Asturias Republicana – PRIMERA REPUBLICA

Discurso
pronunciado por Francisco Largo Caballero
en el teatro-cine Pardiñas de Madrid
el 17 de Octubre de 1937 (II).

 

ADVERTENCIA
AL GOBIERNO

Cumpliendo
un deber de lealtad para con el Gobierno, nosotros enviamos
una comunicación al presidente del Consejo de Ministros.
En esa comunicación, que tengo aquí, le advertíamos
de lo que estaba ocurriendo y le decíamos que nos
parecía que la política interior había
que cambiarla para no perder las simpatías que teníamos
en el extranjero. Publicamos nosotros una nota oficiosa,
en la que hacíamos constar que nos dirigíamos
al Gobierno, y ¿sabéis las consecuencias que
tuvo? Os las voy a decir. Pues las consecuencias fueron
éstas: publicada esa nota oficiosa, apareció
en un artículo en «Frente Rojo, en el que,
entre otras lindezas que nos dirigía a la Ejecutiva
de la Unión, estaban éstas: «Y todo
esto en el momento actual, cuando, como hemos dicho, es
más necesario que nunca el apoyo incondicional al
Gobierno de todos los antifascistas y la unidad del proletariado
y del pueblo en general. ¿A quién representan
los que hacen esta campaña? No representan a nadie,
a ninguna organización: constituyen un grupo aislado,
que actúa contra la voluntad de las masas y contra
las decisiones expresas de los organismos sindicales. ¿A
quién sirven? No pueden servir ni sirven al pueblo;
no pueden servir ni sirven a la causa antifascista; no pueden
servir ni sirven a la lucha contra el invasor ni contra
las bandas de criminales que han asolado nuestra tierra.
No son amigos ni servidores de la unidad: son enemigos del
pueblo, son elementos fracasados y despechados que ponen
sus rencores por encima de los sagrados intereses del pueblo
y de su lucha heroica.»

LA
U. G. T. Y EL PARTIDO SOCIALISTA

Pues
bien; los mismos que nos decían estas lindezas en
su periódico, a las veinticuatro horas nos enviaban
una carta, firmada por ellos y por la Ejecutiva Nacional
del Partido Socialista, invitándonos a tomar parte
en una reunión.
Naturalmente, la Ejecutiva,
manando sangre todavía -pudiéramos decir-
estas ofensas, contestó diciendo, no lo que ellos
afirman, sino lo siguiente: «Si en el citado acto
no tomase parte el partido comunista, la U. G. T., sin duda
de ninguna clase, estaría representada en el mismo».
Es decir, que nosotros no hemos reñido, ni hemos
querido romper las relaciones con el Partido Socialista.
En esta carta le decíamos que, si no estuviera
representado el partido comunista, iríamos con el
Partido Socialista, pero que, como estaba el comunista,
no podíamos acudir.
¿Qué hacíamos
con esto nosotros? En primer lugar, responder a una tradición,
y esta tradición es que, cuando se ofende de esa
forma a una organización o a las personas que la
representan, por propia dignidad y por dignidad
de la organización, no se puede ir con ellos a la
tribuna, al día siguiente de habernos llamado facciosos
y traidores, como si no hubiera pasado nada.
¿Dónde
están la decencia social y societaria de la gente,
y qué querían de nosotros? ¿Que nos
viesen al lado de los mismos que nos habían dicho
todas esas cosas? Por dignidad, no ya personal, sino de
la propia organización, dijimos: «¡no
vamos a ese acto y no iremos a ninguno a que ellos vayan,
mientras no rectifiquen!».

¿Qué
hacíamos con eso? Pues cumplir acuerdos de nuestro
Partido. Nosotros, además de Ejecutiva de la Unión,
además de representar a la Unión, somos socialistas,
y el Partido Socialista tiene acordado lo siguiente: «Sobre
los difamadores del Partido.- En tanto los elementos republicanos
y anarquistas difamen al Partido Socialista o a algunos
de sus afiliados, las colectividades del mismo no celebrarán
ningún mitin en unión de aquéllos».
No hacíamos, pues, más que cumplir este acuerdo.

