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El Western.
Mito y Rito para un Pueblo sin Historia.

Por Juan Antonio de Blas.

Capítulo VI

La Guerra Civil.
También llamada Guerra de Secesión y
Rebelión de los Estados Confederados.



La guerra civil, la guerra más importante de la historia del Oeste, se dio en el Este. Es un dato más de como la mitología no ha respetado ni siquiera la geografía. Este conflicto bélico, que abarcó de 1861 al 1865, se conoce también como Guerra de Secesión, e incluso en algunos libros de texto figura como la Rebelión de los Estados Confederados, y en otros, como guerra entre estados. Hay denominaciones para todos los gustos y simpatías, ya que la Guerra Civil es el mito histórico por excelencia de los USA y el hito que señala la aparición de un gobierno fuerte en Washington, un gobierno que tiende a actuar por encima de los diversos intereses interestatales. A partir del triunfo nordista, el igualitarismo federalista se convertirá en una apariencia y los estados vencidos quedarán supeditados al triunfador, que impondrá gobiernos militares y la ley marcial, y cuando los estados sudistas recuperen sus prerrogativas estatales, las encontrarán bastante disminuidas.

Esa guerra de Secesión política, que terminó en unificación nacional, ha sido siempre expuesta como un conflicto producido por causa de la esclavitud y que la guerra tuvo el único motivo de liberar a los esclavos negros que trabajaban en las plantaciones del Sur en unas condiciones de vida horrorosas. Lo cierto es que el acta de supresión de la esclavitud no se promulgó hasta el año 1863, cuando ya hacia dos años que había comenzado la guerra, y el mismo presidente Lincoln reconoció que no habría tocado el tema de la esclavitud en el Sur si hubiese podido mantener intacta la Unión.


Trozo de un panfleto distribuido por las fuerzas nordistas en los territorios ocupados
anunciando la decisión del presidente de Estados Unidos de acabar con la esclavitud.

Toda la campaña publicitaria y explicatoria sobre los problemas de la esclavitud, desde la lacrimógena "Cabaña del tío Tom" a las sociedades secretas que transportaban a los esclavos negros hasta la libertad en Canadá, son razonamientos ideológicos que ocultan, o silencian, la verdadera causa de la guerra y que no fue otra que la lucha por la dirección política nacional, que se disputaban los representantes de un Sur agrario y un Norte industrial y financiero.

Con respecto al problema real del sistema de esclavitud, los primeros incidentes graves se habían producido en Virginia, en 1831, con la rebelión negra acaudillada por Nat Turner. Los esclavos amotinados mataron a cincuenta y siete blancos antes de ser derrotadas por el ejército regular. Nat Turner, al que procuraron apresar vivo, fue ahorcado como ejemplo de lo que esperaba a todos los que pusieran en duda la integridad del sistema social de la sociedad sudista.


Nathaniel "Nat" Turner (2-10-1800/11-11-1831), esclavo que
dirigió la rebelión de los esclavos en Virginia en Agosto de 1831.

No está de más señalar que Argentina ya había libertado a sus esclavos en 1813 y México, en I829. En la época en la que se produjo la guerra de Secesión, la esclavitud sólo era legal en USA, en las colonias españolas y holandesas, y en el imperio del Brasil. Era cuestión de tiempo que la opinión mundial, protagonizada por Inglaterra, presionase para que la esclavitud desapareciera del mundo civilizado sin necesidad de llegar a conflictos armados y, además, por su cuenta, la flota inglesa perseguía el tráfico de esclavos, lo que estaba perjudicando seriamente el negocio.

