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¿Cuánto pagaron por la herencia de Dª Cristina Masaveu?

Por Braulio Alvarez

 

Quizás, primero, debería de empezar preguntando si Dª Cristina dejó herencia, porque, a tenor de lo conocido y publicado, igual todos sus bienes, propiedades y cantidades depositadas en los bancos fueron a parar, por expreso deseo de la finada, a la ensalzada fundación que lleva su nombre.

Si eso fuera así, es decir, si todo lo que tenía lo dejó a una fundación sin ánimo de lucro, entonces, yo debería haber titulado este escrito de otra manera, con otras interrogaciones. Por ejemplo, podría haber preguntado: ¿Por qué los multimillonarios, cuando mueren, donan todos sus bienes a una fundación?, ó, ya más en plan social: ¿Por qué las fortunas que los ricos amasan quitándoselo a los pobres las dan a fundaciones filantrópicas cuando mueren?

Es que antes no era así. Antes, eran los herederos de los multimillonarios los que estaban esperando a que se los llevase la Parca para coger la parte que les tocase. O para pleitear por ella en pleitos que duraban toda una vida. Podía haber hijos o sobrinos desheredados por viejos odios o malquereres supramorten, como también podía darse el caso de bohemios que renunciasen a la herencia o de ovejas negras que lo tuvieran ya fundido en deudas de cartas y otros vicios entonces inconfesables. Fueron muchos los que gracias a una herencia pasaron a tener asiento en el consejo de administración de un banco o de una empresa. Pero eso de las fundaciones no se conocía cuando llevaba un caudillo la moneda. Tampoco se tenía una idea cierta de lo que era Hacienda. Había impuestos, contribuciones y gravámenes, pero de Hacienda lo único que se sabía era por las películas americanas de serie B en las que hasta los mafiosos mostraban un temor reverencial hacia el “fisco”.

¿Cuánto han pagado los supuestos herederos de la supuesta herencia de Dª Cristina Masaveu en concepto de liquidación de sucesiones al Principado de Asturias? Porque también cabe la duda de que la causante estuviera avecindada en otras comunidades autónomas en las que el citado impuesto no existe. Pero si así no fuera y Dª Cristina tanto en vida como en muerte fuera una residente oficial de la región asturiana, entonces, ¿pagarían sus herederos al ente público de servicios tributarios la cuota tributaria ajustada? ¿A cuánto ascendió? ¿Se pagó en dinero contante y sonante, por cargo en cuenta o en especie? ¿Qué clase de especie?

No se puede alegar derecho a la intimidad cuando desde los beneficios de las empresas hasta los sueldos establecidos en los convenios colectivos son públicos y publicados. En el país en el que se inspiran los que aquí cortan el bacalao, esto se sabría al detalle y todos los medios de comunicación habrían informado sobre ello. Aquí, no. Solamente durante la transición hubo un conato de transparencia en el que los periódicos publicaban los ingresos que declaraban a Hacienda desde Santiago Carrillo al presidente Suárez. Pero duró poco, con no sé con que disculpa, no sé si ETA, se suprimió esa edificante y, aquí, incipiente costumbre democrática. Ni luz, ni transparencia, ni prensa. Es que en España, según denuncia, y casi todos los años lo hace, el Colectivo de Técnicos del Ministerio de Hacienda, “el 86% de las fortunas españolas con un patrimonio superior a diez millones de euros elude sus obligaciones fiscales al no declarar el impuesto sobre patrimonio”. Amén.