EL
ACTO DE ARTES BLANCAS DE MADRID

Ocurrió
en Madrid un caso muy lamentable, pero que, cuando se quiere
mantener la disciplina dentro de una organización,
no hay más remedio que afrontar. Posteriormente a
asa invitación, recibimos otra para venir a Madrid
a hablar en un mitin que iba a celebrar Artes Blancas y
en el que habían de intervenir los comunistas. A
Artes Blancas le mandamos el artículo íntegro
que he leído, y le dijimos: «no podemos ir
por esta razón». Insistieron; insistimos nosotros,
y dijimos: «no vamos». Sin embargo,
se celebró el acto, y el compañero Henche,
en vez de haber guardado silencio y resolver el problema
dentro de nuestra Unión General, exigiendo responsabilidades,
si las había, en un Comité Nacional, acudió
a la plaza pública y censuró a la Ejecutiva
por este acuerdo, con lo cual contribuyó a la difamación,
a la calumnia y a la injuria que estaban haciendo todos
los demás elementos. (Muy bien.)
Entonces
nosotros, no por animosidad con Artes Blancas —¡eso
no se puede decir!—, sino simplemente para imponer
la disciplina dentro de nuestra organización, dijimos:
«¿la organización se solidariza con
el acto de su secretario?» Contestó que sí,
y la suspendimos de derechos. La cuestión quedaba
a resolver en el Comité Nacional; allí diríamos
el por qué, nos contestarían y veríamos
si había habido buena voluntad, si no había
habido mala intención. Ya lo examinaríamos.
Pero no se puede venir a la plaza pública a ventilar
esos pleitos. Lo que nosotros hicimos es lo que siempre
se ha hecho en la organización, absolutamente siempre.

LA
AYUDA AL GOBIERNO

Entre
las acusaciones que se hacen contra la Unión General
está la de que no ayuda al Gobierno. A eso tenemos
que decir —ya lo decimos en otro sitio— que
es una inexactitud. ¡Que nos presenten un caso, un
solo caso, en que el Gobierno haya pedido apoyo a la Unión
General y no se le haya prestado! De nuestras Federaciones,
la de Metalúrgicos es una de las que más contribuyen
en favor del Gobierno, de éste o del que esté,
produciendo material de guerra; la de Agricultores es una
de las Federaciones que también contribuyen mucho,
porque habréis visto, por ejemplo, que cuando se
puso la tasa a los comestibles, fué la Federación
de Agricultores la primera, que llamó la atención
a sus compañeros para que se cumpliesen los acuerdos
del Gobierno, aunque tengamos nuestras reservas. Porque
una cosa es que se cumplan ciertas órdenes, y otra
que se esté o no conforme, en absoluto. Nosotros
hemos de decir, en este caso concreto, que jamás
hemos visto en ninguna parte del mundo ley económica
alguna que autorice a creer que se baja el precio de las
subsistencias por decreto. Es un error, pero de todos modos
hay que cumplirlo, se debe cumplir.
Otra acusación que se ha hecho contra nosotros es
la de que, cuando el presidente de la República pronunció
su discurso —me parece que fué en la conmemoración
del aniversario del movimiento— la U. G. T. de España
no acudió, habiendo sido invitada al acto. Lo
declaramos aquí solemnemente: la U. G. T. no fué
invitada, y como no fué invitada no tuvo por qué
concurrir, a pesar de que se haya dicho aquí, en
Madrid, lo contrario. ¡No fué invitada! El
que fué invitado fui yo, y recibí la invitación
al día siguiente. (Grandes risas.)
Conste
que no me pesó, porque para mí habría
sido de una gran violencia personal, no el oír al
presidente de la República, no; pero sí estar
al lado de personas que no hacía mucho me habían
injuriado y me habían calumniado. Conste, pues, que
la U. G. T. no fué invitada a aquel acto.

EL
PACTO CON LA C. N. T.

