de CDS emitidas sobre las deudas iniciales.
De acuerdo con el mecanismo standard de la finanza estructurada, es la
masa de estas primas de CDS que enseguida es revaluada entre los distintos
tramos que constituyen el pasivo del vehículo. La vulnerabilidad
especial de los CDO sintéticos viene del hecho que, cuando los
impagos se materializan, el activo del vehículo recibe un doble
impacto, puesto que no sólo los flujos financieros entrantes se
interrumpen, sino que, aún más, se activan las indemnizaciones
aseguradas de los CDS... Para todos los a que esta explicación
les parece chino, tienen algunos elementos de explicación relativos
a la finanza estructurada en el capítulo 2 de ¿Hasta de
cuándo? Para terminar con las crisis financieras, Razones para
actuar, 2008]. Pero los CDO sintéticos fabricados a partir
de deuda corporativa, hay unos 1,2 billones de dólares en las tuberías
del sistema, sobre los cuales los inversores, a partir de finales de octubre
de 2008, preveían hasta un 90% de merma [Neil
Unmack, Abigail Moses et Shannon Harrington, “CDO Cuts Show $1 trillion
Corporate-Debt Toxic Bets”, Bloomberg, 22 octobre 2008.]... Dejaremos
al lector imaginar por sí mismo y, si es posible, recogido en silencio,
lo que quedará después de algunos meses de recesión
salvaje - tercer servicio y pausa-café.
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