asturiasemanal.es
laboral ecología cultura opinión política etcétera
  inicio
con tacto
   

Homenaje en recuerdo de las presas republicanas de Saturrarán.

Por Samuel Zapico.

Arriba, a la izquierda, Anita Morales, superviviente de la cárcel de Saturrarán, y uno de los niños nacidos en la misma, descubren una placa conmemorativa en el cementerio de Motrico.
Abajo, a la derecha, Fernando Aguirre y Anita Morales descubren en la playa de Saturrarán un mural con el nombre y procedencia de las presas e hijos de presas fallecidos en la prisión.
La asociación de amigos de la historia de Ondárroa, Ondarroako Historia Zaleak, organizó a lo largo del mes de noviembre una serie de actos para recordar lo que había sido la prisión franquista de mujeres de Saturrarán. Una contribución más para rescatar del olvido este otro aspecto del franquismo: la represión y el sufrimiento de las mujeres republicanas.

Bajo la coordinación de Fernando Aguirre, se expuso al público en el local de la antigua rula o lonja de pescadores de Ondárroa una importante colección de fotografías, documentos y libros sobre la tristemente famosa prisión de mujeres. Llamaba especialmente la atención unas sábanas y tapetes que habrían sido bordadas por alguna presa a cambio de comida.

El viernes siete de noviembre, por la tarde, junto con la proyección, un tanto accidentada, de un audiovisual, se celebró en la sala de la exposición una conferencia en la que participaron la ex presa Anita Morales y el historiador asturiano Marcelino Laruelo.

Anita Morales, con una envidiable presencia de ánimo y una excelente memoria, pronunció el sobrecogedor relato de lo que había sido vida carcelaria, desde que el franquismo vencedor la detuvo en 1939 en Madrid hasta que salió de Saturrarán en libertad condicional. Leonesa de nacimiento, pero avecindada en Madrid, fue detenida y conducida a la cárcel de Ventas, de infausto recuerdo. Fue condenada a pena de muerte por haber estado cosiendo ropa para los soldados republicanos en un taller de la asociación de mujeres antifascistas de su barrio. Le salvó del paredón el hecho fortuito de que su expediente cayera en manos de un juez militar que descubrió toda una serie de falseamientos en el proceso y pidió su revisión. También ayudaría a Anita Morales la circunstancia de que se encontrase embarazada.

Anita Morales llegó a Saturrarán con un bebé de tres meses en una expedición de presas madrileñas. Al cumplir el niño los tres años, Anita, que no había encontrado a ningún familiar que se quisiera hacer cargo de él, pudo evitar que fuera a parar a un hospicio gracias a que una antigua compañera del taller de ropa aceptó gustosa cuidar al niño todo el tiempo que fuera necesario, hasta que Anita saliera de la cárcel.

El historiador asturiano Marcelino Laruelo, autor del libro La Libertad es un bien muy preciado, en el que se dedica un amplio capítulo a la prisión de mujeres de Saturrarán, centró su intervención en el proceso de investigación que le llevó a conocer, primero, la existencia de esta cárcel de mujeres, y a documentar después todo lo relacionado con la misma. Recordó los impedimentos que tanto la directora de Instituciones Penitenciarias del último gobierno de Aznar, como el entonces director de la cárcel de Martutene le querían imponer, incluida la censura previa. También recordó sus primeros viajes a Motrico, Saturrarán y Ondárroa, y sus entrevistas con Agustín Zubicaray, para quien tuvo cálidas palabras de recuerdo y agradecimiento.

El sábado, a las once de la mañana, el cortejo que se había concentrado en Motrico partió en procesión hasta el cementerio de la localidad. En el muro del cementerio, Anita Morales y uno de los niños nacido en la cárcel descubrieron un placa en recuerdo de las 177 mujeres y niños que murieron en la misma víctimas del hambre, los malos tratos y la crueldad con que trataban a las prisioneras y sus hijos.

A continuación, en la explanada lindante con la playa de Saturrarán, donde estuvieron los edificios de la cárcel, se descubrió una placa con los nombres y lugar de procedencia de las mujeres y niños fallecidos. En ambos actos, junto al txistu y el tamboril, al aurresku de bienvenida, a los versolaris y los cánticos en euskera, se dejó oír la libre melodía de una gaita a la que daba aire astur una gaitera de La Casa de Asturias en Bilbao. El numeroso público asistente acompañó con el coro de sus voces el Asturias, patria querida.

Los actos finalizaron en la carpa instalada en el lugar, donde los organizadores agasajaron a los asistentes con un suculento y abundante piscolabis que restableció el ánimo, y los estómagos, de los asistentes en un ambiente de cordialidad y campechanía.

La cárcel franquista de Saturrarán, enclavada en el municipio de Motrico aprovechando los edificios del que fuera seminario de verano, funcionó entre los años 1938 y 1944. Albergó una población penal de más de 1.500 mujeres y un número de niños que rondaría los dos centenares. Tanto el gobierno vasco como la asociación memorialística Azthuak habían realizado sendos actos en este mismo lugar. El pueblo de Ondárroa mantuvo una especial sensibilidad hacia las presas de Saturrarán, entregándoles alimentos y pescado, atendiendo a familiares que venían a visitarlas y acogiendo en sus casas a numerosos hijos que las presas les entregaban para su custodia. Más información en www.asturiasrepublicana.com

La Ondarroako Historia Zaleak se creó hace ya algunos años y viene a ser la continuadora de la labor histórica que realizaba el erúdito ondarrés Agustín Zubicaray.