Otra
de las campañas, compañeros, que se ha hecho,
ha sido con motivo del pacto de no agresión —para
hablar en términos diplomáticos—, que
ha suscrito la Unión General con la Confederación.
Indudablemente, en todas esas campañas ha presidido
siempre la mala fe, porque recordaréis que cuando
se hizo público el pacto, lo primero que se dijo
es que no tenía ninguna importancia, porque en él
no se hablaba nada de la ayuda que había de prestar
al Gobierno en la guerra, y, por consiguiente, que debía
haberse hecho un pacto de distinta naturaleza. Y cuando
se convencieron de que lo que sostenían era una torpeza,
porque, además de haberse firmado el pacto, se estaba
en relaciones con la Confederación para hacer un
programa común de guerra y elevarlo al Comité
Nacional —que eso dijimos a los compañeros
de la Confederación— para que lo aprobase,
y luego ir a la tribuna pública a propagarlo; cuando
vieron eso dijeron: «no, es que ese pacto, a pesar
de ser simplemente de no agresión, no lo debía
haber hecho la Ejecutiva; lo debía haber hecho el
Comité Nacional». ¿Qué fundamento
hay para ello? Yo voy a exponer algunos antecedentes sobre
la cuestión.

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En
primer lugar, en nuestros estatutos se determina (articulo
primero, punto octavo), entre los deberes que tiene la Unión,
lo siguiente: «Unificar la acción del proletariado,
con el propósito de crear las fuerzas de emancipación
integral de la clase obrera, preparándolas para que,
de acuerdo con el principio de que los instrumentos de trabajo
pertenecen de derecho al trabajador, puedan asumir la dirección
de la producción, el transporte y la distribución
e intercambio de la riqueza social.» En primer lugar,
ya en los estatutos se impone la obligación de unificar
la acción del proletariado, y eso cumplíamos
nosotros, pero, además, aquí tengo
yo el pacto que hicimos con la Confederación el año
20 —la Ejecutiva, no el Comité Nacional—,
firmado, por la U. G. T., por Francisco Largo Caballero,
Francisco Núñez Tomás, Manuel Cordero,
Luis Fernández, Juan de los Toyos y Lucio Martínez
Gil, y, por la C. N. T., por Salvador Seguí, Salvador
Quemades y Evelio Boal. Posteriormente, se nombró
una comisión compuesta por los compañeros
Besteiro, Saborit y Caballero, para que fueran por Cataluña
a propagar y difundir el pacto.
De suerte que ya
tenemos el antecedente de que una Comisión Ejecutiva
había hecho un pacto, que fué aprobado por
el Congreso de la U. G. T. de España. Pero no es
solamente eso; es que la Comisión Ejecutiva
de la Unión General, antes de reintegrarme yo al
cargo de secretario, hizo otro pacto con la Confederación,
el 26 de noviembre de 1936, firmado por los compañeros
siguientes: José Díaz Alor, vicepresidente;
Pascual Tomás, vicesecretario; Felipe Pretel, tesorero,
y Carlos Hernández, Manuel Lois, Mariano Muñoz,
Amaro del Rosal y Ricardo Zabalza, vocales, por la U. G.
T.; y Mariano R. Vázquez, secretario; Macario Royo,
de Aragón; Claro J. Sendón, de Levante; Manuel
Sáez. de Cataluña; Manuel Arnil, del Centro,
y Avelino Entrialgo, de Asturias, por la C. N T.