Cinco años después de la rebelión de Nat Turner, se produjo un amotinamiento que llevó el tema de la esclavitud, y el derecho a la rebelión, a los foros internacionales. A bordo del barco negrero español "Amistad" se produjo un motín encabezado por un esclavo llamado Cinqué, que se saldó con la captura del barco por los negros, que eran transportados a un mercado sudista USA. Navegando al norte, eludieron el punto de destino y atracaron en un puerto antiesclavista del norte atlántico, y tras una dura batalla legal, toda vez que lo del motín en alta mar no era bien visto por ningún gobierno por muy justas que fueran las causas, los abogados antiesclavistas consiguieron que los negros
fueran puestos en libertad y repatriados a sus puntos de origen. El caso sentó precedente legal, pero para demostrar, una vez más, que la realidad supera a la ficción, el cabecilla Cinqué, a su regreso a Africa, se convirtió en un mercader de esclavos cuyos negocios fueron viento en popa.


Conocido como Joseph Cinqué (1814/1879), nacido en lo que hoy es Sierra Leona, capturado en 1839,
fue vendido a traficantes portugueses y revendido a otros españoles.
Lideró la rebelión a bordo de la goleta Amistad.

Con la opinión mundial en contra, con muchos buques apresados y algunos capitanes negreros ahorcados, el negocio de la trata de esclavos iniciaba un descenso en picado en el que los riesgos eran superiores a los beneficios. Y sin trata, el sistema esclavista hubiera terminado por extinguirse. En el mismo Sur, eran muchas las voces que se levantaban contra el sistema, y hasta los propietarios esclavistas más reaccionarios estaban seguros de que el sistema no podía perpetuarse.

Una muestra de que la esclavitud no era el gran tema del litigio entre nordistas y sudistas se muestra en la actitud hacia los esclavos de los principales generales de las fuerzas armadas confederadas, que deberían haber sido sus principales defensores. El general Lee, comandante en jefe de las tropas del Sur, emancipó a los pocos esclavos que tenía a consecuencia de una herencia. Stonewall Jackson poseía dos esclavos que le habían suplicado que los comprara para poder seguir juntos después que la ruina de una plantación hubiera obligado al propietario a venderlos. Johnson no tenía ningún esclavo, y el general sudista por excelencia, el arquetipo del caballero del Sur, Jeb Stuart, solamente tuvo dos esclavos y los emancipó mucho antes que comenzase el conflicto bélico.


De izq. a dcha. los generales sudistas Robert Edward Lee (Virginia, 1807/1870), Thomas Jonathan "Stonewall" Jackson (Virginia 1824/1863),
Edward "Alleghany" Johnson (Virginia 1816/1873) y James Ewell Brown "Jeb" Stuart (Virginia 1833/1864).

La guerra más famosa en los mitos del Oeste se dio en el Este y los escenarios del western solamente tuvieron una importancia secundaria. Para que la paradoja fuera aún más hilarante, en la trata de esclavos ya hacía mucho tiempo que los mayores beneficios se los llevaban las compañías armadoras del norte y no los puertos sudistas, que solamente eran mercados de recepción.

El sistema esclavista fue el pretexto para una guerra que escondía la rivalidad permanente, desde la época de la independencia, entre los estados industrializados del Norte y los estrictamente agrícolas del Sur. Para el Norte, la esclavitud era el pecado nefando, sobre todo desde que había dejado de ser el gran negocio, y para el Sur un problema interno que esperaban resolver sin ingerencias extrañas. Desde el primer momento de las hostilidades, el tema de la esclavitud se convirtió en la gran arma de la propaganda del Norte en las relaciones internacionales. Lo explotaron tan bien que muchas naciones que simpatizaban con el Sur, o que tenían intereses en su producción de algodón, no pudieron reconocer oficialmente a la Confederación porque habría sido refrendar un sistema que no era digno de los países "civilizados" del siglo XIX. Francia y, sobre todo, Inglaterra tuvieron que esconder sus intereses y no pudieron reconocer a los estados del Sur como nación independiente, lo que les hubiera reportado grandes beneficios económicos y políticos.

