Asturias Republicana – SEGUNDA REPUBLICA


En los últimos días de Agosto de 1937, mientras
se desencadenaba en Aragón la ofensiva republicana
de Belchite, se producen en el Frente Norte, tanto en
el plano militar como en el político, una serie
de acontencimientos de gran transcendencia e íntimamente
relacionados entre sí. El detonante fue la caída
de Santander el día 26 en manos de los nacionales.
Lo de Santander fue un desastre militar superior al
de Bilbao y solamente comparable al que tendría
lugar en Asturias, pero sin la resistencia encarnizada
que al avance de las fuerzas nacionales se opuso en esta
última región.

Miles y miles de milicianos fueron hechos prisioneros
en los sucesivos copos que se produjeron durante las dos
semanas que duró la ofensiva. Las pérdidas
de material fueron igualmente cuantiosas, además,
sin la posibilidad de sustitución. Ya se ha dicho
antes que la táctica elegida por el Estado Mayor
republicano y por la Junta Delegada del Gobierno en el
Norte de España, presidida por el general Gámir
Ulibarri, siendo gobernador civil de la provincia Roberto
Alvarez, sobrino de Melquiades Alvarez, esa táctica
de retirarse hacia Santander capital en vez de hacia Asturias
fue lo que propició la magnitud del descalabro.

Ante
lo ya irremediable, la primera reacción fue
la proclamación del Consejo Interprovincial de
Asturias y León en Consejo Soberano
, según
decreto que apareció publicado el mismo día
26 de Agosto en la prensa republicana asturiana, que creo
que conviene reproducir íntegramente, dada su brevedad,
por si pudiera servir de ilustración, de reflexión,
de comparación, entre los razonamientos de aquella
izquierda republicana y los “autonómicos”
de nuestra época:

Decreto

«Quien
repase en su memoria hechos históricos hallará
la confirmación de que una ciudad sitiada asumió
siempre la integridad de su responsabilidad. Dos encontradas
corrientes coinciden en el punto de esta necesidad: una,
la dificultad, cuando no la imposibilidad de consultar
las decisiones con el supremo poder político del
país; otra, la inaplazable urgencia de resolver
minuto por minuto.

Los
medios actuales de ataque y defensa en la guerra imprimen
a los movimientos tal rapidez, fuerzan hechos a tan larga
distancia, que bien puede asimilarse el caso de una provincia
o región sitiada hoy al caso de una ciudad y su
contorno sitiada antaño.

Caracteriza
a una ciudad o región sitiada la desaparición
de líneas divisorias entre lo civil y lo militar.
Todo se funde en la estrechez de combatir por salvar la
propia vida. No queda espacio detrás del frente
para actividades propias de la paz. No hay frente militar
y retaguardia civil: todo es frente.

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Siendo
todo frente, siendo todo un conjunto indiferenciado, ese
frente, ese conjunto, no puede ser más que civil.
El poder civil invistió a los militares con una
especialidad que reasume cuando lo estima pertinente.
Otra interpretación es pretorianismo, el funesto
pretorianismo causa de la actual desdicha de España.

El
Consejo Interprovincial de Asturias y León, por
las razones expuestas, cree llegado el momento de asumir
la plena responsabilidad del mando soberano en el territorio
de su autoridad. Da por supuesto el asentimiento del Gobierno
de la República; la República cuyo bien
e integridad es el anhelo de todos.

Adopta
la resolución que sigue en plena serenidad, y dispuesto
firmemente a imponer serenidad al que quiera perderla;
seguro de contribuir a la indudable victoria sobre el
fascismo en España.

De
conformidad con todo lo expuesto, el Consejo decreta:

Artículo
1º.– El Consejo Interprovincial de Asturias
y León, a partir de la fecha y hora de este Decreto,
se constituye en Consejo Soberano de gobierno de todo
el territorio de su jurisdicción y a él
quedan íntegramente sometidas todas las jurisdicciones
y organismos civiles y militares que funcionan y funcionen
en lo sucesivo dentro del referido territorio.

