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Western. SEGUNDA PARTE Capítulo XI Los Mitos
Casi siempre, es la ausencia de datos lo que no permite la reconstrucción de algún trozo de la Historia, excepto en el tema del western, en el que la sobreabundancia de versiones impide acercarse a una realidad. Basta citar el caso de una obra con pretensiones de seriedad, como "El mundo del cow-boy", del escritor alemán J.H. Stammel, publicada en Munich en 1970, en la que en el apéndice bibliográfico cita cuatrocientas cincuenta y tres obras generales, doscientas veinte biografías y autobiografías, ciento sesenta y nueve fuentes originales y trescientos treinta y nueve diarios y revistas de dieciséis estados de los USA. Y toda esa inmensa fuente de consulta para que se le cuelen datos inexactos como la total aniquilación del 7º de Caballería o los veintidós muertos de Billy el Niño.
Ciñéndonos al personaje de Billy el Niño, se observa que la proximidad de los acontecimientos y su posible investigación seria y documentada no supone un acercamiento real a la Historia, sino la potenciación de la lejanía para los lectores del Este, ya que así el exotismo primaba sobre la contemporaneidad. Para un lector de periódicos de Nueva York o Boston, el territorio de Nuevo México, en el que se movía Billy el Niño, pertenecía no sólo a otro espacio sino también a otro tiempo, y la mitificación fue instantánea, sin tener que esperar a que el tiempo y la tradición la perfilasen para pasar al acervo cultural popular. Los incidentes de la guerra ganadera del Condado de Lincoln terminaron en 1881 con la muerte del joven pistolero. Al año siguiente, en Santa Fe, se editó "La verdadera historia de Billy el Niño", escrita por un “negro” literario con los recuerdos de Pat Garrett, ya que el hombre que mató al mítico pistolero era prácticamente analfabeto. Los recuerdos de Pat Garrett aparecieron, como la respuesta "seria" a las ocho novelas populares que se editaron entre julio de 1881, en que murió Billy, y abril del 82, en que se imprimió la versión del sheriff Garrett. Esas novelas amarillas, por el color del papel, convirtieron a Billy el Niño en un héroe de baladas y canciones vaqueras, y en noticia para la prensa nacional, cuando solamente había sido una celebridad Iocal. De la ampliación de la fama regional a la nacional, sacó tajada Pat Garrett, al que, en 1901, el presidente Roosevelt nombró recaudador de aduanas de El Paso, en Texas. Siete años después, Garrett fue asesinado en su rancho de Las Cruces por un ganadero vecino llamado Miller que, posteriormente, sería linchado en una cárcel de Oklahoma.
Se cerró definitivamente un caso que, a pesar de la facilidad para la desmitificación, siguió despertando el apasionado interés de novelistas y periodistas. Incluso después de la Segunda Guerra Mundial, el novelista español exiliado en los USA, Ramón J. Sénder, aprovechó su estancia de profesor en Nuevo México para escribir la novela "El bandido adolescente", en la que daba una visión pro-hispana del pistolero, aceptando y potenciando su mitificación.
El mito quedaba totalmente aceptado y hasta en versiones posteriores, aparentemente desmitificadoras, como la película "El zurdo", de Arthur Penn, contribuyeron a su consolidación. Es de señalar que, a pesar de que en la actualidad el western es un género económicamente muerto, una de las pocas películas que ha intentado revivirlo fuera "Arma joven" (dirigida por Christopher Cain, en 1988), una versión más de Billy el Niño, que intenta explicar la "realidad" del Oeste a los jóvenes de ahora.
El mito del western nació de la aceptación del público USA de su diferencia con otras culturas, y nació, precisamente, en las ciudades del Este que lo consideraron como señas propias de identidad. No hizo falta que el paso del tiempo y la tradición oral hicieran nacer las leyendas, los periodistas las inventaron y la historia los recogió sin molestarse en afinarlas.
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