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Mientras aumentan los despidos y suben
los precios, las grandes compañías petrolíferas
anuncian beneficios récord.

Por Bill Van Auken.

 

A medida que crece el temor a que la economía norteamericana se esté deslizando hacia la recesión, acompañada por una escalada de despidos y un incremento en el ataque al nivel de vida de población trabajadora, las grandes compañías petrolíferas, una vez más, anuncian beneficios récord.

Exxon Mobil, el conglomerado petrolífero más grande del mundo, anunció el viernes que había superado su propio récord de beneficios y había alcanzado los más altos de su historia: 40.600 millones de dólares en año pasado, un tres por ciento más que en 2006.

Los beneficios alcanzados por esta sola compañía suman más que el PIB de las dos terceras partes de las naciones del mundo, y sitúan a la compañía a mitad de camino entre Ecuador y Luxemburgo; mientras que el total de sus ventas –más de 404.000 millones de dólares- supera el PIB de 120 países y es más que el monto total gastado por el gobierno de Estados Unidos en educación primaria y secundaria.

La segunda compañía petrolera de los E.E.U.U., Chevron, alcanzó los 18.700 millones de beneficios anuales, un nueve por ciento más que en 2006; mientras que la nº 3, Conoco Phillips, tuvo 11.900 millones de dólares de beneficios, menores que en 2006 debido a la pérdida de sus concesiones petrolíferas en Venezuela.

Para su parte, la Royal Dutch Shell divulgó un beneficio anual de 27.600 millones de dólares, un récord para las compañías europeas.

Los beneficios para el cuarto trimestre –en el que se vio al barril de petróleo alcanzar brevemente los 100 dólares- aumentaron con el escalonamiento de tarifas. Los beneficios de Exxon Mobil en los tres meses últimos del año subieron hasta el 14 por ciento; Chevron, 29 por ciento; Conoco Phillips, 37 por ciento, y Shell, 60 por ciento.

Estos masivos extra beneficios no son el resultado del incremento de la productividad por parte de las grandes compañías petroleras, sino más bien de la espiral de los precios del petróleo, producida en gran parte por una especulación rampante.

“La historia de que en todo el mundo la producción de petróleo está en declive ha sido más que compensada por unos precios récord”, dijo Bloomberg News Robert Van Batenburg, jefe de investigación de la sociedad Louis Capital Markets, con sede en Nueva York.

En la reunión en Viena el viernes, los ministros de petróleo de la OPEP rechazaron las peticiones del presidente Bush para aumentar la producción a fin de bajar los precios. Los ministros argüyeron que el origen real de los aumentos de precio es la especulación descontrolada, con inversionistas que huyen de un dólar debilitado hacia la mayor seguridad de las reservas de petróleo.

El mismo aumento de los precios que ha llenado las arcas de las grandes petroleras ha tenido un efecto devastador sobre el nivel de vida promedio de los trabajadores. Según el Departamento de Trabajo de los EE.UU., la gasolina y la calefacción aumentaron un 29,4 por ciento en 2007. Mientras tanto, el Departamento de Energía predice un 38 por ciento de subida del coste de calefacción este invierno respecto al del pasado año, con un promedio para las familias de 551 dólares más de coste del combustible para calefacción en el curso del año fiscal actual.

Un reciente encuesta de NBC-Wall Street Journal reveló que el 70 por ciento de los encuestados afirmaba que la espiral del coste de la gasolina y el combustible para calefacción constituyen el factor económico más importante que les afecta directamente. En las actuales condiciones en las que decenas de millones de trabajadores dependen de los coches para ir al trabajo, la gasolina es una necesidad básica y con el aumento de los precios se obliga a las familias a disminuir el consumo de otras cosas esenciales. Muchos analistas han atribuido una parte significativa de la caída en el gasto de los consumidores a los efectos del alza de los gastos de combustible.

Para los sectores más pobres de la clase trabajadora, la elección está entre "calefacción o comer", bajo unas condiciones en las cuales los programas de asistencia para calefacción en el hogar se están quedando sin fondos en muchos estados. Las familias de bajos ingresos gastan de promedio el 15 por ciento de sus ingresos en las facturas de energía para el hogar.

El consumo en las gasolineras ha llevado a los precios de la gasolina por encima de la marca de los tres dólares, lo que significa que muchos trabajadores de salario mínimo, se ven obligados a dedicar de una cuarta parte de sus ingresos o más solamente para llenar los tanques de sus coches.

Mientras la gran mayoría de la población se enfrenta con estos sacrificios que se le imponen, la bonanza que disfrutan los beneficios de las compañías petroleras ha servido para pagar hasta niveles obscenos la retribución de sus principales ejecutivos.