Artículo
2º.– El propio Consejo Soberano, a la vista
de los acontecimientos favorables que se produzcan en
el curso de la guerra, determinará el momento de
despojarse de las funciones soberanas que hoy asume.

Artículo
3º.– De este Decreto se dará cuenta
al Gobierno de la República para su convalidación;
sin perjuicio de su absoluta vigencia, impuesta por imperio
de las circunstancias, desde este mismo momento de su
promulgación.

Dado
en Gijón, a veinticuatro horas del día veinticuatro
de agosto de mil novecientos treinta y siete.»

En
el discurso pronunciado con este motivo por Belarmino
Tomás, presidente del ahora Consejo soberano, se
hizo un duro llamamiento a la disciplina como base indispensable
para la victoria, y a él pertenecen estas palabras:
«Ni en la trinchera ni en la ciudad, ni en el
taller ni en el campo, ni en el hogar ni en la calle,
toleraremos la más leve actitud divergente ni la
más leve palabra disconforme. No habrá siquiera
petición que consideremos respetuosa. Nadie tiene
que pedir nada. Nadie tiene sino obedecer y callar.»

Previamente,
Belarmino Tomás se había referido a “las
tempranas alegrías de la quinta columna”,
a cuyos supuestos componentes había enviado este
mensaje: «Imagínense los traidores qué
complacencias habremos de tener con ellos cuando para
los nuestros, para nuestros propios hermanos, nos vemos
en la necesidad de anunciar las más severas determinaciones.»

READ  Asturias Republicana - DICTADURA FRANQUISTA.

Consejo
Soberano

*
Rafael Fernández (JSU) se ocupa también
de Justicia y Orden Público de la que era titular
Roca Albornoz (JSU).

Al
mismo tiempo, el Consejo Soberano, sin que desaparezcan
las consejerías, acuerda funcionar por comisiones,
creándose las siguientes:


Comisión de Guerra, Industria y Fortificaciones;
de la que forman parte Belarmino Tomás, los consejeros
de Industria, Trabajo, Instrucción Pública
y el Estado Mayor del Ejército de Asturias.


Comisión de Abastecimiento, Transporte y Evacuación;
integrada por los consejeros de Comercio, Obras Públicas,
Pesca y Marina.


Otra comisión para Sanidad y Asistencia Social;
otra para Orden Público, Justicia, Propaganda y
Comunicaciones, y otra de Economía, integrándose
en cada una de ellas los consejeros del ramo.

En
la reestructuración del Ejército republicano,
el coronel Prada, que en Santander mandaba el XIV Cuerpo
de ejército, es nombrado jefe del Ejército
de Asturias, y el capitán Fancisco Ciutat pasa
a ser el jefe del Estado Mayor.
El mando del reconstituido
XIV Cuerpo de ejército, encargado de defender el
frente oriental de Asturias, es asignado al teniente coronel
Francisco Galán; el XVI Cuerpo de ejército,
desplegado en el frente Sur, zona de León y puertos,
lo manda el coronel Gallego Argües, y el XVII Cuerpo
de ejército, en el frente occidental, queda al
mando del coronel Linares Aranzabe. Son, en total, unos
80.000 hombres con 45.000 fusiles, pocas armas automáticas
y algo de artillería. Tras el desastre del Santander,
la aviación republicana ha quedado reducida
a dos escuadrillas de cazas, la mitad de los cuales son
biplanos.

Enfrente,
tienen a las fuerzas del general Solchaga, que avanzan
por el Este, y a las de Aranda, que presionan desde León.
Son 110.000 hombres perfectamente armados y equipados,
a los que hay que sumar los pertenecientes a unidades
auxiliares de ingenieros, zapadores, etc. La superioridad
aérea de la aviación de los nacionales con
la Legión Cóndor es apabullante.

