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Silencio sindical ante la propaganda de la patronal


Por Carmelo de Samalea

De una forma cotidiana y metódica, las organizaciones patronales y los organismos afines a las mismas, incluidos los que dependen del Estado (o de las autonomías, o de los ayuntamientos), es decir, el conglomerado pro patronal, lanzan a los medios de comunicación estudios, informes, estadísticas y demás zarandajas de la propaganda ilustrada que son un permanente ataque a los derechos del trabajador y a la verdad.

Si se hiciera caso a lo que dice esta propaganda, el trabajador español es el más absentista, el que más vacaciones tiene, el que menos trabaja… Y no se atreven a decir que es el que tiene los salarios más altos de Europa porque eso ya sonaría a coña marinera y provocaría la rechifla del personal. Pero todo se andará.

Así, resulta que, según la Encuesta de Coyuntura Laboral que elabora trimestralmente el Ministerio de Trabajo, los currantes asturianos trabajaron durante el primer trimestre del año 408 horas, uno de los horarios laborales más cortos del país. O sea, ¡menos de seis horas y media de jornada diaria!

Es de sobra conocido que hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas (o encuestas), pero afirmar que la jornada es de seis horas y media de promedio es tanto como afirmar que muchos solamente irían al trabajo, es un decir, la media hora del café y el pincho.

Porque a nadie se le escapa que a las ocho de la mañana la inmensa mayoría del personal se encuentra ya en el tajo y que a las siete menos cuarto de la tarde una gran parte del mismo, sino la mayoría, todavía está con la ropa de trabajo puesta y la herramienta en la mano.

Es decir, que para miles y miles de trabajadores de todos los sectores la jornada laboral normal es de diez horas diarias y cincuenta semanales. ¡Eso, por lo menos! Y en no pocos casos, de sesenta horas semanales. Por supuesto, no se habla aquí de trabajo clandestino ni de talleres ocultos en un sótano, sino de empresas, obras, bares, astilleros, oficinas, talleres, etc., que están a la vista de todo el mundo.

¿Por qué entonces esa falta de réplica sindical? Pues seguramente que, como en otros muchos casos semejantes, mitad por desidia, mitad por connivencia. Más aún, si en la mayoría de los casos todos esos millones de horas extras que se obliga a hacer a los trabajadores, repito, que se obliga a hacer a los trabajadores bajo supremas amenazas; si esos millones de horas extras no se declaran en las nóminas ni se cobran como tales (lo que disculparía en parte la inopia de los autores de la Encuesta de Coyuntura Laboral) estaríamos, estamos, ante el mayor fraude a la Seguridad Social y a Hacienda de Europa. Habría que hablar entonces de colaboración necesaria para la comisión de un delito.