Rex Tillerson de Exxon Mobil, por ejemplo, se llevó para casa cerca de 22 millones de dólares el año pasado, mientras que Dave O'Reilly, de Chevron, alcanzó los 31,6 millones de dólares el año anterior, y James Mulva, de Conoco Phillips, tuvo casi 15 millones de dólares.

Liderando la lista estaba Ray Irani, presidente de Occidental Petroleum, cuya paga superó los 52 millones de dólares. Como en el caso de sus homólogos de las grandes empresas petroleras, sin embargo, esto era sólo parte de la historia. Irani ejecutó 270 millones de dólares de valor de las opciones sobre acciones en 2006, y también recibió 93 millones de dólares de Occidental por salirse de su programa de compensación diferida, con lo que el total de emolumentos en el año 2006 fue de 415 millones de dólares.

Las compañías petroleras están utilizando gran parte de los actuales extra beneficios para recomprar sus propias acciones, aumentando su precio y, por tanto, enriqueciendo tanto a los accionistas como a ejecutivos. Chevron, por ejemplo, anunció el viernes que había recomprado siete mil millones de dólares de sus acciones ordinarias en el curso del año. Conoco Phillips dijo también que recompró acciones por siete mil millones de dólares en 2007, y la empresa anunció el pasado mes de julio que recompraría más hasta que alcanzasen los 15 mil millones de dólares el valor de las existencias finales en 2008.

El Presidente Bush pronunció un discurso sobre economía en Kansas City el viernes, pero del tema de los precios de la energía -por no hablar de los masivos beneficios de los conglomerados energéticos- no dijo nada. En lugar de ello, hizo hincapié en el miserable paquete de "estímulos" acordado con los Demócratas, que apenas cubre los aumentos de gasolina y combustible de calefacción que paga la población norteamericana.

Lo sí hizo Bush, sin embargo, fue apelar al Congreso para que haga permanentes sus recortes de impuestos. Estos incluyen miles de millones de dólares en incentivos fiscales y regalos a la empresas de energía, y fueron promulgadas bajo unas condiciones cuando ya los beneficios estaban aumento.

En el curso de la campaña electoral de 2008, la candidata demócrata a la presidencia, la senadora Hillary Clinton, abordó el tema de una "tasa" sobre los extra beneficios del petróleo como un "incentivo" para la grandes petroleras para desarrollar fuentes alternativas de energía. Ambos, ella y su rival para la nominación, el senador Barack Obama, han hecho un llamamiento especial para retirar las exenciones fiscales para los gigantes de la energía. Ninguno de ellos, sin embargo, ha expresado estas propuestas muy alto en el curso de sus campañas, y hay pocas perspectivas de que el Congreso, que está inundado de dinero del petróleo, vaya a aprobar nuevos impuestos sobre estas empresas.

La última sobre estos extra beneficios fue promulgada bajo la administración Carter en 1980. Fue derogada después de sólo ocho años, después de recaudar sobre 80 mil millones de dólares -apenas el 20 por ciento de lo que se había previsto- a causa de que sus múltiples lagunas fueron aprovechadas por las empresas petroleras.

Los masivos beneficios anunciados por las grandes petroleras en una situación en la cual millones de estadounidenses se enfrentan a la disminución de los salarios reales, las hipotecas de sus hogares, los desalojos y la creciente amenaza de los despidos, sin duda, provocará indignación justificada.

Además de beneficiarse de la miseria económica dentro de los EE.UU., el papel de las empresas petroleras en el escenario mundial es de violencia y destrucción. Exxon Mobil y otros se han gastado millones para financiar un frente de grupos "científicos" para promover la concepción de que el calentamiento global es solamente una teoría en lugar de un hecho, con la esperanza de evitar cualquier esfuerzo para enfrentarse al cambio climático que pudiera perjudicar sus ganancias.

Mientras tanto, los gigantes del petróleo han desempeñado un íntimo papel en la irrupción del militarismo americano, que ha sido dirigida, en gran parte, a establecer la hegemonía norteamericana sobre las regiones ricas en petróleo del Oriente Medio y Asia Central. Esta misma semana, un diario iraquí informó de que las compañías de petróleo americanas estaban ofreciendo sobornos en efectivo a los legisladores del país ocupado a cambio del voto para una legislación que les allanase el camino para comenzar la explotación de la reservas de petróleo del país.

Los masivos beneficios anunciados por las empresas petroleras en 2007 representan, en última instancia, otra transferencia de riqueza de las masas trabajadores a una elite financiera. Las decisiones de estos pocos conglomerados gigantes, que ostentan tan enorme influencia sobre la vida de millones de personas, se hacen totalmente desde el punto de vista de sus propios intereses y beneficios.

La lucha contra la desigualdad social, el militarismo y la destrucción del medio ambiente exige que estas empresas salgan de las manos privadas y se transformen en empresas de servicios públicos, bajo el control democrático y en el interés de la población en su conjunto.