En
el mar, los republicanos siguen conservando sus dos destructores,
los tres submarinos y el torpedero,
más algunas
unidades menores, pesqueros y lanchas habilitadas para
el dragado de minas y la vigilancia costera. Los bous
artillados de la desaparecida Marina Auxiliar de Euzkadi,
“Bizcaia”, “Guipuzkoa”, “Gasteiz”,
e “Iparreko Izarra”, permanecen solamente unos
días en El Musel.

En
la Marina de los nacionales que opera en el Cantábrico,
aparte del hundimiento del “España”,
la única variación que se produce es la
entrada en servicio de un nuevo minador, el “Vulcano”,
mientras que el destructor “Velasco” continúa
reparando en El Ferrol.

En
esos últimos días del mes de Agosto, el
puerto de El Musel y el de Avilés fueron sometidos
a duros bombardeos por la aviación de los nacionales,
como si fuera un anuncio de todo lo que les venía
encima, una vez ocupada la provincia de Santander. El
bombardeo del día 28, en El Musel, fue especialmente
intenso.
Varios buques surtos en el puerto fueron
alcanzados por las bombas y el petrolero Elcano, incendiado,
tuvo que ser remolcado aguas afuera.

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Esos
bombardeos traerían muchas consecuencias.
En
primer lugar, los bous “Bizcaia”, “Guipuzkoa”
y “Gasteiz” aprovecharon la orden de salir con
destino a Cabo Mayor para embarcar a militares y civiles
allí embolsados y huyeron a Francia. Lo mismo hicieron
los submarinos “C-2” y “C-4” que,
pretextando averías, se refugiaron en puertos franceses.
Sus comandantes, Ferrando Talayero y Las Heras, se pasaron
a los nacionales y su intención era entregarles
también los submarinos que mandaban. El destructor
“José Luis Díez”, comandante García
Presno, huyó al puerto inglés de Falmouth.
El “Ipareko Izarra” aprovecharía su oportunidad
diez días más tarde y también huiría
a Francia. Así que a primeros de Septiembre, las
Fuerzas Navales del Cantábrico quedaron reducidas,
sin necesidad de que los buques de los nacionales disparasen
un solo cañonazo, al submarino “C-6”,
al destructor “Císcar” y al torpedero
“Nº 3”. A todo esto hay que añadir
que el jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico,
Valentín Fuentes, como carecía de medios
para comunicar con los buques que estaban en la mar, tenía
que ser el propio ministro, Prieto, quien le pusiese al
corriente de la situación según se iban
recibiendo en el Estado Mayor Central de la Marina los
radios enviados por los comandantes de los buques.

En
los bombardeos de El Musel resultaron también alcanzados
los mercantes ingleses “Hilde Moller”, “African
Trader”, “Stanwood” y “Stanbridge”.

Estos mercantes, según estaban a medio descargar
y por lo tanto, sin poder evacuar población civil,
partieron de El Musel con las tripulaciones aterrorizadas,
con graves desperfectos y haciendo agua, para intentar
ganar los puertos franceses y reparar las averías.

Cuando
huían de Santander en dirección a Asturias
cargados de milicianos y civiles, los pesqueros “Vírgen
de los Remedios” y “Constante Manuel”,
otras lanchas y pesqueros sin identificar y el vapor “Aller”
fueron capturados por los barcos de guerra de los nacionales.
El mercante inglés “Bramhill” estuvo
a punto de ser apresado frente al cabo Peñas por
el bou artillado “J. Ignacio”, que le dispararó
nueve cañonazos intimidatorios. El “Bramhill”
se salvó del apresamiento por la valentía
de su capitán y la providencial cercanía
del destructor inglés “H-67”.

Respecto
a los bombardeos aéreos, el Consejo Soberano adoptó
dos decisiones: trasladar a 500 presos de la cárcel
del Coto y de “La Iglesiona” al mercante “Luis
Caso de los Cobos”, situado en El Musel, y modificar
el horario escolar, estableciéndolo en horas de
7,30 a 9,30 de la noche.


El “Luis Caso de los Cobos” fue convertido en
prisión flotante.
(Colec. Rubén)

 

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