¿Qué decía este pacto? Pues lo mismo
que el que hicimos nosotros, sólo que el nuestro
estaba articulado. Decía: «Reunidas
las representaciones del Comité Nacional de la Confederación
Nacional del Trabajo y la Comisión Ejecutiva de la
Unión General de Trabajadores de España para
determinar conjuntamente el criterio que les merece los
diversos problemas que la clase obrera tiene planteados,
señalando a la vez las normas que estiman indispensables
establecer para llegar a la solución inmediata de
los mismos, acuerdan, unánimemente, dirigirse a todas
las organizaciones que representan para exigir de todas
y cada una de ellas la máxima cordialidad en sus
relaciones, garantizándose mutuamente el derecho
de cada obrero a sindicarse en aquella organización
que mejor sepa interpretar sus sentimientos y sus Ideales
y respetándose también el derecho de cada
sindicato a orientar su actuación como corresponda
a sus postulados clasistas».
Es decir, que
ya la Ejecutiva, en noviembre, había hecho un pacto.
El del 20 de noviembre lo aprobaban y nadie dijo nada; pero
en cuanto se hace el nuevo pacto y está Largo Caballero
otra vez en la secretaría de la Unión, ya
no parece bien, es un disparate, y debía haberse
reservado al Comité Nacional, etc., etc…. ¡Eso
no es justo! Y por si esto fuera poco, hay que tener presente
que los elementos disidentes de la Unión han tomado,
en una de sus primeras reuniones, el acuerdo de dirigirse
a la Confederación para hacer un pacto con ella.
¡Es decir, que ellos pueden hacer pactos, pero nosotros
no! Esta es la cuestión.

AL
ASALTO DE LA U. G. T.

Y
la campaña contra la Ejecutiva continúa, pidiendo
otra vez reunión del Comité Nacional. Y cuando
vienen a pedir la reunión, observamos que, entre
los que la piden, hay muchos que dicen representar a Federaciones
que no pagan; otras que no han ingresado todavía
en la Unión, como la de Tabaqueros y Correos Urbanos,
y otra, como Azucareros, que no sabemos siquiera dónde
tiene su domicilio. Vienen a pedir una reunión
de Comité Nacional para juzgar a la Comisión
Ejecutiva, y observamos que el propósito que llevan
es asaltar la Unión, apoderarse de los cargos de
la directiva de la Unión.
Nosotros, cumpliendo
un deber elemental, porque ese es el encargo principal que
tenemos, decimos que la Unión no la entregamos. En
primer lugar, el que os está hablando fue elegido,
por unanimidad, en un Congreso, a pesar de las diferencias
de tendencias que había en él.
Y
los demás compañeros de la Ejecutiva fueron
elegidos por un Comité Nacional ante el que presentó
su dimisión la Ejecutiva de entonces. No es que se
la echara, sino que dimitió, y el Comité Nacional
tuvo que elegir otra Comisión Ejecutiva. Allí
estaban todo el Comité Nacional y la Ejecutiva, y
todos esos elementos, cumpliendo los acuerdos que tomaron,
lo hicieron, no como ahora, que se han reunido… (Una voz:
¡En la escalera!) Esa es otra cuestión que
ya trataremos. (Risas.)
¿Qué fundamento temamos nosotros para suponer
que el propósito de todos esos organismos, de todos
esos compañeros que decían representar a Federaciones,
era asaltar los puestos e la Ejecutiva, y con ello dar satisfacción
a los elementos comunistas, que ya pretendieron antes introducir
en la Ejecutiva representaciones suyas y no se les permitió?
Lo voy a explicar en pocas palabras: por la conducta que
estaban siguiendo y la que habían seguido en otras
organizaciones socialistas.

LAS FEDERACIONES PROVINCIALES SOCIALISTAS

Aquí
tengo los documentos demostrativos de que las Federaciones
Provinciales de Valencia, Alicante, Castellón, Toledo,
Albacete, Ciudad Real, Jaén, Cuenca, Almería,
Badajoz, Córdoba, Aragón…, es decir, toda
la España leal, las organizaciones socialistas (tengo
las actas con los nombres y apellidos de las personas que
asistieron) se reunieron en Valencia y dijeron: «la
Ejecutiva del Partido no funciona; vamos a requerirla a
que funcione y como hay elementos que están en el
extranjero, por tener allí cargos y no pueden acudir
a la Ejecutiva, vamos a pedirle a esta Ejecutiva que se
complete con otros elementos representantes de estas organizaciones».

