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Ojo con el precio del gas natural

Por Julio A. Suárez

 


El próximo uno de Julio de 2008 desaparecerá la tarifa regulada del precio del gas natural, así que ya se puede uno imaginar lo que va a ocurrir: una subida constante de los precios.

Es lo que ha ocurrido con la liberación del precio de las gasolinas y gasóleos. Con esas medidas “liberalizadoras”, los gobiernos ni facilitan la competencia ni la bajada de los precios, todo lo contrario. La media docena de grandes empresas que dominan el mercado se ponen de acuerdo entre sí de una manera encubierta y, aprovechando la coyuntura, van subiendo los precios y generando mayores beneficios. Por eso son tan partidarias de la “liberalización”.

¿Qué puede negociar el cliente doméstico de gas natural con cualquiera de las cinco o seis compañías comercializadoras creadas por las grandes de la electricidad y el gas en España? La experiencia dice que el cambio de compañía no solamente no supone un ahorro significativo, sino que suele ser una fuente inagotable de problemas. Ahí están esos regalos envenenados de los contratos de mantenimiento (¿?) y reparación que se ofertan como gratuitos, pero al año siguiente cuestan más de 15.000 pesetas y de cuya utilidad real vale más no hablar.

La primera cosa que el ciudadano tiene derecho a saber es el margen con el que trabajan esas compañías. Es decir, a qué precio compran el metro cúbico de gas y a qué precio se lo venden al cliente. Pero ya sabemos que la principal característica de las grandes empresas es la opacidad. Vayan a la página de la Comisión Nacional de Energía y verán que la información facilitada, suponiendo que esté actualizada, no va dirigida al consumidor, sino a las empresas suministradoras.

No obstante lo anterior, podríamos aceptar como muy aproximado el precio de 116 pesetas por metro cúbico de gas (iva incluido) que pasa por el contador de un cliente doméstico. Este precio es el doble o más, dependiendo de la zona del país, del que paga un cliente doméstico norteamericano. No existen cálculos reales sobe lo que costaría calentar a 19/20 grados una vivienda de 80 metros cuadrados en diferentes partes de España durante los meses fríos. Como tampoco se habla de los rendimientos y de la eficiencia energética de las calderas individuales frente a sistemas colectivos de calefacción y agua caliente. Y es que el ahorro energético no interesa a los comerciantes de la energía, a pesar de que suplen con creces el supuesto ahorro en el consumo con el real aumento de los precios.

Las empresas suministradoras y comercializadoras de gas natural tienen las espaldas cubiertas desde el momento en que consiguieron ligar sus tarifas a las subidas del precio del barril de petróleo, no se sabe muy bien por qué. Debe añadirse que las subidas del precio del petróleo han sido debidas en su mayor parte a la depreciación del dólar y a la especulación.

El gobierno español va a liberalizar el mercado del gas natural, pero inmediatamente ha introducido la letra pequeña de la conveniencia para que grandes productores de gas natural, como la rusa Gazprom o la argelina Sonatrach no puedan vender gas directamente a los clientes domésticos españoles.

En el reciente acuerdo firmado entre Rusia y Ucrania, con una duración de cinco años, Gazprom suministrará gas natural a un precio, más o menos, de 27,5 pesetas el métro cúbico, pero Ucrania podrá también importar por los gaseoductos rusos gas natural de Kazjstán, Uzbequistán o Turkmenistán a unos precios cuatro veces más baratos que los rusos. Estaríamos hablando entonces de seis o siete pesetas el metro cúbico de gas natural.

Vislumbrados con los datos anteriores los grandes márgenes con que trabajan las compañías que nos venden el gas natural y teniendo en cuenta que para llevar el gas natural a un domicilio no hace falta ni construir grandes presas e instalar costosas turbinas, ni levantar gigantescas centrales térmicas, uno se pregunta cómo puede costar tanto calentar la casa y cómo el gobierno puede permitir, sino favorecer, el aumento del precio del gas natural y la escalada fuera de control que se espera.