El
Western.
Mito y Rito para un Pueblo sin Historia.
Por
Juan Antonio de Blas.
SEGUNDA
PARTE
Capítulo
XIII
La
Pintura
Siguiendo el tradicional
sendero en el que los mitos nada tienen que ver con el mundo real resulta
que la pintura western, el arte USA por excelencia, es un invento de
los europeos, que lo pusieron de moda antes de que Catlin y Russell
le diesen una dimensión especifica "nacional".
El primer pintor western fue un suizo. Charles Bodmer era un pintor
que estudiaba en París cuando fue contratado por el príncipe
Maximilian de WiedNewied, un noble alemán con ganas de aventuras.
Como aún no se había inventado la cámara Kodak,
el príncipe Maximilian se llevó a su pintor de cámara
para que recogiese en el lienzo los lugares que visitaba. El príncipe
alemán estuvo por primera vez en USA en 1832 y durante la expedición
hizo que Bodmer inventase el western pictórico al "retratar”
los enfrentamientos de los guerreros indios, la caza y los paisajes
vírgenes. Bodmer llevaría a Europa el interés por
una América salvaje que no había despertado la curiosidad
de los pintores ingleses en la época de las colonias.

Charles Bodmer, también conocido como Karl Bodner, (Suiza,
1809; París 1893),
miembro de la escuela paisajista francesa y del grupo Barbizon, participó
en la expedición
del príncipe alemán Wied-Newied que recorrió la
cuenca del Missouri, subiendo hasta
Montana y pasando el invierno en Fort Clark, regresando por el río
al cabo de un año.

Charles Bodmer. Carrera de caballos de los sioux. Acuarela. Sobre
1836.

Príncipe Maximilian zu Wied-Neuwied (Neuwied, en la orilla
de Rhin, Alemania, 1782/1867)
estudió con Humboldt, participó con las tropas prusianas
en las guerras napoleónicas y
fue explorador, etnólogo y naturalista que dirigió en
1815/17 la expedición al
sureste del Brasil y, en 1832, a Norteamérica.
El otro gran
pintor del primitivo western es Alfred Miller, un auténtico ciudadano
USA que vivió entre los años 1810 y 1874. Miller pudo
realizar su pintura gracias al mecenazgo del capitán escocés
William Steward, un aventurero de noble familia que, terminadas las
guerras napoleónicas, se dedicó a vagabundear por todo
el continente americano. En sus correrías, llevó a Miller
como acompañante, a pesar de que el pintor era más bien
una rémora que un camarada avezado al peligro de los espacios
abiertos e inexplorados, pero sus lienzos valían los esfuerzos
del militar escocés. Miller es el pintor de los tramperos y de
la lucha contra las inclemencias de la Naturaleza. El espacio físico
de las montañas y los animales, las grandes composiciones en
las que predomina el paisaje hicieron de la pintura de Miller un principio
de escuela que dejó establecidos lo que sus continuadores convertirían
en cánones.

Alfred Jacob Miller (Baltimore, 1810/1874) recibió sus primeras
lecciones de arte
en su ciudad natal. En 1833 viajó a Europa y estudió en
la Escuela de Bellas Artes de París
y visitó Italia y Suiza. De vuelta a USA, aceptó en 1837
el contrato con el aventurero
escocés Stewart para que recogiera las escenas de caza en las
Montañas Rocosas.
Visitó en 1840 el castillo escocés de Stewart y se expusieron
sus pinturas.
Al cabo de dos años, regresó a Batilmore.

Alfred Miller. La novia del trampero. 1858.