A estas Federaciones, primero se las recibe y se les dice:
«ese documento que traéis firmado no tiene
valor alguno, porque puede ser algo de simple carácter
personal; tenéis que traer un documento que acredite
que estáis autorizados para hacer esto». Los
compañeros prometen llevarlo, van a sus Federaciones,
se reúnen, recogen el documento sellado y firmado,
lo presentan y les dicen: «no, no; eso tampoco tiene
bastante valor; es preciso que los afiliados intervengan
en ello». Pensaron estos compañeros
(y lo digo sumariamente, porque no me puedo entretener en
muchos detalles) en celebrar congresos, para que éstos
les autorizasen de una manera expresa, pero entonces se
prohibió la celebración de los congresos,
y se fué por los pueblos afirmando que los que celebrasen
congresos serían expulsados del partido. ¡No
los permiten! ¿Qué hacen? Un día se
presenta en el local de la Federación Socialista
de Valencia el Gobernador civil, que es el presidente de
la Agrupación Socialista, con unos cuantos carabineros
y guardias de Asalto, y dice: «Aquí traemos
un documento de la Ejecutiva Nacional por el que nos autoriza
a hacernos cargo de la Federación Provincial de Valencia».

Aducen los compañeros de Valencia: «¡Pero
si hemos sido nombrados por un Congreso!», y les contestan:
«¡Ah!, no importa; aquí tenemos la autorización
del Comité, y, por consiguiente, nos la entregan
ustedes». Y nuestros compañeros, por no buscar
quimera, entregan los cargos y levantan un acta en la que
hacen constar su protesta por la coacción que significa
el que hayan ido allí carabineros y guardias de Asalto
a desposeerles de sus cargos, conferidos por un Congreso.
El hecho es que entran carabineros y guardias de Asalto,
les quitan los cargos y les echan. Es decir: que el Poder
público se usa para estos menesteres, con la vergüenza,
que no se habrá visto en ninguna parte, de que muchos
de los carabineros y guardias de Asalto que fueron a realizar
este acto tan bochornoso dentro de nuestro Partido, que
si Iglesias volviera al mundo y se enterara se hubiera muerto
de vergüenza (muy bien; muy bien), están afiliados
al Partido Socialista. (Aplausos.)
Es decir, que
los socialistas, unos de uniforme y otros de paisano, porque
son autoridades, van a desposeer a unos compañeros,
como he dicho, de sus cargos. Así se apodera la Agrupación
de Valencia de la Federación Provincial, no permitiendo
los Congresos en ninguna parte, y a quienes intentan celebrarlos
se les amenaza con expulsarles del Partido.

READ  Asturias Republicana - SEGUNDA REPUBLICA

Aquella
misma noche, inmediatamente, fueron al periódico
«Adelante», que era el órgano oficial
de la Federación Provincial de Valencia. Se presentan,
también, con un policía, vestidos, naturalmente,
de paisano, pero con el carácter de autoridades,
con el propósito de apoderarse del periódico.

Las personas que estaban al frente de él, dicen:
«Nosotros no entregamos el periódico de esta
manera; queremos levantar acta de lo que se haga».
Y, efectivamente, se levanta un acta, y en esta acta notarial
se dice lo siguiente: «Y exhibe la documentación
que a continuación se transcribe: Hay un timbre en
seco del Ministerio de la Gobernación. En contestación
a su oficio de fecha de hoy, en, el que solicita se le garantice
el ejercicio de su derecho a tomar posesión del diario
«Adelante», órgano del Partido Socialista
Obrero, cuya publicación solicitó y obtuvo
su Presidente, según se comprueba por los antecedentes
que me remite el Gobernador civil de la provincia, participo
a usted que puede tomar posesión inmediatamente de
la Redacción, Administración y demás
servicios del mencionado diario, poniendo a su disposición
la fuerza que en ejercicio de su derecho necesite».
Firmado, naturalmente, por el ministro de la Gobernación,
compañero Zugazagoitia. De esta manera es como se
desposesiona primero al Comité Provincial de la Federación
Socialista Valenciana, y se apoderan después del
periódico. Cuando la Unión General ve este
proceder, ¿tiene nada de particular que sospeche
que lo que se quiere hacer con ella es cosa parecida?

