asturiasemanal.es
laboral ecología cultura opinión política etcétera
   
con tacto
   
Asturias: los constructores visitan
a los alcaldes de la costa.

Por José González Avín

 

¡Malo! ¡Peligro!
Los gabinetes de comunicación y propaganda de los constructores han anunciado a sus difusores periodísticos habituales que una delegación de la Confederación Asturiana de la Construcción formada por empresarios y técnicos iba a empezar a visitar a todos los alcaldes de los municipios costeros asturianos: ¿para qué? Pues no va a ser para felicitarles las Pascuas, que es muy temprano todavía. La visita es para asegurar la recalificación y la pasta; para ver la forma de seguir paleando euros a toneladas.

Los hormigoneros tienen prisa y un cierto temor ante las nubes que se anuncian por el Oeste en el horizonte: ¿será un chaparrón?, ¿pasarán sin que nos caiga una gota?, ¿o será un galernazu que lo ponga todo pates arriba?

A esa situación de inestabilidad atmosférico-financiera viene a sumarse la debida confusión con que fueron redactados todos los planes urbanísticos municipales y la complicación añadida por la intromisión de las normas medioambientales de esquivable cumplimiento.

Hace ya mucho tiempo, desde la época del caudillo, que en este país se sabe que, en asuntos urbanísticos, lo que no es legal es legalizable. Por eso los constructores van a visitar a todos los alcaldes de la zona costera, y del interior, donde crean que hay posibilidades de hacer grandes negocios: que no quede playa, bosque o espacio natural sin su urbanización adosada. Dicen que quieren pactar para edificar de manera ordenada, ordenada, claro está, según sus intereses y conveniencias.

La patronal de la construcción y sus técnicos hablan de un gran pacto para la construcción de miles de viviendas, de miles de puestos de trabajo y de miles de millones de beneficios (para ellos). A cambio, solamente piden a los alcaldes y concejales de los municipios agraciados que modifiquen sus normas ubanísticas y sus exigencias medioambientales para permitir el desarrollo y el crecimiento económico de la región: ¡Camelo camelatis!

Por supuesto, los miles de viviendas que se construyan, según afirma su gabinete de comunicación y propaganda, serán de segunda residencia y destinadas a la clase media alta. O sea, para que un repartidor autónomo de Bilbao o Madrid, casado con la cajera del súper, hipotecados hasta las cejas, vengan dos semanas en Agosto con los cuñados a meterse en un habitáculo de 45 metros cuadrados para ver llover desde una ventana, que oficial y estadísticamente será una ventana de clase media alta, por supuesto.

Robad, el imperativo del verbo robar, tiene en árabe, paradojas de la vida y bromas del lenguaje, el significado de barrio nuevo y populoso fuera de las murallas. Añádase a ese afán por el robad/robar el hecho innegable y repetido a lo largo de la historia de que, como decía Chueca Goitia, “las mayores catástrofes urbanísticas suceden allí donde falta una minoría ilustrada y donde las autoridades carecen de un aceptable nivel de cultura. Es donde aparecen los mayores excesos y donde el urbanismo y la arquitectura presentan los índices de calidad más bajos.” Así estábamos, así seguiremos.