El 12 de abril de 1861, la artillería confederada disparó contra Fort Sumter y comenzó el conflicto. Veintitrés estados de la Unión se enfrentaron a los once de la Confederación. El azul será el color del Norte y el gris el de los sudistas, las banderas son la tradicional USA para los nordistas y una azul con la cruz de San Andrés y trece estrellas blancas para las fuerzas de la Confederación; una estrella por cada estado sudista, si bien sólo eran once los efectivos y no los trece de las estrellas de la bandera. Las capitales fueron Richmond, en Virginia, para el Sur, mientras que el Norte mantuvo la capitalidad en Washington, a pesar de que estaba cercana a la zona militar en la que operaban los sudistas. Militarmente, la guerra la empezó el Sur, y al cañonear la bandera USA que ondeaba sobre Fort Sumter dio un buen argumento para que se desbordase la ola de histórico patriotismo en el Norte, aunque pronto la decepción sustituyó al entusiasmo.


Con el bombardeo de Fort Sumter por la artillería confederada
el 12 de Abril de 1861 dio comienzo la guerra de Secesión.
Fort Sumter defendía la entrada del puerto de Charleston, Carolina
del Sur, y su construcción se había iniciado en 1829.

La relación humana de efectivos era decisoria. Casi seis millones de sudistas se enfrentaban a un enemigo con una población de cerca de veinte millones de personas y casi todas las industrias, además de la flota. A pesar de las iniciales victorias de la Confederación, la guerra ya estaba perdida para el Sur antes de que sonase el primer cañonazo. Además del potencial, factor decisivo en los conflictos bélicos, estuvo el de la dirección de la contienda. Lincoln dejó en manos de sus generales las operaciones, a pesar de los continuos errores, pero Jefferson Davis, el presidente sureño, como era militar de carrera quiso dirigirlo todo y acabó siendo uno de los principales obstáculos para que las cosas salieran bien. Se anticipó, y demostrándolo, el axioma de Clemenceau de que "la guerra es un asunto muy serio para dejarlo en manos de los militares".
El ejército regular USA, tradicionalmente reducido en efectivos profesionales, se convirtió en una gigantesca máquina de guerra y los oficiales, que hasta entonces mandaron compañías o, a lo sumo, batallones, pasaron a mandar grandes unidades. El resultado fue un fracaso casi total, pues los militares que habían sabido apañárselas con cien hombres, no daban pie con bola en cuanto estuvieron al mando de miles. Esa mala calificación profesional es una de las causas que explica la larga duración del conflicto y, sobre todo, el elevadísimo número de bajas. Además de los pésimos profesionales, proliferaron los mandos militares procedentes de los cargos políticos y estos aún fueron más burros que los otros.


Abraham Lincoln (Kentucky, 1809; Washignton, 1865), fue
el decimosexto presidente de los USA.


Jefferson Davis (Kentucky, 1808; Nueva Orleans, 1889).
Presidente de los Estados Confederados de América de 1861 a 1865.

Cuando las bajas en los campos de batalla hicieron flaquear el entusiasmo inicial, tanto la Confederación como la Unión tuvieron que recurrir al reclutamiento forzoso, lo que se tradujo en un inmediato aumento del número de deserciones, que acabaron por convertirse en un problema que desplazó a veces al de enfrentarse con el enemigo en las consideraciones de urgencia del Estado Mayor de ambos bandos. Desertar fue una forma de sobrevivir, y para el segundo año de la guerra, el voluntario había desaparecido de los dos bandos, aunque el Sur explotase siempre que sus soldados se habían alistado y no que fueron enrolados.

Cada quién buscaba su promoción personal; los mandos militares, el alcanzar el máximo grado en el escalafón, y los políticos, acumular proezas que se tradujesen en votos después de terminadas las hostilidades. Algunos mandos, como el confederado Ramseur y el unionista Custer, llegaron a ser generales de división a los veinticinco años, pero el grueso de los dirigentes supremos de la contienda estuvo formado por soldados profesionales que ya se habían distinguido en la guerra contra México quince años antes.

