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Ojo con el precio del gas natural (IV).

Una regasificadora en cada puerto.

Por Julio A. Suárez.



El gas natural se transporta por gasoductos y lo que se mueva por otros medios va a ser más caro y marginal.

Todo lo relacionado con los grandes asuntos energéticos se oculta en la opacidad pactada por las grandes empresas del sector y los gobiernos. A las empresas eléctricas y a los demás conglomerados energéticos no les interesa que la luz ilumine el origen de sus beneficios sobre beneficios.

España es el país europeo con mayor número de regasificadoras y, como se sabe, se ha autorizado a ENAGAS la construcción de la séptima instalación de este tipo en las nuevas explanadas de la ampliación del puerto de El Musel, en Gijón. En apenas seiscientos kilómetros de la costa norte española nos encontramos con tres de estas regasificadoras, lo cual carece de cualquier lógica y de toda justificación, porque España no es ningún archipiélago remoto, sino que forma parte del continente Europeo.

Cualquier especialista en asuntos gasísticos, respecto a este asunto, tiene que reconocer dos cosas: que el transporte en barco del gas natural le encarece sensiblemente y que ese método será siempre marginal, porque, repitámoslo una vez más, el gas se transporta por tuberías.

¿Por qué, entonces, ese empeño en construir más regasificadoras? Lo desconozco, pero estoy seguro que de alguna manera forma parte del negocio oculto en el que se originan los grandes beneficios de los conglomerados energéticos españoles. Y, por otra parte, esas regasificadoras contribuyen a justificar el otro gran negocio español: el de las constructoras y las obras públicas. Porque aquí, primero, se toma la decisión que conviene a los intereses de los poderosos e influyentes: construir superpuertos en Bilbao, en Gijón, en La Coruña, en Ferrol...; y después, con la colaboración y el apoyo inestimable de unos medios de comunicación acríticos y cautivos, se crean “necesidades” y se les dota de contenidos del mismo modo que se colocan las atracciones en el prau de la feria.

No hay escasez de gas natural ni peligra la segura continuidad del suministro, y del mismo modo que cuando la Compañía le corta el gas a un bar por falta de pago no se puede escribir que está amenazado el suministro en la región, tampoco se puede pretender que por los problemas que tenga Gazprom con las autoridades ucranianas, se va a quedar Europa sin gas, excepto España, que como somos tan listos, lo traemos en barco.

Lo cierto es, más bien, todo lo contrario, que muchos países europeos no han sido capaces de consumir el gas que tenían contratado a la rusa Gazprom por el sistema “toma o paga”. De tal forma esto es así, que Alemania compró a Gazprom durante el primer semestre de este año un 44% menos de gas que en igual período de 2008; Francia, un 21% menos, e Italia, un 35%. Rusia, a su vez, redujo en un 90% sus importaciones de gas de Turkmenistán. O sea, que el problema será ahora negociar ese bajo consumo, no la escasez de gas. Y aún nos queda Argelia y Holanda y el Mar del Norte, donde la francesa EDF acaba de invertir 335 millones de euros en la adquisición del 80% de un campo de gas.

El encarecimiento que supone el proceso de licuefacción del gas natural, previo a su carga en un buque de los llamados metaneros, más el coste de fletes y gastos portuarios, más el posterior proceso de vaporización para pasarlo de nuevo de líquido a gaseoso, y la consiguiente amortización de unas instalaciones complejas y caras, aparte de peligrosas, todos esos gastos alguien los tendrá que pagar. Porque de una cosa sí que podemos estar seguros: “ELLOS” no van a perder dinero, ni un céntimo, sino todo lo contrario. Así que: ¡Ojo con el precio del gas natural! (y de la electricidad producida con ese combustible).