Contra
la persecución sindical en Asturias: rezos, oraciones y peregrinajes
a Covadonga
Homilía
para votantes pronunciada
por capellán general castrense de las
fuerzas subizquierdistas de los buenos sueldos de Dios.
Por
Carmelo de Samalea
Queridísimos hermanos y hermanas en la fe de la monarquía
juancarlista:
Dos hermanos nuestros, aunque extraviados en sus pasos, Morala y Carnero,
sufren en sus carnes la persecución de la justicia. Y la justicia,
como bien sabéis, queridos hermanos y hermanas, es ciega e independiente.
Nada podemos, nada debemos hacer contra esa ceguera y esa independencia
de nuestros jueces y fiscalas, excepto pedirles clemencia cuando van a
tomar el café.
Hermanos y hermanas, estas dos ovejas tanto tiempo descarriadas no se
las comió el lobo, porque el lobo hace tiempo que fue eliminado
por las fuerzas encargadas de la protección de la Naturaleza y
del Medio Ambiente. Ni la Naturaleza necesita de lobos ni el rebaño
laboral y sindical de ovejas alobadas que quieran destruir cámaras
de vigilancia, sin darse cuenta que Dios todo lo ve y la policía,
también; pues, a fin de cuentas, solamente tiene algo que ocultar
el que tiene algo que temer.
Nuestros hermanos Morala y Carnero llevan muchos años por el camino
equivocado, arrastrando a las turbas a la algarada, al enfrentamiento
y a la barricada. Y en su ofuscación no se dan cuenta de que las
huelgas, las manifestaciones y los disturbios a nadie benefician y a todos
perjudican, y a ellos, más que a nadie.
¿Qué es, sino rebeldía estéril, esa persistencia
suya en oponerse a los planes de las autoridades y, de forma especial,
a los sabios designios de nuestro queridísimo presidente, don Vicente
Alberto Alvarez Areces, al que el Señor dé salud y larga
vida?
¡Te alabamos y votamos, Señor!
¿Qué es, sino afán de notoriedad y gusto por la pelea
ese ansia constante por buscar el enfrentamiento con los agentes guardadores
del orden, provocándoles y agrediéndoles hasta más
allá de los límites soportables por el más paciente
de los humanos, para luego culpabilizar de la limitadísima respuesta
policial a nuestro amadísimo, prudente y arcangélico Delegado
del Gobierno, don Antonio Trevín Lombán, al que el Señor
dé también salud y larga vida?
¡Te alabamos y votamos, Señor!
Yo he sido testigo de los esfuerzos y sacrificios que nuestros ángeles
misioneros Iglesias y Montes, que se sientan a la izquierda del Señor,
han dedicado a la redención del descreído y a la conversión
del infiel.
¡Les alabamos pero no les votamos, Señor!
Queridísimos hermanos y hermanas, es verdad que el Señor
dejó dicho: ¡Ganarás el pan con el sudor de tu frente!,
Y a eso se acogen, en su demagogia obrerista, nuestros dos hermanos descarriados
Morala y Carnero. Pero el Señor es misericordioso y nada impide
que con su infinita misericordia aquel castigo se haga más llevadero.
Por eso, iluminados por el Señor, nuestros hermanos Alvarez Areces
y Trevín Lombán, sin olvidar a nuestra amadísima
alcaldesa Paz Fernández Felgueroso, buscan con denuedo que nadie
produzca y que ninguno de sus amigos y seguidores tenga que sudar para
pagar el audi. Y yo me pregunto y os pregunto: ¿por qué
agravar nuestros sufrimientos construyendo barcos para otros países,
fundiendo hierro para lejanas fábricas, picando carbón cuando
podemos quemar gas, ensuciando el aire y las aguas cuando se pueden ensuciar
las de otras naciones lejanas e infieles? ¿Qué puede haber
de malo en que donde hubo astilleros y fábricas se levanten hoteles
y edificios llenos de comodidades con los millones de sin techo que, por
desgracia, hay en el mundo? Mirando al mar, el alma se ensancha y hasta
el buen marxista, al que una lágrima en la arena cayó, terminará
por reconciliarse con nosotros.
Fijaros, queridísimos hermanos y hermanas, como todos aquellos
millares y millares de rojos extremistas, de comunistas acérrimos,
gracias a ese cotidiano milagro de los panes y los peces que nuestros
amadísimos gobernantes hacen repartiendo prejubilaciones, recolocaciones,
liberaciones sindicales, ascensos, complementos de destino, sobresueldos
y demás obsequios, hoy se han vuelto mansos, disciplinados y temerosos
del Señor.
Hermanos y hermanas, estad seguros de que la santidad se gana con la oración
no soldando chapas de acero naval ni poniendo denuncias en Magistratura
de Trabajo. Y de igual modo que la oración, y el milagro de los
panes y los peces, consiguieron que no haya huelgas generales, que no
se quemen neumáticos, ni paren el metal ni los astilleros en defensa
y solidaridad con Morala y Carnero; yo os pido hoy a todos, creyentes
y no creyentes, que oréis por la libertad de estos dos hermanos.
Nada de huelgas, nada de piquetes, rezar y rezar, y si os veis con fuerzas,
en vez de ir a las manifestaciones id a Covadonga a poner una vela a la
Santina.
¡Podéis ir a votar en paz!
¡Te alabamos y votamos, Señor!
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