En 1862 fue creada por el Congreso la Medalla de Honor que se convirtió en la más alta condecoración militar USA, si bien fue concedida muy pocas veces a lo largo del conflicto. La Confederación no creó medallas, a lo mejor porque lo que necesitaba eran milagros.


Izq., George Armstrong Custer (Ohio, 1839; Little Bighorn,
Montana, 1876) fue promovido a general (provisional) de la caballería
de la Unión y, finalizada la contienda, fue enviado al oeste a luchar
contra los indios, muriendo en combate.
Dcha., Stephen Dobson Ramseur (Carolina del Norte, 1837;
Virgina, 1864) teniente de artillería en 1860, fue uno de los generales
más jóvenes de la Confederación. Murió a consecuencia de las heridas
en la batalla de Cedar Creek.


La Medalla del Honor del Congreso es la condecoración militar
más importante de los USA y fue instaurada durante la guerra
civil.

Cuando en 1865 terminó el conflicto, las bajas de la Unión eran más de cien mil muertos en acción y doscientos mil por enfermedad. El Sur tuvo menos bajas, pero el coste total de la guerra superó las quinientas cuarenta mil vidas, lo que para una población de los USA, en 1860, de treinta millones de personas, supone un número elevadísimo de pérdidas. Pérdidas que se explican por la mala conducción de las operaciones, medios modernos de suministros y armamentos, y mandos anticuados que se empeñaban en realizar campañas al estilo de Napoleón en una guerra que ya contaba con ferrocarriles y ametralladoras.

A pesar de las grandes batallas terrestres entre sudistas y unionistas, la guerra se ganó en el mar. Cuando el bloqueo de la flota federal ahogó el comercio de los puertos del Sur, el conflicto entró en su fase final y ya solamente fue cuestión de tiempo que terminase a favor de la Unión. Los nombres de las grandes batallas como Antietam, Bull Run, Gettysburg y Frederycksburg, entraron en la épica nacional y aún son explicadas como operaciones militares magistrales de los generales USA, cuando, en realidad, fueron ceremonias de la confusión y la improvisación. Lo de la confusión es fácilmente explicable, ya que aún no se había inventado la pólvora sin humo y a las primeras descargas de los contendientes, el campo de batalla quedaba cubierto por una capa de niebla de los humos de la pólvora quemada que no dejaban saber quién era quién, por lo que fue frecuente que la artillería machacase a los de su mismo bando en unos avances que no podían ser señalizados con exactitud. El armamento fue en su casi totalidad de avancarga, a pesar de que ya existían cartuchos metálicos y armas de repetición. Solamente algunas unidades de la caballería nordista emplearon carabinas de tiro rápido, y a finales del conflicto, aparecieron las primeras ametralladoras Gatling. La Unión empleó hasta ochenta y dos modelos diferentes de armas y la Confederación pocos menos. La infantería fue el factor decisivo, a pesar de que los pintores de temas castrenses tengan predilección por las cargas de caballería, y un soldado de a pie, de los buenos profesionales, podía llegar a disparar su fusil de avancarga tres veces por minuto.


A la izq., soldado confederado del ejército de Virginia; centro, fuerzas
confederadas de batallón de Texas durante la batalla de Antietam (Maryland);
dcha., soldado de infantería de la Unión.

Fue la última de las guerras de corte napoleónico y la primera de le época actual. En ella coincidieron avances tecnológicos importantes, como el uso de globos para la observación del campo enemigo, el transporte de ejércitos y pertrechos por ferrocarril, y hasta los primeros submarinos de combate, con las cargas de infantería en campo abierto que hubieran horrorizado a cualquier inexperto teniente de Soult o Ney. Hubo casos tan increíbles que huelen a leyenda a pesar de su confirmada veracidad y, así, muchos mandos militares en campaña se vieron postergados en la utilización de los servicios telegráficos en favor de las cotizaciones y especulaciones financieras. De la competencia militar da cuenta el caso de que una patrulla de la caballería confederada tomó a dos generales de la Unión prisioneros y se apoderó de doscientas mulas en una incursión. Al saberlo Lincoln, se apenó "porque los dos generales eran de fácil reposición, pero las mulas, no”.

