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Ecuación arenera de los sobrecostes:
5(Palma Arena) – (Musel Arena) = 0

Por Carmelo de Samalea.

 

En estos últimos días de Agosto, mucha gente se resiste a abandonar la arena y otros todavía la llevan pegada al cuerpo. Es la arena dorada de las playas, no la sanguinolenta de las plazas de toros. Pero en el horno veraniego de la prensa, los próceres del PP y del PSOE se están asando en la ardiente arena de los misteriosos y millonarios sobrecostes.

El PP(ote), su hombre en Washington y la colección de ex tienen en Palma de Mallorca un asuntillo de 59 millones de euros con su flamante Palma Arena, que de los 41 millones presupuestados pasó a los 110 millones de euros finales. Una pequeña desviación del ciento cuarenta por ciento que no es para alarmar a nadie y, mucho menos, para llevarle esposado al juzgado: ¡un respeto, oiga!

El no votante de la candidatura de José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general del PSOE cuando entonces, nuestro hombre de La Arena; el todavía presidente del Principado, Vicente Alvarez Areces, y su todavía consejero de urbanizaciones, recalificaciones y grandes negocios hormigoneriles, Francisco González Buendía, y demás resaches, ratos (con perdón) y paletas tienen un pequeño desfase de unos 250 millones de euros que, comparado con la inmensidad del mar o con el coste sanitario, no es nada.

“Es un caos, porque cuando un tío lo lleva mal, lo lleva todo mal”, dicen que dijeron en las conversaciones grabadas de lo del Palma Arena. Alvarez Areces, el “gran gestor” de La Arena, no sé si le gustaría, de niño, hacer castillos en la playa, pero es indudable que, ya de mayor, tiene pasión por los diques y los puertos. En la obra de El Musel se “han perdido” en un descuido 250 kilos de euros y nadie los ha encontrado ni devuelto todavía: ¡Vaya por Dios!

Debe de ser por eso que la obra de El Musel ya no es de hormigón y piedra, sino de arena, arena de la playa (mártir) de San Lorenzo. Puertos en la arena, que no castillos, que igual acaban como lo del Palma Arena, porque, como dijo el otro, “cuando un tío lo lleva mal, lo lleva todo mal”.