Y decide: «¡de ninguna manera entregamos la
organización, y a aquéllos que han pedido
reunión del Comité Nacional sin derecho a
estar en él, los damos de baja por falta de pago,
y damos de baja a las Federaciones!». Pero inmediatamente
nos dirigimos a las Secciones, diciéndoles que como
ellas no son responsables, a ellas no las damos de baja
y pueden seguir cotizando, no para constituir nuevas Federaciones,
no, sino para que la U.G.T. quedase íntegra, y que
en todo caso desaparecieran los Comités, que en su
mayor parte son nidos de caciques dentro de la organización.
(Fuertes aplausos.)

NUEVAS
ARTIMAÑAS VIEJAS

Se
dice—ya lo esperábamos nosotros: en seguida
se busca arteramente la parte sentimental—: «¡Han
dado de baja a los mineros de Asturias!». No; a los
mineros de Asturias no les hemos dado de baja, porque las
Secciones de Mineros continúan en la U.G.T. de España;
a los que hemos dado de baja ha sido a los que, diciendo
que son el Comité de la Federación, desde
el año 33 no han hecho caso de la Federación,
como lo podemos probar con documentos que tenemos en nuestro
archivo; que tenían y tienen abandonada esa Federación
y que están pagando directamente las Secciones de
Mineros a la U.G.T. ¡No a los mineros! Y, en último
caso, que no se esgriman sentimentalismos de esa naturaleza;
cuando se ama a los heroicos mineros, si es verdad, no se
está aquí de agente… (Muy bien; muy bien;
grandes aplausos que impiden oír el final del párrafo;
los concurrentes al acto, puestos en pie, tributan a Largo
Caballero una formidable ovación.) Si es verdad que
a esos héroes de Asturias se les ama de corazón,
como se dice, no es sirviendo de testaferro para dividir
nuestras organizaciones políticas y sindicales como
se les ayuda; es allí donde hay que estar. (Se reproduce
la ovación.)

Y,
naturalmente, la campaña contra la Comisión
Ejecutiva continúa. Todos los periódicos—caso
insólito en España—, entran en ella;

sólo hay un periódico en Valencia, entre los
de cierta circulación, periódico de la noche,
que se ocupa de defender a la Comisión Ejecutiva,
pero todo aquello que pueda significar defensa de
esta Ejecutiva es tachado por la censura…
(Una
voz: Eso hace el Gobernador de Madrid.) ¡Es
que los que hablan contra los controles no dejan de controlar
periódicos y de controlar todo lo demás, para
su servicio! Pues la Ejecutiva de la Unión General
se encuentra sin periódicos para defenderse, ni en
Madrid ni en otras partes, salvo ese periódico que
he dicho antes. (Una voz: ¡No importa! ¡La defendemos
nosotros!)
¡Ahí ¡Ese es el error
de ellos! Yo no sé cómo no han escarmentado
viendo lo ocurrido a los elementos burgueses enemigos nuestros,
que nos persiguieron como si fuéramos perros rabiosos,
y, sin embargo, hemos salido adelante y nos hemos defendido.
(Aprobación; aplausos.) Esa lección debiera
serles suficiente, porque, por mucho que nos persigan, y
por mucho que nos quieran ahogar con la Prensa y con persecuciones,
no triunfarán porque no tienen razón,
y, además, porque los que luchan, podrán tardar
un poco más o un poco menos en poder hacer frente,
teniendo en cuenta lo que antes decía, pero están
dispuestos a defender la Unión General hasta el último
extremo. ¡Hasta el último extremo! (Aplausos.)