El Sur había esperado el reconocimiento internacional de su independencia como su gran baza y, para conseguirla, no exportó, al principio, el algodón, tan necesario en Europa, para forzar el reconocimiento como nación. Fue un gran error, ya que ello sirvió para que los comerciantes europeos de algodón liquidasen sus grandes existencias a precios de inflación y, después, buscasen nuevas fuentes de producción y suministro en la India y Egipto.

La guerra generó en el Norte, en el mejor estilo económico USA, una corrupción impresionante, a pesar de la honradez personal del presidente Lincoln, que poco pudo hacer para ponerle coto, además de que lo esencial era acabar con el conflicto del modo que fuera. La guerra, que había sido un continuo desastre para la Unión, empezó a encarrilarse al nombrar el presidente Lincoln comandante en jefe de las fuerzas federales al general Grant, un antiguo oficial expulsado del ejército por embriaguez, pero que demostró que valía más, incluso borracho, que sus abstemios contrincantes. Su mejor enemigo fue el general sudista Robert Lee, mucho mejor militar que Grant, pero que tuvo siempre menos efectivos y al pelma del presidente Davis dándole la tabarra. De todas formas, Lee era un general caballeresco que jamás hubiese disparado sobre la población civil, y Grant, un general moderno que sólo hubiera mirado cuanta munición gastaría en acabar con los civiles.


General Ulysses S. Grant (Ohio, 1822; Nueva York, 1885).
El presidente Lincoln le ascendió a teniente general y le nombró
jefe de las fuerzas de la Unión. Fue el decimoctavo presidente de USA.

Para dar una idea de las continuas carnicerías que fueron los enfrentamientos militares, basta citar la batalla de Shiloh, en la que los nordistas emplearon 55.000 hombres y los sudistas 42.000. La victoria de la Unión se consiguió a costa de diecinueve mil bajas, frente a las trece mil de la Confederación. Ante esta sangría, no es de extrañar que el patrioterismo desapareciera y que todo el que pudiera se librase del enrolamiento forzoso a cambio de entregar trescientos dólares al tesoro de su bando.

Los irlandeses, esos chicos tan amables y divertidos de las películas de Hollywood, decidieron que no querían luchar en una guerra en la que se dirimía el destino de los negros. Protagonizaron un motín en Nueva York en el que asesinaron a cientos de negros y, cuando se les acabó el personal de color para linchar, continuaron con los chinos y los alemanes. Como es lógico, esta matanza no se cita demasiado en los libros de texto USA, que siguen presentando la Guerra de Secesión como una cruzada para libertar a los negros.

De la Guerra Civil son algunas de las grandes fortunas que aún hoy deciden en la economía USA como factor de fuerza. En esos días se forjaron Carnegie, hierro y aceros; Rockefeller, con el petróleo; Remington, con las armas de fuego, y Armour, con las carnes envasadas. Incluso en el derrotado Sur se crearon grandes fortunas, como el millonario King, propietario de los ranchos tejanos que llevaban su nombre, que comerció a su manera por la frontera mexicana. La mejor definición de estas fortunas está en el best-seller por excelencia de USA, "Lo que el viento se llevó", donde el contrabandista Butler afirma: "Se puede hacer tanto dinero perdiendo una causa como ganándola".


Izq., Andrew Carnegie (Escocia, 1835; Massachusetts, 1919), fundador
de la Carnegie Steel y la US Steel, "segundo hombre más rico de la historia"
y filántropo. Dcha., John Davison Roskefeller (Nueva York, 1839; Florida
1937), fundador de la Standar Oil, "el hombre más rico de la historia" y filántropo.


Izq., Eliphalet Remington (Connecticut, 1793/1861) fundador de
la empresa armamentística que lleva su nombre. Dcha., Philip
Danforth Armour (Nueva York, 1832; Chicago, 1901) fundador
de la firma de comida enlatada Plankinton, Armour&Co. Se
calcula que ganó entre uno y dos millones de dólares en el último
año de la guerra especulando con el precio de la carne de cerdo.