Sir William Drummond Stewart (Murthly Castle, Perthshire, Escocia,
1795/1871) luchó
con las tropas británicas contra los franceses en la península
Ibérica y participó en la campaña
de Waterloo. En 1832 partió para San Luis, Missouri, y se enroló
varios años con los traficantes
de pieles que partían para la reunión anual con los tramperos
en las montañas.
En uno de estos viajes, llegó hasta Fort Vancouver, en la costa
del Pacífico. Fue en 1837
cuando llevó con él al pintor Alfred Miller.
Es divertido
pensar que sin la desinteresada colaboración de un príncipe
alemán y un capitán escocés, veterano de Waterloo,
la iconografía del western sería más pobre y mucho
menos "realista", ya que tanto Bodmer como Miller son pintores
documentalistas que dejaron en sus obras el testimonio objetivo de lo
que veían sin interpretarlo ni tratar de embellecerlo. Sus continuadores
si dejarían volar la imaginación y así el mito
sustituyó a una realidad agreste que no necesitaba ser mitificada.
Si bien George Catlin nació antes que el suizo Bodmer, llegó
más tarde a la pintura. Catlin era un abogado de Pensilvania,
nacido en 1796, que ya metido en la treintena abandonó su bufete
para empuñar los pinceles. Desde 1832 empezó a interesarse
por la vida de los indios americanos y convirtió la observación
en escritos para los que realizaba ilustraciones, ilustraciones que
acabaron por desplazar a sus escritos y que le convirtieron en una autoridad
científica por sus trabajos de “campo”.
Catlin recorrió toda América, desde el norte de Alaska
a la argentina Tierra del Fuego, en busca de la observación en
directo de la vida natural de los salvajes, que había puesto
de moda intelectual el bueno de Rousseau. En 1855, con una abundante
obra pictórica realizada, se trasladó a Europa y los críticos
convirtieron su exotismo en una pasión para el público
y, sobre todo, para los pudientes compradores de la alta burguesía.
Europa le dió el merecido reconocimiento que le habían
negado en su país natal. De esa falta de reconocimiento de sus
paisanos da cuenta el hecho de que su colección de retratos de
jefes indios, que se habían expuesto en el Museo de El Louvre,
se colgaron para la venta en Nueva York, que siempre ha sido la capital
cultural USA. Catlin quería que la colección fuese vendida
en Estados Unidos, pero el Congreso USA se negó a emplear fondos
para la adquisición de la colección de retratos. Hasta
un senador llegó a afirmar que preferiría que se gastase
el dinero en comprar los retratos de los ciudadanos americanos asesinados
por los indios, afirmación que se inscribe en la tradición
anglosajona de acusar al enemigo de todo lo que uno está ansiando
realizar. Después de una fuerte polémica, la colección
de retratos de jefes indios fue comprada por el Museo Nacional y hoy
es uno de sus más preciados tesoros. En 1871, Catlin abandonó
Europa para regresar a USA, donde fue recibido como artista nacional
intocable, gracias al reconocimiento de la crítica europea, pero
no pudo disfrutar del reconocimiento oficial, ya que murió al
año siguiente.
El primer libro
de Catlin, "Cartas, notas, maneras y costumbres de los indios de
Norteamérica", apareció en 1841 y despertó
el apasionado interés de los profesores y exploradores europeos,
para los que el mundo empezaba a quedar pequeño y se empeñaban
en constatar lo que hasta entonces habían despreciado o silenciado.
Sus escritos y, sobre todo, sus ilustraciones y pinturas fueron estudiados
con seriedad en el Viejo Mundo. Puede afirmarse que Catlin fue el introductor
del western en Europa y, especialmente, de su primitiva iconografía.

George Catlin (Pennsylvania, 1796; New Jersey, 1872) su fascinación
por las tribus indias
se originó en la niñez con las historias que le contaba
su madre, que había sido
secuestrada por una tribu.

George Catlin. Nube Blanca, jefe de los Iowa. 1845.
El primer pintor
USA que introduce la mistificación en la pintura western, después
del naturalismo de sus antecesores, es C. Schreyvogel, nacido en 1861
y fallecido en 1892, cuyos primeros cuadros alcanzaron fama nacional
en la década de los ochenta, coincidiendo con las últimas
guerras indias protagonizadas por los apaches. Sus cuadros despertaban
el interés del público por un espectáculo que,
definitivamente, se acababa.
Schreyvogel es el pintor que más abusó de la temática
militar del western y su influencia fue determinante en los primeros
westerns fílmicos de "reconstrucción histórica".
Sus cuadros más famosos, como "Asalto a la empalizada"'
o "Custer parlamentando con los Kiowas", han gozado de la
predilección de los estamentos militares que han colgado sus
reproducciones en infinidad de cuarteles y dependencias militares. Influyó
también en los ilustradores de las magníficas revistas
de principios de siglo en la que brillaron los cuidados colores de Pyle.

