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Preindultados
los sindicalistas, Por Carmelo de Samalea
El presidente Rodríguez
Zapatero estoy seguro que se defiende en francés y en inglés,
y el presidente Bush chapurrea el español, sobre todo, desde que
se hizo amigo de Ánsar. El idioma no suele ser una barrera cuando
hay intención de entenderse. Yo no sé de qué hablarán
Rodríguez Zapatero y Bush cuando se reúnen, pero, porque
me conviene, voy a suponer que se les ocurre hablar, para pasar el rato,
de barcos, de astilleros y de construcción naval. O sea, que la construcción naval es vital. En Estados Unidos y en España y en Suecia. Y la construcción naval es vital en Gijón, ciudad que a finales del siglo XIX ya contaba con un dique seco y que en el XX llegó a tener a seis astilleros en pleno funcionamiento y que cuenta con una potente industria siderúrgica y auxiliar. En un período
de gran auge de la construcción naval a nivel mundial, propiciado
por el incremento del transporte marítimo y por coincidir con un
período de renovación de las flotas, los dos astilleros
que quedan en Gijón estuvieron mucho tiempo, sin ningún
barco contratado. No debe de ayudar mucho a la contratación
de nuevas construcciones los continuos cambios de nombre y de propiedad
de los citados astilleros: Uno de los principales objetivos de la actividad sindical en la empresa debería de ser la de fiscalizar la marcha financiera de la misma, con especial interés cuando hay sospechas fundadas de lo que eufemísticamente vamos a llamar irregularidades. Y las sospechas en Naval Gijón son muy grandes. A mí, particularmente, me gustaría saber los costes y cuántas pérdidas ocasionó el buque 610, aquel cuyo casco se encargó a un astillero de Ucrania mientras se enviaba a cobrar del Inem a los trabajadores de Naval Gijón y, por si fuera poco, el gobierno daba al astillero las correspondientes ayudas como si fuera de construcción nacional. Tras ¡once meses de retraso!, hubo que traerlo, como es natural, remolcado por todo el Mediterráneo y bordeando toda la península. Gastos de remolcaje, de seguros, de atraque en El Musel, de las obras de corrección, chorreo y pintado, etc., etc. me son desconocidos y me interesaría mucho saberlo. Cuando a finales de Mayo de 2006 se produjo la botadura de este quimiquero de 35.000 toneladas de peso muerto, el Gijón Knutsen, de la empresa noruega Knutsen OAS Shipping, el armador reconoció haber vivido momentos de pesadilla debido, sobre todo, a lo ocurrido en Ucrania. Sería muy interesante y muy esclarecedor, además de ejemplarizador, conocer las cuentas de la construcción de ese barco en detalle, en minucioso detalle y los nombres de todos los responsables. No es difícil de imaginar que otra vez se cumpliría aquello de que “oveja de todos, se la comen los lobos”. Y aquí, ovejas, pocas; pero lobos ambiciosos e insaciables de corbata y maletín, muchos. Y también sería no menos interesante saber dónde realizan las labores de mantenimiento todos los buques mercantes que frecuentan los puertos españoles y los de las navieras radicadas en nuestro país, si es que queda alguna. La mala intención del conglomerado político-hormigonero que rige los destinos de Asturias no puede atenuar las culpas y responsabilidades de la mala gestión de los astilleros. Repito que en medio
de tanto desbarajuste, muchos se hicieron ricos. La vergüenza pasa
y la manteca queda en casa. Y el último prejubilado, que apague
la luz al salir.
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