LA
REUNIÓN EN LA ESCALERA

Sigue
la campaña de Prensa, y ahora se reúnen otros
elementos a los dados de baja por falta de pago, y vuelven
a pedir la reunión del Comité Nacional. Nosotros
les decimos: «no hay inconveniente». Cuando
fueron a visitarnos se lo dijimos: «estamos dispuestos
a celebrar Comité Nacional, pero tenéis que
traer aquí un documento de vuestra Federación,
acreditativo de que, efectivamente, la representáis,
y que desean la reunión del Comité Nacional».
Estos amigos consideraron que eso no era necesario, pero
nos ofrecieron hacerlo. Aquí tengo la carta en la
que nos prometen mandar el documento. Les estamos aguardando,
porque el documento no llega, y en vez de mandarlo lo que
hacen es convocar a una reunión del Comité
Nacional ellos mismos. Y esta reunión la convocan
en el mismo local social de la U.G.T. Pero no solamente
hacen eso, sino que nos mandan una carta diciéndonos
que les preparemos el salón y todos los documentos,
porque han convocado al Comité Nacional. (Risas.)
Entonces, la Ejecutiva de la Unión, dice: «¡no
se celebra ese Comité Nacional aquí!»;
y les manda una carta manifestándoles: «Os
hemos dicho que si presentáis los documentos se celebra
Comité Nacional, y si no los presentáis no
se celebra; por consiguiente, ese Comité Nacional
que anunciáis no lo autorizamos, porque no es legal,
no se convoca con arreglo a los Estatutos y no lo permitimos».

READ  Asturias Republicana - SEGUNDA REPUBLICA

Pues
bien; a pesar de eso, el día 1.° de octubre,
fecha en que se abría el Parlamento, el día
que tenía el Gobierno que dar cuenta de la crisis,
deciden ir allí a celebrar sesión. Y nosotros
decidimos no abrir la puerta a nadie. Y se estuvieron en
la escalera, de dos horas a dos horas y media. (Grandes
risas.)
Indudablemente creyeron que iban a poder
hacer en la Unión lo que hicieron en los otros sitios,
y que porque fuese la policía, porque fuesen autoridades,
podrían entrar y hacer lo que les diera la gana.
Nosotros, dijimos: «aquí no entra ni la policía»
,
y, efectivamente, no entró la policía; los
agentes iban diciendo: «aquí se celebra una
reunión», y yo les replicaba: «no, señores,
la prueba de que aquí no se celebra ninguna reunión
es que estos señores están en la escalera».
(Grandes risas.) Y, cuando se convencieron de que no podían
entrar dentro del local para celebrar la reunión
que querían, se marcharon y se reunieron en otra
parte. Naturalmente que nosotros hemos dicho y seguimos
diciendo que ese Comité que han nombrado ellos y
esa reunión que han convocado no son legales, no
están ajustados a los Estatutos, y, por consiguiente,
no los reconocemos como tal Ejecutiva, ni mucho menos.
Pero lo grave, compañeros, es que estos amigos
están favorecidos por el Gobierno y por la Ejecutiva
del Partido.
Habréis leído —no
sé si lo habrán permitido en Madrid; lo dudo—
que a la Ejecutiva legítima de la Unión
General se le secuestra toda la correspondencia en Correos.
Ninguna carta que vaya a nombre de la Unión General
se nos entrega.
Hemos hecho reclamaciones y parece
que el presidente del Consejo de Ministros ha dicho que
se le dé a la otra Ejecutiva, pero en Correos saben
la responsabilidad que hacer eso puede significar, y han
decidido, según noticias, detenerla allí.
Por consiguiente, sabed todos que las cartas que vayan a
la Unión General no llegan a nuestro poder; si queréis
que llegue alguna carta, tenéis que dirigirla a nombre
propio, a nombre mío, por ejemplo: Francisco Largo
Caballero, diputado a Cortes. Entonces, sí llegarán.
Pero si va a nombre de la Unión, no.

Y
vamos al Banco, pero como hoy a los que hay que temer, más
que nada, no es a los banqueros, sino a los bancarios (risas),
ya habían dado orden para que no se nos abonase nada
de la cuenta corriente.
Y también están
detenidos los cheques. Pero estos individuos que no se atrevieron
a entrar en el local de la U.G.T. en Valencia (según
manifestaciones que uno ha hecho en Madrid, porque tienen
noción de la responsabilidad y no quieren cometer
ningún acto que pueda provocar una colisión
entre nosotros), han tenido el valor heroico de ir a la
calle de Fuencarral, 93, donde sólo hay una compañera
mecanógrafa, y apoderarse del local. ¡Podían
haber vuelto a la calle de Luis Vives, a Valencia, y no
venir donde está una muchacha, que, naturalmente,
¡qué iba a hacer!, si se presentan allí
diciendo: «esto es de nosotros». Y se han llevado
carnets, se han llevado fotografías, y se han llevado
el dinero; se lo han llevado todo. Los que han venido aquí
y han hecho esa heroicidad han sido los compañeros
Edmundo Domínguez y Amaro del Rosal. Naturalmente
que esto que han hecho en la calle de Fuencarral, 93, no
nos da frío ni calor, porque nosotros continuaremos
luchando para defender la Unión General, y tenemos
la confianza de que cuanto han hecho no les servirá
de nada, absolutamente de nada.

