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Western. SEGUNDA PARTE Capítulo XII ¡Qué empiece el espectáculo!
Poco después de este encuentro, Buntline escribió "Buffalo Bill, Rey de la Frontera", a la que siguieron novelas y novelas protagonizadas por Cody, que se convirtió en un personaje famoso, ya que las obras insistían en que eran hechos reales protagonizadas por un personaje real. El explorador Cody, convertido en el mítico Buffalo Bill, se transformó en una moda social, acreditado por el general Sherman, Jefe del Departamento del Oeste, que en las reuniones del todo Washington afirmaba que había conocido al célebre guía y que le había tenido a su servicio en la frontera. Una importante remesa de miembros influyentes de la "alta sociedad" neoyorquina emprendió una expedición de caza al salvaje oeste y exigieron que Buffalo Bill se encargase de preparar y conducir la partida de caza. El grupo cazó bisontes con Cody y a su regreso al Este, la fama de Buffalo Bill se consolidó por la propaganda que le hicieron las clases pudientes, que lo ensalzaron por su exotismo, y hasta la prensa se ocupó de la expedición de caza como si se hubiera tratado de un importante acontecimiento. Sin pretenderlo, pero sabiendo aprovechar la situación, Buffalo Bill se convirtió en el guía turístico más famoso del país y sus servicios eran reclamados como un asunto de prestigio por los millonarios que se aventuraban por las "difíciles" tierras del western. La figura de Cody quedó aclamada nacionalmente con la visita del Gran Duque Alexis, hijo del zar Alejandro II, que visitó los USA en 1872 y tuvo como compañero de expedición de caza por las llanuras al ya famoso explorador. Cuando se despidió del Gran Duque, que le colmó de regalos, Buffalo Bill se transformó en un personaje de prestigio internacional. El novelista Buntline aprovechó la ola de popularidad de Buffalo Bill para escribir la obra de teatro "El Rey de la Frontera", protagonizada en las tablas por un actor que interpretaba el personaje "real" de Buffalo Bill. El éxito en el teatro Niblos, de Nueva York, fue estruendoso, con filas y filas de espectadores haciendo cola para ver la obra. El explorador, que visitó la ciudad y asistió a una de las representaciones teatrales, quedó impresionado por la aceptación del público. Tuvo que salir al escenario para agradecer los aplausos que casi se convirtieron en escándalo y, entonces, Buntline tuvo la genial idea de que Buffalo Bill se interpretase a sí mismo en el teatro.
Convencer a Cody no fue difícil en cuanto el explorador empezó a oler el dinero a ganar, que sumaba cantidades que ni siquiera imaginaba que existieran. Pidió un permiso al ejército para dedicarse a su nuevo trabajo de actor y se hizo acompañar de uno de sus mejores amigos, Texas Jack, que, además de cazador, había sido pistolero profesional y policía. Con los dos exploradores dispuestos, Buntline escribió en muy poco tiempo el "drama" "Los batidores de las llanuras" y montó la compañía de teatro de Buffalo Bill a sólo tres días del estreno de la obra en el "Amphiteatre", de Chicago. En el estreno, y a pesar de los precios populares, se recaudaron cerca de tres mil dólares, lo que para el año 1872 era una cifra astronómica. El público desbordó entusiasmo y Buffalo Bill, que se había quedado mudo al salir escena, encontró su verdadera vocación. La crítica dijo: "Corre el rumor de que "Los batidores de las llanuras" fue escrita por Ned Buntline en cuatro horas. Lo que maravilla es que haya tardado tanto tiempo en escribir semejante cosa". La crítica podía decir lo que quisiera, ya que el público sentía veneración por el héroe de las llanuras y la compañía teatral pasó de Chicago a Nueva York y, de allí, a Filadelfia, convertida en la sensación de la temporada. Al año siguiente, Buffalo Bill descubrió que Buntline era un estafador y le dio la patada para contratar como empresario a John Burke, un ex-mayor del ejército que se hacia llamar "Arizona John" y que resultó una persona de extremada honradez. El contratar a Burke, que permaneció junto a él hasta el final de su carrera artística, fue una de las pocas cosas sensatas que hizo Cody en toda su larga existencia. Burke preparó una nueva versión de la obra de Buntline, con mayor cantidad de efectos especiales, y tuvo la idea de contratar al famoso pistolero Wild Bill Hickok para que entrase en la compañía de teatro de Buffalo Bill.