Charles (o Carl) Schreyvogel (Nueva York, 1861; New Jersey, 1912) hijo
de una
familia humilde de emigrantes alemanes, no pudo pagarse sus estudios
de dibujo,
pero tuvo la suerte de ganar uno de los premios anuales de la National
Academy, lo que
le facilitó mucho las cosas.

Charles Schreyvogel. Defendiendo el Fuerte.
En el mismo
año que nació Schreyvogel vino al mundo Frederick Remington
que se convertiría en el pintor más famoso, y cotizado,
de la pintura western. Frederick Remington era natural de Nueva York
y a los diecisiete años comenzó a estudiar arte en la
Universidad de Yale. El ingreso en la universidad estuvo facilitado
por la influencia del padre de Remington que era editor de un periódico
de la capital cultural USA. Después de dos años de estudios
nada brillantes, el joven Remington, al que apasionaban más los
caballos que los libros, emprendió el camino del Oeste.
Durante cerca de tres años, recorrió el escenario del
western, y el resto de su vida se dedicó a pintarlo. Resulta
paradójico que prefiriera, según sus propias quejas, otro
tipo distinto de pintura, pero que tenía que someterse a la exigencia
del público, que le "obligaba" a pintar continuamente
escenas del western. Desde que las primeras ilustraciones para la prensa
provocaron su inmediato reconocimiento, se convirtió en un artista
al que faltaba tiempo y le sobraba trabajo, aunque el definitivo reconocimiento
como pintor nacional le vino del apoyo incondicional del presidente
Teddy Roosevelt, un apasionado del western que supo convertir su afición
en carrera política y, de paso, inscribir a los USA en la lista
de los imperios modernos.

Frederick Remington (Nueva York, 1861; Connecticut, 1909) en
su casa de Nueva York.
Hijo único de comerciantes, su padre fue coronel en la guerra
civil USA, eran familia
de los Remington armeros. Declinó ir a West Point y abandonó
sus estudios de arte en Yale.
Ya dibujaba caricaturas e ilustraciones para periódicos, y a
los 19 años hizo
su primer viaje al Oeste y sus primeros dibujos. Compró un rancho
y fue socio
de un saloon, se casó y regresó a Nueva York. A los 25
años de edad, en 1886,
vio publicada a toda página y con su firma una ilustración
en Harper's Weekly,
iniciando su carrera de éxitos y fama. Fue corresponsal en la
guerra de Cuba, en 1898.

