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El litro de gasoil a un euro (II): más caro, más
consumo, más contaminación

Por Julio A. Suárez

 

Empezaré por decir que todos los datos que a continuación se dan proceden del Resumen de 2006 que sobre el sector de los hidrocarburos realizó el Ministerio de Industria.

El primer de ellos que conviene conocer es el desglose del precio del litro de gasoil: sobre un precio medio de 95 céntimos de euro en 2006, 13 céntimos corresponden al iva y 30 al impuesto especial. En 2003 el litro de gasoil estaba en los 70 céntimos, por lo que desde entonces para acá se ha encarecido más de un 40%.

El consumo de gasóleo de automoción en España pasó de algo menos de 16 millones de toneladas en el año 2000 a 24 millones y medio de toneladas en 2006. En esos años, el gasóleo pasó de representar el 66,5% de los combustibles de automoción al 78%.

En Asturias, el consumo de gasoil de automoción y agrícola (no lo desglosa el informe) fue en 2006 de 633 mil toneladas, 27 mil más que el año anterior; mientras que las gasolinas disminuyeron en seis mil toneladas y quedaron en 129 mil toneladas.

¿Qué significa esto para la gente corriente? Pues que la cantidad de dinero dedicada a combustible para el coche se ha incrementado en un 40 por ciento en estos tres últimos años por el aumento del precio del litro de gasoil, más la parte que corresponda por el incremento del consumo. Este aumento del consumo no puede ser considerado ni voluntario ni festivo, pues hay que tener en cuenta la realidad de que los centros de trabajo y el domicilio de los trabajadores cada vez se encuentran más alejados; por no hablar de los hospitales, las escuelas y todo lo que forma parte de la vida cotidiana.

El transporte público en las distancias cortas sigue siendo, en general, caro y lento. No trata de competir con el coche particular, sino que se parece conformar con la clientela cautiva que tiene. Los polígonos industriales suelen estar especialmente abandonados por el transporte público. Además, el aumento de la jornada laboral real, que sigue estando sobre las diez horas diarias y con una duración efectiva, si incluimos el tiempo de los desplazamientos, próxima o superior a las doce horas, hace que todo el mundo dé mucha más importancia a los minutos que pueda ganar desplazándose en su coche, minutos que pueden ser decisivos para poder encontrar la tienda abierta o recoger al niño en la guardería. La variedad de horarios de salida y la degradación de las relaciones personales en el trabajo hacen que cada vez sea más frecuente el que en un coche sólo vaya una persona.

Según datos de la DGT, en el año 2005 se matricularon un total de 2.319.590; de los que 1.676.707 eran turismos, 368.446 furgonetas y 22.849 camiones. Por muchas autopistas que se hagan, la mayoría de las carreteras y la totalidad de las calles de las ciudades siguen siendo las mismas. Lo cual forzosamente se traduce en mayores atascos, mayor riesgo de accidente y más contaminación.

Es decir, que mientras el estado, las autonomías y los ayuntamientos, y las empresas, desde los fabricantes de coches hasta las compañías de seguros, pasando por petroleras, fábricas de recambios y financieras, ven como se incrementa su recaudación y beneficios; el pueblo, para hacer el mismo recorrido, cada vez tiene que pagar más, soportar mayores peligros, echar más tiempo y generar, y sufrir, una mayor contaminación.