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El
baile de los vampiros. Los dirigentes de la UE Por Jean-Jacques
Chavigné Después de haber
puesto cerca de 200 mil millones de euros a disposición de los
bancos europeos en agosto de 2007 y, de esa manera, haber fomentado su
frenesí especulativo, los dirigentes de la Unión Europea
se proponen ahora hacer pagar la factura de sus generosidades a los asalariados
europeos. El Banco Central Europeo
y la inflación El propio Trichet justifica la carestía del euro al afirmar que un euro "fuerte" modera el peso de la factura petrolífera y de la mayoría de las materias primas importadas, cuyo precio es en dólares. Sería, a su modo de ver, con la "moderación salarial", la razón principal de la moderación de la inflación en Europa. La moderación de la inflación es muy relativa: incluso el Gobierno Sarkozy se ha visto obligado a admitir el aumento del precio de los productos alimentarios y de la energía. Pero sobre todo, si se tomase al Sr. Trichet en serio, sería necesario concluir que la baja continua del dólar tendría de traducirse en una explosión alcista de la inflación en los Estados Unidos. No es el caso: la caída del dólar ante el euro desde enero de 2002 no implicó un alza de los precios en este país. De nuevo, se ha comprobado que el Sr. Trichet está dispuesto a hacer cualquier cosa para justificar su lucha contra los aumentos salariales. El verdadero papel del euro caro resulta cada vez más evidente. Se trata de no dejar más que una única variable a adoptar para poder exportar los productos y los servicios de la zona euro: la reducción de los salarios y el aumento continuo de la productividad laboral. El euro caro, el crecimiento y el Tratado de Amsterdam Cara a la crisis financiera, los 27 Jefes de Estado y de Gobierno de la UE presionaron alos países que, como Francia, no equilibraron su presupuesto para que acelerasen "el ritmo de reducción del déficit y de la deuda". La voluntad de estos Jefes de Estado de hacer pagar la crisis, no a los intocables banqueros, sino a los asalariados es evidente. Esta voluntad es tanto más inadmisible cuanto que en todos los países europeos las deudas aumentaron a consecuencia de los regalos fiscales hechos al los más favorecidos. Los 15 mil millones de regalos fiscales concedidos por Sarkozy a algunos millares de hogares son el último avatar de esta política. Pero de repente, nadie, y sobre todo los economistas liberales, parece recordarse de cuál era la justificación del Tratado de Amsterdam que, en 1997, decidía limitar los déficits y las deudas públicas de los países de la zona euro. Todos estos economistas amnésicos desarrollaron esa justificación en columnas en todos los periódicos: los déficit o las deudas públicas excesivas en uno o varios países de la zona euro penalizarían al conjunto de los países de esta zona. En efecto, los mercados de cambios sancionarían toda deriva de la hacienda pública de un estado miembro haciendo bajar el valor del euro en el mercado de divisas. En cinco años, el valor del euro conoció una elevación del 85% de su valor con relación al dólar. ¿No habrá llegado ya el tiempo de sacar todas las conclusiones, en particular, en términos de déficit públicos y de volver a dar a los estados de la zona euro la libertad de su política presupuestaria? ¿Cuáles serían los riesgos de tal política?¿Volver el euro menos caro en relación al dólar, al yen y al yuan? No es un riesgo sino una necesidad. ¿Hay que dejar
aumentar los déficit públicos?
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