F. Remington. The Emigrants. Pintado en 1903.
Al morir tempranamente, a los 48 años (durante una operación
de apendicitis a consecuencia de una peritonitis), Remington dejó
más de tres mil obras y, considerando que su carrera artística
duró veintitrés años, el resultado es de una obra
realizada... ¡cada tres días! Remington, además
de multitud de pinturas e ilustraciones, escribió seis libros
y aún tuvo tiempo de realizar veinticinco obras escultóricas.
Entre sus libros, alcanzó fama "Caminos de herradura",
que incluso está traducida al castellano, y se atrevió
a perpetrar una novela "John Ermine de Yellowstone", que tuvo
una adaptación al teatro.
Dejó escrito que, después de su muerte y sobre su tumba,
solamente escribieran "Conocía al caballo", pero su
fama no resistió su desaparición y pasó fácilmente
al olvido. Su redescubrimiento se debió al productor cinematográfico
H. McCraken que, en I947, escribió el libro "Frederick Remington,
pintor del viejo Oeste”, y despertó una manía nacional
por el olvidado pintor, del que todos quisieron tener originales. Sus
obras alcanzaron precios desorbitados y un dibujo en blanco y negro
de Remington, que hasta entonces se cotizaba a ciento cincuenta dólares,
pasó a costar cincuenta mil, y todos sus cuadros al óleo
pasaron a cotizarse a precios millonarios. La moda del redescubrimiento
de Remington llegó a institucionalizarse y dos centros culturales,
el de Cody, en Wyoming, y el de Odgensburg, en Nueva York, acapararon
las mayores colecciones de sus lienzos. Indudablemente, era un buen
pintor, pero la crítica USA, para ensalzarlo, lo ha equiparado
con Renoir y Monet por su experimentación de la luz y el color.
A pesar de la mayor fama internacional de Remington, el pintor más
genuino del western es Charles Marion Russell que, además, reunió,
caso excepcional, la calidad pictórica con la humana. Las obras
de Russell, que se cuentan por millares, incluyen dibujos al carboncillo,
croquis a pluma, acuarelas y óleos de un valor testimonial extraordinario.
En las obras de RusselI se advierten hasta las marcas reales del ganado,
los emplazamientos exactos de cercados y ranchos, retratando de tal
forma las acciones y escenarios que se pueden precisar el lugar y el
tiempo en que fueron pintados, aunque no estuvieran fechados y ratificados
con su firma.
Russell nunca se permitió la menor manipulación artística
y eso le ha convertido en el maestro insuperado de la pintura western,
en la que, además, es el genio indiscutible en el uso del cromatismo,
aparte de la fidelidad histórica.
Charles Marion Russell comenzó a trabajar como cow-boy en un
rancho de Montana, en 1880, cuando acababa de cumplir dieciséis
años, y siguió siendo un vaquero hasta su muerte, en 1926.
Como hombre amante de los espacios abiertos, nunca ocultó su
rechazo por las grandes ciudades del Este y, por ende, de sus pobladores.
Llegó a afirmar "Esa América, fuera de mi región,
me es extraña y desagradable como ninguna otra cosa en el mundo.
Por mucho que intente buscar, no encuentro nada que valga la pena".
Uno de sus mejores biógrafos dejó escrito, a solamente
cinco años de su muerte, la siguiente descripción: “Era
un enamorado de lo auténtico, un apasionado de la amistad y un
defensor de los débiles y los oprimidos. Un hombre que podía
estar orgulloso de su talento sin sentir vanidad. Un ser sin pretensiones,
egoísmo o afectación. Eso es lo que era Charles Russell.”
Las elogiosas palabras de L.S. Cobb se confirman con el testimonio de
todas las personas que le conocieron o trataron. Fue la mejor encarnación
de todo lo bueno que tenía el western, lo malo es que el western
que él quería fue más real en sus cuadros que en
la propia realidad.
Desde que abandonó su San Luis natal, siendo un adolescente,
hasta su muerte en Great Falls (Montana), puede asegurarse que no contó
con enemigos y eso, en cualquier época, es un toque de honor
para una persona inteligente que además estaba marcada por la
bondad. No se dejó impresionar ni por la vanidad ni por el reconocimiento
de la crítica y se negó a convertirse en noticia cuando
los periodistas le buscaron al enterarse de que el Príncipe de
Gales había comprado varios de sus cuadros para su colección
particular. El mejor reconocimiento era el que lograba de sus amigos
y muchas de sus esculturas, hoy de un precio desorbitado, fueron hechas
para regalar a sus compañeros de trabajo, ya que los erráticos
cow-boys no podían trasladarse con las pinturas que les regalaba
por dañarse fácilmente con la vida al aire libre que llevaban.
La consideración sobre su notable honradez fue general desde
sus primeros tiempos como ranchero. En su rancho, estuvo al cargo de
cinco mil cabezas de ganado propiedad de la Asociación Ganadera
y durante el crudísimo invierno de 1886, las inclemencias del
tiempo acabaron con todas las reses que estaban a su cuidado. Ante la
posterior reclamación de los contables de la Asociación
Ganadera, pintó el que sería uno de sus cuadros más
famosos y patéticos. Un lienzo en el que hay un buey enflaquecido
e inmovilizado por la nieve que le llega al pecho. Russell lo tituló
"El último de los cinco mil" y lo envió como
resumen de balance a la Asociación Ganadera, que lo aceptó
como explicación contable sin pedir más explicaciones
de datos y números.