Samuel Francis Du Pont (Nueva Jersey, 1803; Filadelfia, 1865) fue
un destacado almirante de la Navy. Era sobrino del fundador de
Du Pont de Nemours Co., la mayor suministradora de municiones
del gobierno de la Unión.

En noviembre de 1864, con la guerra prácticamente ganada, Lincoln fue reelegido presidente por los compromisarios de los estados del Norte y por más de dos millones de votos populares, frente al millón ochocientos mil de su rival, Mc Clellan, un general en jefe de las fuerzas nordistas al que Lincoln tuvo que destituir, pues era de una incompetencia ejemplar. A destacar que al presidente USA no lo elige como factor decisivo el voto popular, sino el de los representantes de los distintos estados.

En abril de 1865, las agotadas fuerzas confederadas, al mando del general Lee, se rindieron en Appomatox a los soldados de Grant. Esta rendición originó una cadena de capitulaciones sudistas que terminaron con el apresamiento en Georgia del presidente confederado Davis. La última batalla de la Guerra Civil se dió en Rancho Palmito (o Palmetto), cerca de Río Grande, y, por ironía de la historia, fue una victoria confederada. Los sudistas que más tardaron en rendirse fueron las tropas del brigadier Stand Watie, un jefe indio que combatía al frente de sus guerreros Cherokees, que continuaron en armas hasta el 23 de junio de 1865. Los defensores finales de la Confederación fueron sus aliados indios, así que se mezclaron una cantidad de colores, azul, gris, negro y rojo, que compusieron un lío cromático de no fácil identificación ideológica.


Plano con la situación de fuerzas en la batalla de Rancho Palmito,
en la ribera de Río Grande y fronterizo con México.


Stand Watie (Oothcaloga, Georgia,1806; Oklahoma,1871),
jefe de los cherokees, llegó a general del ejército confederado
y mandó la caballería india.

Lincoln no tuvo tiempo de saborear su victoria definitiva. El 14 de abril de 1865 fue asesinado en un teatro de la capital por el actor sudista John Wilkes Booth, que disparó con un derringer contra el presidente, al tiempo que gritaba ISic semper tirannis!, demostrando que tenía mejor formación clásica que atlética, ya que al saltar del palco presidencial después del atentado se rompió una pierna. Booth fue poco después abatido por una patrulla de soldados de caballería que no le dieron tiempo ni a rendirse y, así, el complot para asesinar a Lincoln se convirtió en un enigma no aclarado gracias al rápido silenciamiento del principal protagonista.


Abraham Linconl (izq.) fuel el primer presidente USA en morir asesinado (centro). El atentado tuvo lugar en el Teatro Ford cinco días después de la
rendición del general Lee. El vicepresidente (dcha.) Andrew Johnson
(Carolina del Norte, 1808; Tennessee, 1875) sucedió a Lincoln. Demócrata
y unionista sureño, tuvo graves enfrentamientos con los republicanos radicales
por su política conciliatoria respecto a la reconstrucción del Sur.

Paradójicamente, la muerte de Lincoln, el gran enemigo, fue la última desgracia para el Sur, ya que su desaparición dejó abiertas las puertas de la revancha, y su sucesor, el vicepresidente Johnson, decretó la Ley Marcial para todos los Estados del Sur. La guerra había terminado. Comenzaba una ocupación militar que se traduciría en represión.


Escena de la controvertida película The Birth of a Nation (El Nacimiento de una Nación, de 1915, muda)
dirigida por David L. Griffith. Originalmente titulada The Clansman (El Hombre del Clan) e inspirada
en la novela homónima de Thomas Dixon Jr., la película cosechó tanto éxito como polémica debido,
entre otras cosas a la caracterización de los negros (interpretados por actores blancos) y del Ku Klux Klan.

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