El dinero y los problemas entraron a raudales, sobre todo porque a la primera dama, una actriz italiana, la señorita Morlachi, le sobraban encantos y era cortejada al mismo tiempo por Texas Jack, Buffalo Bill, Wild Bill y hasta por el empresario Burke. Además, Hickok tenía la costumbre de actuar borracho perdido, cosa que también solía hacer Cody, lo que estuvo a punto de producir heridos cuando le daba por disparar sus pistolas hacia el público y se olvidaba de cargarlas con balas de fogueo. Dada la peligrosidad, el empresario intentó apartar al pistolero de la bebida, pero lo que consiguió fue apartarlo del teatro, en el que sentía ridículo incluso cuando estaba sobrio. Wild Bill abandonó las tablas pero no el mundo del espectáculo, ya que tuvo la idea de organizar un circo que incluyese animales además de los habituales actores. Su "show", estrenado en Niagara Falls, terminó en desastre, pues los bisontes que había comprado se le escaparon en una estampida y al oso tuvo que matarlo a tiros cuando rompió los barrotes de la jaula. Convencido de su mala suerte para el negocio de las variedades, Wild Bill Hickok volvió a los territorios auríferos de las Montañas Negras. Del teatro, lo que sacó fue una buena esposa, la equilibrista Agnes Lake, que fue lo mejor que pasó por los últimos años de la vida del pistolero. Después de su asesinato en Deadwood, se olvidó su aportación al mundo del espectáculo, pero su viejo amigo Cody no echó en saco roto la posibilidad inventada por Hickok de organizar una representación del western al aire libre y con todos los elementos reales.
1876 fue el año del primer centenario USA y de la matanza del general Custer, por lo que el aniversario coincidió con una derrota y se despertaron las ansias de venganza en toda la nación para hacer pagar a los indios la victoria de Little Big Horn. De la campaña militar contra los indios sacaría Buffalo Bill enormes beneficios en publicidad y fama. A Burke, el empresario de Cody, le faltó tiempo para darse cuenta de la oportunidad y embarcó a Buffalo Bill como guía de las tropas de Caballería. El explorador, convertido en figura nacional se unió al 5º regimiento de Caballería, al mando del coronel Merritt, que tenía la misión de interceptar la retirada cheyenne en War Bonnet Creek. Allí, Buffalo Bill alcanzó el pináculo de la fama al matar en duelo personal al jefe indio "Mano Amarilla". Lo único malo de la hazaña es que fue todo un montaje posterior a la escaramuza. El teniente Charles King, inventor del subgénero literario del western militar, contó en su libro de memorias que el explorador acabó con el jefe cheyenne y le arrancó la cabellera mientras gritaba "¡La primera por Custer!". Esa versión sería confirmada por Cody cuando también él escribió sus magnificadas memorias, pero el coronel Merrit, al que le gustaban los héroes de verdad y no los fantasmones (Merrit fue, ya de general, el que hizo que los soldados norteamericanos presentasen armas a los soldados españoles del fortín Baler, los conocidos como "Los últimos de Filipinas), contó que toda la historia de la muerte del jefe "Mano Amarilla" había sido un montaje publicitario de Cody, que lo único que había hecho era plantar su bota sobre un indio muerto y posar para la prensa. El verdadero protagonista de la escaramuza había sido el guía Buffalo Chips White, que murió en combate poco después, y eso fue lo que permitió a Cody heredar sus hazañas en la campaña militar para vengar a Custer. Después, resultaría también que el famoso jefe "Mano Amarilla" ni era jefe ni se llamaba "Mano Amarilla", pero, a pesar de todo ello, el penacho de "Mano Amarilla" se exhibe en la actualidad en el museo de Buffalo Bill. Al imaginario jefe difunto se le llegó a comparar en la prensa con guerreros de la talla de Caballo Loco o jefes espirituales como Toro Sentado, con lo que la fama de Buffalo Bill eclipsó la más mínima posibilidad de sombra crítica.