C. M. Russell (Missouri, 1864; Montana, 1926), enamorado del Oeste desde
la infancia, aprendió a montar a caballo en el rancho de un familiar,
coronel durante
la guerra. Se familiarizó con la vida del vaquero en los ranchos
de Montana y conoció las
costumbres de los indios durante una larga estadía entre una
de las tribus de los Pies Negros.
Se casó a los 32 años con una jovencita de 18 que, andando
el tiempo, sería la
que le organizaría las exposiciones en USA y el extranjero. Muchos
de los artistas y directores
de las primeras películas western fueron amigos suyos y compraron
sus obras.

C. M. Russell. "Last of the 5.000" (El último
de los 5.000),
también conocido por "Waiting for a Chinook". Invierno
de 1886-87.

Su cuadro titulado Piegans (una de las tribus de los Pies Negros)
fue subastado en 2005 y alcanzó el precio de cinco millones y
medio de dólares.
Como es lógico,
el perfeccionismo de Russell creó escuela propia, pero sus epígonos
no estuvieron a la altura del maestro, excepto en la extraordinaria
capacidad de Olaf C. Seltzer, nacido en Dinamarca en 1877 y que emigró
a USA a los quince años. Seltzer se entrevistó con Russell
en su rancho de Montana y quedó seducido por la pintura del que
sería su maestro. Comenzó entonces una larga carrera pictórica
que se alargaría, con seriedad, hasta su muerte en 1957. Es otro
dato a resaltar que el discípulo del maestro indiscutible de
la pintura western fuera un danés.


Russell y Seltzer (en la foto) fueron íntimos amigos.
A la dcha., "Explorador Pies Negros",
obra de Seltzer. Olaf Carl Seltzer (Copenhague, 1877; Great Falls, Montana,
1957) estudió
en la Escuela de Arte danesa hasta la muerte de su padre y su emigración
a Montana cuando
tenía 15 años. Trabajo de vaquero y 26 años como
mecánico de locomotoras, hasta su
despido. Pintó toda su vida y completó unas 2.500 obras.
Menos conocido
en el mercado internacional es el reputado maestro Edwin Forbes, que
nació en Nueva York en 1839 y murió en su ciudad natal
en 1895. A pesar de su no muy larga vida, tuvo tiempo de crear escuela.
Forbes comenzó a dibujar a los diecinueve años, especializándose
en la pintura de animales siguiendo las indicaciones del maestro del
naturalismo, Arthur Tait. Al comenzar la guerra de Secesión,
Forbes se alistó en las fuerzas de la Unión y combatió
en las filas del ejército del Potamac. Advertidos de su capacidad
de ilustración, los mandos lo enviaron a retaguardia y empezaron
a aparecer sus dibujos. Esos dibujos se convirtieron, de forma inmediata,
en objeto ansiado por todos los corresponsales de guerra para acompañar
sus crónicas desde el frente de batalla. Forbes visualizó
la Guerra Civil para los lectores de prensa y creó un estilo
que pronto imitaron todos los demás ilustradores en camapaña.
La fama conseguida por Forbes en estos trabajos bélicos hizo
que se le abrieran las puertas de la Academia de Nueva York, donde expuso
una colección de pinturas de la que saldría un clásico
“Las batallas del desierto", realizado en I864, en plena
contienda. Se reprodujo por miles y todas esas malas copias adornarían
infinidad de cantinas del Oeste, antes de que el cuadro "El último
combate de Custer" se convirtiese en parte esencial del mobiliario
de los establecimientos de bebida y juego.

