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Entre piratas, esquilmadores y negreros

Por Carmelo de Samalea.



La piratería nunca ha desaparecido. Es endémica en determinados mares y rebrota con cierta frecuencia en esas zonas del mundo. Cuando los barcos mercantes navegan por esas latitudes extreman las medidas de seguridad, se atrancan las entradas al puente, a los camarotes y a la sala de máquinas; se mantiene una comunicación permanente por radio y no se quitan los ojos de la pantalla del rádar. Según qué marinas, hasta se montan guardias armadas a bordo.

Hay otra piratería menos exótica: es la que tiene lugar en nuestros puertos y costas, donde igual se desvalijan yates que se evaporan toneladas de mercancías o se levantan aparejos de pesca de otros. Y, por último, está ese nuevo caribe de la piratería que con tanto denuedo persigue la escuadra coaligada de la SGAE.

No hay mal que por bien no venga. Gracias a los piratas somalíes, los medios de comunicación han tenido que dirigir sus focos a una de esas zonas de oscuridad informativa. Pudimos conocer con detalle que España tiene una importante flota de barcos atuneros congeladores faenando en aguas del Indico. Pesqueros modernos, como el “Playa de Bakio”, cuya empresa armadora, PEVASA, tiene otros cuatro de similares características que también se dedican a la pesca del atún al cerco en aguas del Indico. Y cuando hay que navegar hasta Las Seychelles para pescar no es por conocer mundo, sino porque esas empresas y otras similares han esquilmado todos los caladeros más próximos y también porque están dispuestos a ir dónde sea con tal de seguir depredando sin ningún control.

PEVASA, como la mayoría de las empresas dedicadas a estas pesquerías, está radicada en Bermeo. Allí han creado una asociación patronal: la Asociación Nacional de Buques Atuneros Congeladores (ANABAC). Los armadores que pertenecen a ANABAC, existe otra asociación similar denominada OPAGAC, son propietarios de 21 pesqueros, 15 de los cuales faenan en el Indico. Declaran capturar unas 150.000 toneladas anuales de túnido tropical y siempre se han manifestado contrarios al establecimiento de vedas para estas especies.

Piratas y depredadores… No para ahí la cosa. El foco mediático sobre el secuestro y liberación del “Playa de Bakio”, previo pago del correspondiente rescate, ha sacado a la luz de refilón algo que para mí es de una gravedad enorme: la situación laboral de una parte de la tripulación.

Nourrice Guitto Gerard, marinero del pesquero bermeotarra y natural de las Seychelles declaró que cobraba 170 euros al mes, según informó El País. ¡170 euros al mes! Sí, y un porcentaje sobre la pesca, pero, ¿y qué? Otros doce miembros de la tripulación del “Playa de Bakio” son naturales de Ghana, Madagascar y Senegal. ¿Qué es lo que dicen al respecto Gonzalo Sáenz de Samaniego, consejero vasco de Pesca, y Joseba Azcárraga, consejero vasco de Justicia? Porque resulta ineludible preguntarse cuáles son las condiciones laborales de la tripulación del "Playa de Bakio: ¿Tienen convenio colectivo? ¿Están todos en nómina? ¿Están dados de alta en la Seguridad Social? ¿En qué condiciones laborales está el resto de la tripulación no africana? ¿Cobran igual los marineros gallegos que los vascos o hay también diferencias salariales por “nacionalidades”?

El señor fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido debería de abrir una investigación sobre todo este asunto y especialmente sobre estas prácticas racistas y esclavistas. Y que le envíe copia a la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, para que se entere, y a la ministra de Pesca, Elena Espinosa (que apellido más ad-hoc), para que revise la lista de premiados con la Gran Cruz la Mérito Pesquero, suponiendo que la práctica del esclavismo no sea todavía un mérito en ese ministerio.

Finalmente, ¿tienen algo que decir de este asunto los distintos y variados dirigentes sindicales de este país? ¿Es esta emigración con sueldos de 170 euros al mes la que está sosteniendo la economía nacional? ¡Pues estamos listos!