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El Parque de Isabel La Católica y las nutrias que acaban con cisnes, ocas y demás aves acuáticas
Los cisnes negros

Por Ana I. Martín.
(26 Noviembre 2014)

El pasado viernes, 7 de noviembre, las nutrias acabaron con la vida del primero de los tres cisnes negros que habían logrado sobrevivir a sus incursiones en el Parque de Isabel la Católica. A principios de año eran 18. Los dos restantes decidieron salvaguardarse huyendo al río Piles; infelices, ponían su vida en riesgo de forma, si cabe, aún más fácil.

El segundo cisne moría destrozado el día 9. Podemos suponer cómo podría sentirse el tercero, tras haber visto desaparecer a sus congéneres. El pobre animal tuvo una breve tregua, pero después de los intentos infructuosos para su rescate, todos pudimos ver en la prensa del día 13 su cuerpo inerme. Creo que si los bomberos acudieron para rescatar, aunque ya muerto, al segundo de los ejemplares, bien pudieron intervenir para recoger al tercero con vida, pero no fue así.

Las majestuosas aves, que tienen sentimientos y capacidades que van más allá de ser un bello montón de carne emplumada, tras debatirse en una batalla perdida de antemano sufrieron una muerte lenta y cruel, pues las nutrias no matan a sus presas antes de devorarlas, sino que las devoran cuando todavía están vivas. De igual forma murieron el resto de las aves de colección del parque, y las aves silvestres que habitaban allí, en el Pueblo de Asturias y en el río Piles, hasta alcanzar una cifra que rondará los 300 ejemplares, y ello sin olvidar a los peces de los estanques.

La masacre se ha prolongado, ante la inacción permanente, durante casi dos años. He leído que la primera pareja de cisnes negros llegó al Parque en 1954 procedente del Zoológico de Amberes. A la hembra de la pareja la mató un perro vagabundo en 1957, y la solución fue drástica y expeditiva: el pobre perro fue ajusticiado sobre la marcha por el disparo de un municipal. Han pasado 57 años desde entonces, y ahora todavía no ha llegado la solución. La inacción y la desidia son la tónica dominante, acompañadas de insensibilidad y falta de responsabilidad por parte de los gobiernos local, y sobre todo regional.

Tampoco se entiende la actitud de algunos grupos ecologistas. Extraña manera de militar en el ecologismo, pues para algunos hay muertes de primera, segunda y hasta tercera categoría. No se comprende asimismo cómo se refieren a las aves exóticas de forma tan despreciativa: “aves decorativas, alicortadas y de corral”. Al adentrarse en el Parque, las nutrias lo están haciendo en un espacio urbano, y en ese momento son una especie invasora además de depredador voraz. No se trata de darles muerte, pero sí de impedir las que ellas causan.

Qué hay de las especies desprotegidas desde el punto de vista biológico y legal. ¿No tienen derecho a la vida las especies alóctonas, y nosotros a verlas de cerca? Por otra parte, alguno de estos colectivos hace propuestas a mi juicio descabelladas al defender la presencia de sólo especies autóctonas. El parque fue construido hace unos 70 años, y desde entonces se creó un ecosistema artificial, que funcionó sin causar ningún problema, en el que convivían especies exóticas, silvestres y en su momento invernantes, para deleite de los paseantes, y el estudio de los aficionados a la ornitología. Las nutrias tienen que estar fuera del espacio urbano, el Parque no es su medio, como tampoco lo es el río Piles ni la laguna del Pueblo de Asturias, porque son medios acuáticos situados en un entorno urbano.

Hago referencia a la inacción del gobierno municipal, porque de haber actuado antes y con mayor contundencia, la situación no habría llegado al extremo actual. Se tardó mucho tiempo en soldar el barrote de la rejilla situada detrás de la cafetería, y por la que pasaban las nutrias desde el Piles, y todavía se está estudiando la posibilidad de instalar una rejilla que impida la entrada de las nutrias por la canal del Molino Viejo. Si no se pueden sellar los puntos de paso en el río Piles, ciérrese el Parque, no los estanques, con un sistema de vallado infranqueable para las nutrias.

Cierto es que esta última solución necesita un presupuesto más importante, pero incorpórese al previsto para “Mantenimiento y mejoras en el Parque”. Después de todo, el “Plan de peatonalización de la Zona Centro”, hecho a espaldas de los vecinos directamente implicados, y que reduce drásticamente las plazas de aparcamiento sin ofrecer alternativas antes de su ejecución, parece indicar que no hay mucho problema de dineros.

La inacción del gobierno regional es mucho más sangrante, pues han permitido la carnicería sin inmutarse, con frases tales como “que las nutrias no comen aves”. Según publicó un diario regional el pasado día 15, el gobierno de Oviedo reconoce que varios técnicos están llevando a cabo un trabajo coordinado con personal del Ayuntamiento de Gijón para encontrar una solución. No tarden, porque a esta altura del año las horas sin luz son muchas y el próximo objetivo de las nutrias serán los cisnes blancos, e incluso las aves internadas en el cercado.

Dejen a un lado las diferencias políticas y actúen en defensa de los intereses de los vecinos. Produce tristeza pensar que la causa de esta situación radique en que los gobiernos regional y local no sean del mismo signo político. Por otra parte, sería interesante profundizar en lo que Vicente Bernaldo de Quirós afirma en su artículo “Aves comen peces, nutrias comen aves”, publicado en El Confidencial el 5 de abril de este año, dado que señala que las nutrias fueron introducidas por el gobierno del Principado.

La solución está en recoger y trasladar a las nutrias a un curso fluvial agreste que garantice su supervivencia, y del que no puedan retornar. En ese sentido, la solución apuntada por el Cepesma de desplazarlas al curso alto del Piles es pan para hoy y hambre para mañana. El traslado de las nutrias a su medio, y el mantenimiento de las aves de colección en el Parque es una petición avalada por, al menos, 2.255 personas, tal como consta en los Registros del Ayuntamiento de Gijón y de la Consejería de Agroganadería con fecha 10 de octubre pasado. Estas firmas acompañan un escrito en el que se pide la recuperación del espacio agua-tierra que ocupaban las aves y el saneamiento de los estanques y canales del Parque, de la laguna del Pueblo de Asturias y del río Piles. Se pide también el establecimiento de un protocolo para analizar de forma periódica dichas aguas, tanto en los factores físico-químicos básicos, como el realizar analíticas que determinen la presencia de elementos contaminantes y vertidos ilegales para proceder a su corrección. Actuando a tiempo, se evitarían problemas como el posible botulismo que acabó con la vida de más de 50 aves, sobre todo ánades azulones.

Devuelvan al Parque de Isabel la Católica su identidad, liberen a los prisioneros del estanque de las Driadas, den vida al estanque principal, y repongan las especies desaparecidas, entre otras los cisnes negros, aunque sean oriundos de Australia. No permitan que nada parecido vuelva a suceder.