Edwin Austin Forbes (Nueva York, 1839/1895) artista corresponsal
de guerra,
sus prestigiosos trabajos sobre la guerra civil se conservan en la Oficina
de Guerra,
en Washington, por su valor histórico.

Edwin Forbes. Oficiales rebeldes capturados en Petersburg. Lápiz.
1864.
Después
de la Guerra Civil, Forbes quedó tan harto de soldados y batallitas
que no volvió a pintar cuadros épicos, refugiándose
en el grabado y en la pintura de paisajes. Su influencia, más
que en los pintores, se notó en los ilustradores de prensa que
lo plagiaron impunemente. En su calidad de pintor de animales influyó
en los primeros cuadros de Russell y en toda la pintura doméstica
de principios de siglo XX que pondrían de moda las grandes revistas
ilustradas. Dentro
de la escuela USA de ilustración de prensa , inagurada en realidad
por Forbes, también destacan los nombres de Alfred Wand y Hennie
Lovie.
Después
de sus grandes maestros, la pintura western se conviertió en
una moda, presente continuamente, pero no valorada, y los nombres y
las obras se suceden sin apenas convertirse en algo más que reseñas
obligadas. De tal modo que tendrán cotización, pero no
excesivo reconocimiento, Will Crawford, P.R. Gbodwin, Edward Borein,
Frank T. Johnson y Joe de Young, que fueron, casi todos, imitadores
de Russell y practicaron el nomadismo de los cow-boys antes de pasar
a la pintura. De todos ellos, quizá el más conocido, y
reconocido por la crítica, fue Ross Santee que recopiló
sus recuerdos y cuadros en dos hermosos libros, "Cow-boy"
y "Hombres y caballos", a finales de la década de los
veinte. Hoy son piezas rarísimas y cotizadas en sus antiguas
ediciones. Su impacto será continuado, en la siguiente década,
por Will James que, siguiendo la costumbre de recopilarlo en libro,
publicó "Cow-boy solitario" y "El hogar es el
rancho". Después de ellos, la imitación se convirtió
en proliferación y la cantidad no hace que se encuentre demasiada
calidad, sobre todo porque la oferta se reparte en multitud de revistas
y pequeñas editoriales en las que quedan olvidadas obras de importancia
que aún esperan que se las rescate de su sueño de bellas
durmientes.


Ross Santee (Iowa, 1889; Arizona, 1965) estudió en el
Instituto de las Artes,
de Chicago. Fracasó en Nueva York y se trasladó con su
madre y hermana a
Arizona, donde trabajó de vaquero, pintando en sus ratos libres.
Escribió trece libros,
docenas de historias cortas y realizó miles de dibujos.