Pero
el hecho es que el Gobierno les ayuda,
hasta el
extremo, compañeros, de que, habiéndose dirigido
el Gobierno a la U.G.T., en carta que tengo aquí,
para que nombrase un compañero que la representara
en la Junta de Instrucción Premilitar, en esa carta
nos decía que su opinión era que designáramos
a un camarada, que se llama Fermín Corredor. Siempre,
la U.G.T. ha procurado con todos los Gobiernos, monárquicos
y republicanos, que cuando había que nombrar a un
camarada para un cargo en algún Ministerio u organización,
fuera la Unión quien lo designase, no el Gobierno.
Esta costumbre la han respetado todos los Gobiernos, unos
a regañadientes y otros de buena voluntad, y tenían
que ser ciertos elementos socialistas los que estuvieran
en el Gobierno para que impusiesen el nombramiento de un
cama-rada. Pero nosotros, siguiendo la tradición,
en vez de nombrar al que se nos decía, designamos
a otro compañero, y lo comunicamos al Ministerio
de Defensa Nacional, mejor dicho, al subsecretario de Defensa
Nacional. Pues bien; el otro día nos encontramos
con una nota oficiosa de esa llamada Comisión Ejecutiva,
que se constituyó como hemos referido antes, en la
que dice que, a instancia del Ministerio de Defensa Nacional,
nombran a un compañero para ese cargo. Es decir que
ese ministro, o el subsecretario de Guerra, además
de la comunicación que nos mandó a nosotros,
la envió también a los otros. Y los otros
nombran, no a éste que decía el Gobierno que
iba a nombrar, sino a otro, y luego nos mandan a nosotros
una carta diciendo que como era de libre elección
del Gobierno, han nombrado a fulano de tal, que es justamente
el que habían propuesto los otros. (Risas.)

Es
decir, que el Gobierno está en estos momentos ayudándoles
y, además del Gobierno, les ayuda la Ejecutiva Nacional
del Partido. Esta ha suscrito un documento, firmado por
su Comité de Enlace, donde se combate a la verdadera
Comisión .Ejecutiva de la Unión General, y
dice que la única legal y verdadera que hay en nuestra
organización es la otra Ejecutiva. Y no solamente
hacen eso, sino que han hecho una circular en la que se
recomienda á las Agrupaciones que reconozcan a la
otra Ejecutiva. Es decir, que la Ejecutiva del Partido Socialista,
concretamente su presidente, que es, además, presidente
de esa Ejecutiva que se ha nombrado, es quien aconseja a
las Agrupaciones que le reconozcan a él, porque no
hay más tía Javiera que él. (Grandes
risas y aplausos.) No hay ni el pudor ni el decoro que debe
haber para dejar firmar eso al vicepresidente.

No sé el caso que le habrán hecho las Agrupaciones,
porque si son pertenecientes a las Federaciones que persiguieron,
y a las que no dejaron ni reunirse, figuraos el caso que
van a hacerles. ¡No digo que no haya alguna! Lo grave
es que sea la Ejecutiva del Partido la que alimente esa
disidencia dentro de la U.G.T. de España. Esto es
lo grave, y que eso lo haga el presidente del Partido, presidente
aparente, porque todavía no nos han dado cuenta de
cómo se hizo aquella célebre elección
que todos recordaréis; pero, en fin, el mismo presidente
del Partido, que es presidente de esa Comisión Ejecutiva
de la escalera… (Más risas.)


 

 

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