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Gasómetro de la térmica de HC en Aboño, situado a menos de cien metros de las famosas canteras. Se realizaron voladuras para la extracción de materiales para El Musel hasta que fueron paralizados los trabajos.

 

La inagotable hormigonera de El Musel.


Por Marcelino Laruelo.

Atlántica XXII

 

Siempre se dijo en Gijón “que de las obras de El Musel salieron muchos chalés en Somió”, y siempre se supo que, cuando la guerra, a los trabajadores de la Junta de Obras los fueron a buscar por cárceles y campos de concentración. El que menos perdió, perdió el trabajo. Creo haber visto en alguna ocasión los folios con las listas de “depurados”… Todo venía de atrás, de los tiempos del sindicato La Cantábrica… Cosas de la sabiduría y de la memoria popular. Leyendas urbanas que diría el presidente Areces.

También sabemos que cuando Alvarez Areces llegó a alcalde de Gijón tras la sucia batalla fratricida que partió en dos a la agrupación socialista local, la primera gran obra que presentó fue un dique: el famoso dique semi-sumergido (¡manda narices con el semi!) en la playa de Gijón. Su justificación fue una mentira: que la playa se estaba quedando sin arena. Su aprobación fue, ¡cómo no!, con los votos del PSOE, IU y CDS. Era ministro, Sáenz Cosculluela; era presidente, Pedro de Silva; director de la Agencia de Medio Ambiente, Suárez Marcos… ¡Y director general de Puertos y Costas, Palao Taboada! No movieron un dedo (a favor de la razón). Pero triunfó la guerrilla urbana de papel cuando aún no se conocía internet.

El antiguo alcalde es presidente autonómico desde los tiempos de Clinton, y ya estamos en Obama, después de sobrevivir a Bush hijo. Aunque sea una autonomía como la de Asturias, se ha hecho poderoso e influyente. Es absolutamente lógico, previsible, que, del “humilde” dique semi-emergido de 34 metros de ancho y doscientos de largo, pasara al super-dique y al super-puerto de El Musel en medio de las aclamaciones y vítores de la santa cofradía y de las jerarquías del Movimiento Nacional del hormigón.

En todo Movimiento que se precie hay tendencias: que si azules, que si tecnócratas. Areces encabezaba la tendencia “3 C” y el entonces ministro de Fomento, Alvarez Cascos, una más moderada. Pero todos de acuerdo en defender, en indisoluble unidad, la ampliación portuaria y los principios fundamentales del negocio hormigonero.

Cuatro gatos y un descreído formaban la oposición clandestina. El descreído era yo, que pensé que aquello era un invento, como las asociaciones de Arias Navarro, para mantener entretenido al personal y vender periódicos. No hubo guerrilla urbana de papel y me equivoqué por unos años, porque tal vez con Zapatero los partidarios de Bono…

¡Por allí resopla!

Cuando salió a información pública el estudio de impacto ambiental del super-puerto, fuimos a consultarlo cinco personas: los cuatro gatos y yo. A mí no deja de sorprenderme la cantidad de cuentistas con título universitario que hay. No voy a levantarme a por los apuntes y fotocopias, pero recuerdo que uno de los apartados se dedicaba al “impacto sobre cetáceos”. Y obviaban, claro, el daño paisajístico y a la conservación de las aguas y arenas de la playa de San Lorenzo, la primera playa de Asturias.

Viéndoseles el plumero de lacayos pagados por el Movimiento Nacional hormigonero, no puede extrañarse uno ya de nada. Porque lo fundamental de la gran obra areciana es su carácter de injustificada e innecesaria, y de eso, ni una palabra. Por tanto, no habría que hablar de sobrecoste, sino de despilfarro. Incluso con las optimistas previsiones de tráficos que entonces se hacían. Aunque el señor Mittal duplicara el número de altos hornos en la región y los señores del kilovatio hicieran lo propio con las centrales térmicas de carbón, bastaría con dragar un par de metros el canal de entrada al puerto, retirar el contradique del muelle de la EBHI unos metros y doblar el número de pórticos…

No hace falta ir un año a comer pizzas a Harvard para saber que las previsiones son de reducir y cerrar. Igual que la madera fue sustituida por el carbón, ahora se experimenta con una nueva siderurgia sin hornos altos y los ciclos combinados para producir energía eléctrica, con el gas natural como combustible, son cada vez más numerosos, sin olvidar las renovables.

Ellos a lo suyo: Areces, Palao Taboda, Díaz Rato y Rexach. De la Este-1 de Cascos a la 3-C, amplía que te ampliarás. De un muelle para dos bulkcarriers de 325 metros de eslora, pasaron a otro para tres; planean volar Las Amosucas, sacan arena de la playa para relleno y, de paso, para justificar, otra vez, el dique semi-emergido y el vertido de millones de metros cúbicos de arena; tratan de explotar canteras a menos de cien metros del gasómetro de la térmica de HC en Aboño… Ellos, a lo suyo, que “la vergüenza pasa y la manteca queda en casa”. Son cosas del Movimiento Nacional hormigonero, cuya unidad inquebrantable nadie pone en duda.