Will James (nacido, Joseph E. N. Dufault, Quebec, 1892; Hollywood,
1942) pintor,
novelista y escritor de éxito de cuentos para niños. Vaquero,
perseguido por la justicia,
pasó de Canadá a los USA y se cambió el nombre.
Trabajó de doble en Hollywood
y de jinete de rodeos. Su primera novela, "Bucking horse riders",
se publicó en 1922,
y le siguieron otras veintidós, cinco de las cuales pasaron al
cine.
La pintura western
llegará también a los nativos, que empiezan a ocupar su
lugar en la pintura USA, si bien hay que reconocer que su espacio también
se les otorgó facilitado por la importancia mundial de los pintores
muralistas mexicanos, como Rivera o Siqueiros, que convirtieron las
influencias aborígenes en parte importante de la pintura actual.
Entre los indios que consiguieron imponer su estilo "naif",
destaca Acee Blue Eagle, nacido en 1907, que consiguió notoriedad
y reconocimiento crítico en la década de los cuarenta,
pero quizá el nombre, y la obra más importante, sea la
del indio pueblo José Rey Toledo, cuyas pinturas simplistas e
ingenuas, referidas a costumbres y ceremonias de su tribu, han logrado
reconocimiento internacional.
Acee Blue Eagle, también llamado "Muchacho Reidor";
"Aguila Azul" (Oklahoma, 1907-1959) hijo de padre escocés
y madre perteneciente a un destacado clan de los Creek-Pawnee, nació
en una reserva y quedó huérfano de niño. Cursó
estudios universitarios de Arte viajó al extrajero y fue lector
de danzas, música y arte Indio en la Universidad de Oxford y
también en Holanda y Francia. Como pintor, alcanzó fama
internacional y recibió varios premios. Sobresalió por
sus grandes pinturas murales en el interior de edificios públicos
y en el acorazado USS Oklahoma, hundido en Pearl Harbor. En la foto,
con el traje de guerra Pawnee en la recepción al emperador Haile
Selassie en 1954, pues varias de sus obras estaban colgadas en el Museo
Nacional de Etiopía.
José Rey Toledo "Estrella Matutina" (Nuevo
Méjico, 1915-1994) perteneciente a la tribu Pueblo de las montañas
de Jemez, se licenció en Arte en la Universidad de Nuevo México
en 1955, y en Salud Pública en la Universidad de Berkeley. Administrador
de programas de Salud para población india, fue rofesor de Arte
y pintor. Sus detallados cuadros de las ceremonias sociales y religiosas
de los indios, muchas irrepetibles, es por lo que también se
le considera un "historiador gráfico".
Dentro de la
ilustración del western, hay que incluir a los dibujantes de
comics, ya que algunos alcanzaron a realizar verdaderas obras maestras.
El más conocido por su calidad es Warren Tufts, que creó
las series "Casey Ruggles" y "Lance", que son una
revisión de la historia del western en la que hay un valor documental
extraordinario, aunque sus historias sean siempre de exaltación
nacionalista. Pese a que hay cientos y cientos de dibujantes de comics
USA, lo cierto es que su trabajo casi siempre es mediocre. El siguiente
nombre que se puede citar sin sonrojo es el del argentino José
Luis Salinas, que creó para una compañía norteamericana
el personaje de "Cisco Kid", un cow-boy sacado de un relato
del escritor OHenry. En la actualidad, el mejor comic western corresponde
al dibujante francés Jean Giraud que, con el personaje del teniente
Blueberry, ha conseguido dar al western una calidad que ya habían
olvidado los ilustradores USA.
Chester "Warren" Tufts (California, 1925-1982) dibujante
de historietas y escritor, era un perfeccionista que trabajaba 80 horas
semanales. Ilustró libros y colaboró en series para la
televisión. Tenía como afición construir y pilotar
avionetas, y murió al estrellarse con una de ellas.
Como complemento
de la pintura, la ilustración y el dibujo, la fotografía
ha ocupado lugar importante en la recuperación de la imagen del
western y debe inscribirse como un apartado de su iconografía
específica. La fotografía alcanzó su mayoría
de edad durante la Guerra de Secesión, cuando las ilustraciones
de la prensa alternaron con las primeras y laboriosas placas, conseguidas
en los distintos teatros de operaciones militares. Los primeros fotógrafos
ambulantes, algunos de los cuales se convirtieron en maestros de la
profesión, alcanzaron una calidad de reproducción cuyo
perfeccionismo parece imposible para los rudimentarios medios con los
que contaban, sobre todo por los improvisados laboratorios en los que
revelaban las placas obtenidas.
De toda la pléyade
de fotógrafos del conflicto, destaca Mathew Brady, que tomó
veinte mil placas durante los largos años de la guerra, abarcando
todos los escenarios del conflicto, si bien el más profesional
de los fotógrafos fue John A. Gardner, cuyas fotos de la campaña
de 1864 sorprenden aún en la actualidad. También destacan
y son reeditadas en libros para profesionales las de Thimoty OSullivan.


