Votaron
los mismos por los mismos
Por Carmelo de Samalea
Y analizan los resultados los mismos con las mismas ideas preconcebidas
y las mismas frases hechas y los mismos lugares comunes y las mismas conveniencias.
Y así van pasando los años: alcaldes y concejales que llevan
veinte en la poltrona disfrutando de la mamandurria del poder y del reparto
de prebendas. Si son tan buenos, tan lúcidos, tan eficaces
y tan carismáticos, ¿cómo es que no progresan, que
no ascienden en los organigramas de sus respectivos partidos?
No, ninguno de esos concejales y alcaldes perpetuos están en esos
puestos porque la sociedad haya visto en ellos a los mejores elementos
y a los más capaces para regir los destinos de ayuntamientos y
comunidades. No, su único mérito consiste en su habilidad
para colocarse en los primeros puestos de las listas electorales mediante
la relación simbiótica entre los órganos directivos
de los partidos y las corporaciones y parlamentos regionales. Son
sociedades de seguros y favores mutuos.
¡ Veinte años de concejal!, ¡veinte años
de alcalde! Ya no son ni concejales ni alcaldes: son funcionarios, profesionales
del cargo público.
Mientras no se cambie el sistema electoral, mientras no se pueda elegir
libre y directamente al alcalde que presida la corporación municipal
y al concejal que represente al barrio o distrito, las cúpulas
de los partidos seguirán manejando y beneficiándose del
reparto de poder establecido por ellos y entre ellos.
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