Mientras Cody estaba en campaña, su empresario no perdía el tiempo y preparó una nueva obra teatral para la siguiente temporada. A las seis semanas del combate famoso, tan publicitado por la prensa, Buffalo Bill estrenaba el "drama" que llevaba por título, proeza imaginativa, "Buffalo Bill o la primera cabellera por Custer". Se estrenó en un teatro de Nueva York con el consabido éxito de público, que acudía con el recogimiento agradecido de los que están presenciando los grandes acontecimientos de la Historia. Pero Cody se daba cuenta de que era un pésimo actor y a pesar de sus actitudes de vedette, intuía que era cuestión de poco tiempo el que la fiebre teatral llegase a cansar al público. Entonces volvió a acordarse del intento de Wild Bill Hickok de montar un espectáculo al aire libre lleno de efectos especiales y con el máximo verismo. Fue madurando la idea de traer indios, vaqueros y animales de verdad para que el público del Este pudiera conocer la realidad del Oeste. En I882, gracias a la ayuda de Nate Salysbury, que era un hombre que conocía todo sobre el espectáculo, nació el "Wild West Show", el circo al aire libre con el que Buffalo Bill lograría fama universal. Lo que acabaría siendo un negocio gigantesco, comenzó con una reunión de amigos de Cody en Omaha, en 1883. Catorce bisontes, una vieja diligencia, un grupo de cow-boys, unos escuálidos sioux y exploradores pawnees bastaron para despertar el entusiasmo del respetable público. La consagración definitiva la recibió el circo de Buffalo Bill en Nueva York. Los indios auténticos y los vaqueros de verdad eran algo que hacía delirar a los espectadores, unos espectadores del Este que sentían debilidad por los mitos del Oeste. Uno de los muchos misterios inexplicados del show de Buffalo Bill es el de cómo se las arreglaba para que su puntería no fallara en los ejercicios de tiro, ya que solía actuar con una buena dosis de whisky entre pecho y espalda. Salisbury, como director general, resultó un genio y el circo, que empezó con unas pérdidas de sesenta mil dólares, pasó a ser un negocio que producía más de un millón de dólares de beneficios anuales. El mayor espectáculo del mundo, en el que había fracasado el propio Barnum, fabuloso empresario circense, fue el logro definitivo de Buffalo Bill y su modo de entrar en la Historia que, hasta entonces, le había dado la espalda.
Lo cierto es que el show de Cody valía lo que costaba y, en su afán de realismo, algunos de los vaqueros e indios murieron en los no infrecuentes accidentes laborales. Cody acertó al contratar a Anny Oakley que resultó ser una de las mejores tiradoras de la Historia. Sus proezas, al lograr los más difíciles blancos, entusiasmaban a los espectadores. Cody, ya puesto a ofrecer lo máximo, contrató al jefe sioux Sitting Bull, Toro Sentado, que había sido el jefe político de la coalición india que derrotó al general Custer. Toro Sentado acabaría sus años vendiendo fotos suyas dedicadas, aunque no sabía escribir, al módico precio de un dólar. Hasta los indios austeros y ecologistas sucumbían a la tentación capitalista, aunque es posible que también se hubiese dejado tentar el inventor de la tontería del Buen Salvaje que, al fin y al cabo, Rousseau no dejaba de ser un suizo.
Que el espectáculo había comenzado y era imparable, da cuenta el dato de que entre diciembre de 1886 y febrero de 1887, un millón de neoyorquinos visitaron el circo de Buffalo Bill. Pero como ya los USA se le quedaban pequeños al antiguo explorador de Fort McPherson, decidió arriesgarse y llevar su show a Europa. Fue la decisión más importante de su vida, la que le llevaría a alternar con la realeza, con los magnates y con la crema de los intelectuales y artistas. Cody encarnó un sueño de aventuras para todos los que tuvieron la suerte de ver su maravilloso circo que, al final, estaba dedicado a todos los jinetes del mundo y acabó teniendo desde gauchos a cosacos de la Guardia Imperial del Zar. El Viejo Mundo se enamoró del western que Buffalo Bill hizo parecer como real.
Pero el grandioso espectáculo, nacido como negocio, acabó en una grotesca parodia de lo que había sido. El poeta Logfellow escribió "La venganza de Lluvia en la Cara", sobre la muerte del general Custer, achacando a este indio ser el autor de la muerte del general. Y Lluvia en la Cara acabaría vendiendo copias del poema en la Feria Mundial de Chicago.
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