Mathew Brady (Nueva York, 1822-1896), hijo de inmigrantes irlandeses,
estudió
pintura y el inventor Morse, introductor en USA del daguerrotipo, le
enseñó
esta técnica. En 1844 abrió, con éxito, su propio
estudio fotográfico. Durante la
guerra, trasladó su estudio a los frentes de batalla y estuvo
tres días desaparecido y
perdió todo su equipo en la primera batalla de Ball Run. Empleó
a varios fotógrafos,
hizo miles de fotos y gastó unos cien mil dólares. Al
no comprarle el gobierno la
colección, quedó en bancarrota, tuvo que cerrar su estudio,
nunca se recuperó
económicamente y murió en la pobreza.


Timothy O'Sullivan (Irlanda, 1840; Nueva York, 1882) trabajaba para
Brady antes
de la guerra, es el autor de la famosa foto (arr. dcha.) "La cosecha
de la muerte", en Gettysburg.
Estuvo presente en la rendición del general Lee, en la exploración
geológica al
paralelo 40 y en la del equipo del canal de Panamá.
Después
de 1865, muchos fotógrafos que habían pasado su examen
profesional durante la contienda, se dirigieron a las abiertas tierras
del Oeste, pero no fue hasta finales de la década de 1870 cuando
las mejoras del revelado y los avances de las cámaras hicieron
que se pudiera captar la realidad del paisaje y los modos de vida en
las tierras del western. Uno de los primeros maestros fue Alton Huffman,
que llegó a Montana para cubrir la información gráfica
sobre la muerte del general Custer y casi la mitad del 7º de Caballería
que le acompañaba. Huffman fue el primero, y quizá el
mejor, de esta época nómada de la fotografía. Recogió
las grandes matanzas de bisontes, captó las expresiones de los
jefes indios y la de los mandos militares que los perseguían,
y fueron los paisajes del Noroeste y la vida en los ranchos las que
quedaron plasmadas en sus obras maestras. El antiguo fotógrafo
del ejército se convirtió en notario de una naturaleza
salvaje que empezaba a desaparecer. En sus memorias, dejó escrito:
"Algunos han creído ver en el ferrocarril el último
rostro del Oeste. No es cierto. Cuando el caballo de hierro llegó,
la naturaleza ya había sido arrasada por los constructores de
ciudades y los plantadores de alambre de espino. Con la llegada de éstos
fue cuando se cerró el último capítulo de la tierra
como encarnación de la libertad".


Laton Alton Huffman (Iowa, 1854; Montana, 1931) su padre fue
el
que le enseñó los principios de la fotografía y
abrió su primer estudio con
21 años, pero fracasó. Amplio estudios de fotografía
en Minnesota. En Montana,
inició su vida de fotógrafo ambulante e hizo amistad con
los jefes indios. Fotografió
el Oeste tal como era realmente.
Especial mención
entre los "notarios" de la cámara cinematográfica
merece el cow-boy Erwin E.Smith, que aprendió los rudimentos
de la profesión con un fotógrafo ambulante inglés.
Se convirtió en un reputado profesional que vendía sus
fotografías para pagarse estudios de pintura y escultura. Hacia
1907, empezó a exponer sus colecciones de fotografías
en los salones de arte del Este y, a pesar del reconocimiento de crítica
y público, prosiguió su vida aventurera. Deambuló
por todos los estados del Suroeste, pero siempre regresó a Texas,
que era su verdadera pasión. Sus clichés dieron miles
de obras, cuya perfección sigue despertando entusiasmo, entusiasmo
que no decaen ya que, de vez en cuando, aparecen nuevas fotos de Smith
perdidas en villorrios aún más perdidos. El y Russell
encarnan a la perfección el tópico del cow-boy arriesgado
y generoso, sólo que en su caso el tópico y la realidad
se confundieron.


Erwin E. Smith (Texas, 1886-1947) aprendió el oficio de vaquero
trabajando los
veranos en el rancho de su tío. Estudió en la Escuela
de Arte escultura y pintura,
pero escogió la fotografía para recoger las costumbres
de los cowboys, viajando por
Texas, Arizona y Nuevo México desde los 19 años. La firma
Eastman Kodak
reconoció la excelente técnica de Smith y lo puso como
ejemplo de lo que se
podía hacer con un simple cámara de cajón.
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